(VIDEO) Mensaje de Mons. Daniel Blanco Méndez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de San José
Este Domingo III del tiempo ordinario, ha sido establecido por el Santo Padre, el Papa Francisco como el Domingo de la Palabra para que sea «dedicado a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios» (Apuerit Illis 3).
El Papa Francisco ha visto la necesidad de que la Iglesia en el mundo entero reflexione sobre la importancia que tiene la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia. Desde la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, la Iglesia ha querido darle un lugar primordial a la Palabra en las celebraciones litúrgicas, además de que la proclamación de la palabra en las lenguas vernáculas, ha posibilitado la comprensión de todo el pueblo de Dios de esta palabra proclamada.
Pero ciertamente, este esfuerzo del Vaticano II, para acercar al Pueblo Católico a la Palabra de Dios por medio de las celebraciones litúrgicas, no ha sido suficiente, ya que la lectura y la reflexión de la palabra de Dios no debe quedarse únicamente en el ámbito de las celebraciones litúrgicas, sino que deben estar presentes en la acción misionera y en la acción catequética de la Iglesia, asimismo en la vida cotidiana de los creyentes teniendo acceso a la Sagrada Escritura en la oración y en la lectura desde sus hogares, porque como nos dice San Jerónimo «quien desconoce las escrituras desconoce a Cristo».
Por esto, celebrar la Palabra, es celebrar a Cristo, conocer la Palabra es conocer a Cristo, su mensaje y su revelación, es decir a Dios como Padre amoroso y misericordioso que ha enviado a su Hijo para salvarnos. Toda la Sagrada Escritura "nos recuerda el Papa" debe llevarnos a tener una experiencia del Resucitado que nos explica la escritura y nos fracciona el pan.
La Palabra de Dios que hoy se ha proclamado no es la excepción. Nos lleva a tener una experiencia del Señor que nos llama constantemente a la conversión, que nos hace participar de su Reino, que es precisamente el encuentro de Dios con el ser humano, al cual hace participe para que colabore en el anuncio e instauración de su Reino.
Ya desde el Antiguo Testamento, este llamado a volver el corazón a Dios y a arrepentirse de las malas acciones lo escuchamos con insistencia. Hoy es el profeta Jonás quien llama a la conversión a los habitantes de Nínive, ciudad considerada el prototipo de paganismo, los ninivitas al escuchar la voz del profeta se arrepienten de corazón y hacen experiencia de la misericordia de Dios que los perdona.
Este llamado a la conversión, también lo realiza Jesucristo al iniciar su vida pública, así lo muestra San Marcos en el Evangelio proclamado. Además hace una exhortación a creer en el Evangelio y anuncia la cercanía del Reino de Dios. Reino que manifiesta concretamente la cercanía de Dios que ha salido al encuentro de la humanidad en la persona del Mesías que recorre los pueblos de Galilea anunciando salvación para judíos y gentiles.
En este anuncio del Evangelio, tal y como lo meditamos la semana anterior, el Señor confía en el servicio de seres humanos, a los que llama para que colaboren en la misión de hacer cercano el amor de Dios, de hacer palpable la cercanía de Dios con su pueblo. A los primeros discípulos, pescadores de profesión, los invita a ser Pescadores de hombres, es decir que los llama desde su realidad, desde su experiencia y desde su pericia para que toda su vida esté al servicio del Reino, es decir de Dios mismo y de los hermanos.
El llamado de Dios es tan penetrante y con tal autoridad, que aquellos cuatro pescadores lo dejan todo para seguir al maestro, este llamado les cambió su corazón y su historia, les permitió escuchar la palabra de Jesús, ver sus signos milagrosos, experimentar sus gestos de misericordia. Luego lo palparon resucitado y tuvieron la responsabilidad de llevar la buena noticia de la salvación hasta los confines del mundo.
Esta experiencia de llamado, de encuentro y cercanía con el Señor, nosotros hoy la tenemos precisamente gracias a la Palabra que Él constantemente nos dirige y con la cual nos interpela en nuestra responsabilidad de bautizados. En la Palabra encontramos consuelo, fortaleza, dirección y compromiso para anunciar al mundo, también hoy, que el Reino está cerca, es decir que Dios ha salido a nuestro encuentro.
Por eso, seamos asiduos en la escucha, la lectura y la meditación orante de la Palabra, en ella nos encontramos con Cristo mismo, lo conocemos más profundamente y lo podremos testimoniar con las buenas obras que esta Palabra suscitará en nuestras vidas.