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Iglesia

Amar a los hermanos con afecto espiritual

(VIDEO) Mensaje de Mons. Daniel Blanco, Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de San José.


Durante estos primeros domingos del Tiempo Ordinario hemos venido escuchando cómo Jesús inicia su ministerio público, que se inaugura con el Bautismo en el Jordán, el llamado a la conversión, el anuncio del Reino y el llamado de los primeros discípulos.

En este IV Domingo del Tiempo Ordinario, San Marcos, presenta un día ?específicamente un sábado? en la vida de Jesús.  Lo que sucede este día muestra el modo como Jesús llevará adelante su misión.

San Marcos, presenta a Jesús en la acción litúrgica de un sábado en la sinagoga de Cafarnaúm.  En esta liturgia los maestros explicaban la Sagrada Escritura a sus discípulos y quienes estuvieran presentes en ese momento.  Jesús está dirigiendo esta enseñanza, es decir, ya es considerado maestro, y la reacción de quienes lo escuchan es el asombro ante «el enseñar con autoridad» a diferencia de los escribas.

¿Cuál es esta autoridad con la cual enseña Jesucristo?  La primera lectura, del libro del Deuteronomio, presenta un anuncio del mismo Dios que promete un profeta como Moisés, al que Él mismo le pondrá palabras en su boca y quien hablará sólo lo que Dios le ordene.

Esta promesa del Antiguo Testamento, la misma Palabra de Dios la refiere a Jesucristo, cuando San Juan, en su evangelio, habla de Cristo como un profeta como Moisés (Jn. 1, 21).

Por tanto la autoridad que reconocen quienes escuchan a Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm es precisamente el cumplimiento de esta promesa.  YHWH que envía un profeta como Moisés que hablará con su misma autoridad, que instruye a cada persona y que muestra a toda la familia humana la cercanía de Dios que es un Padre amoroso.

Esta cercanía de Dios que hace auténtica la predicación, además va acompañada de signos, como lo es el exorcismo que Jesús realiza aquel sábado.  Esta acción muestra que Dios es todopoderoso, que vence la fuerza del mal y que está por encima de la ley del sábado, pero al mismo tiempo revela al Dios cercano, al Dios que es Padre, que siente compasión del ser humano que sufre y que le devuelve la dignidad que el maligno, por medio del pecado y sus consecuencias le quiere arrebatar:  la dignidad de ser hijos.

Con sus signos Jesús revela que el poder y la autoridad de Dios tienen su fundamento en el amor por cada persona humana.

Esta verdad que hoy se nos revela por la palabra proclamada, inunda el corazón de agradecimiento, ante el amor extraordinario de Dios por cada uno de nosotros, nos hace sentirnos amados y cuidados por Él, y aumenta, como hemos pedido en la oración colecta, el deseo de adorarlo con toda el alma.

Pero a la vez, esta palabra, debe conducirnos al verdadero compromiso cristiano, que es vivir con autenticidad "también nosotros" el mensaje que Cristo nos ha transmitido, es decir que cada una de nuestras acciones tenga como fundamento el amor y la compasión que Dios ha tenido por nosotros, esto también lo hemos pedido en la oración colecta, que Dios nos conceda amar a los hermanos con afecto espiritual.

Por eso, no siendo sordos a la voz del Señor, como hemos rezado en el Salmo, pidamos la gracia del Espíritu, para cumplir lo que esta palabra hoy nos exhorta:  ser constructores del Reino anunciado por Cristo y testigos del amor y la compasión del Padre que da autoridad y autenticidad a este anuncio.