Mensaje para el tiempo de navidad de los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica
«Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que
recibe del Padre como Hijo único,
lleno de gracia y de verdad»
(Juan 1, 14)
Como Pastores de la Iglesia, les saludamos con alegría y regocijo, jubilosos y agradecidos con motivo de la celebración anual del misterio de la Natividad del Señor, pues, como dice el Papa Francisco, en la Carta Admirabile signum, numeral 8: «el nacimiento de un niño suscita alegría y asombro, porque nos pone ante el gran misterio de la vida. Viendo brillar los ojos de los jóvenes esposos ante su hijo recién nacido, entendemos los sentimientos de María y José que, mirando al niño Jesús, percibían la presencia de Dios en sus vidas».
No dejamos de sorprendernos por el maravilloso regalo de la vida que Dios nos da, Él mismo se ha encarnado, se ha hecho vida humana para nuestra salvación. «El modo de actuar de Dios casi aturde, porque parece imposible que Él renuncie a su gloria para hacerse hombre como nosotros... Dios desconcierta, es impredecible, continuamente va más allá de nuestros esquemas. Así, pues, el pesebre, mientras nos muestra a Dios tal y como ha venido al mundo, nos invita a pensar en nuestra vida injertada en la de Dios; nos invita a ser discípulos suyos si queremos alcanzar el sentido último de la vida», (Admirabile signum, numeral 8).
La Santísima Virgen María exclamaba exultante en su encuentro con Isabel (Lucas 1, 46-47): «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador». Es la grandeza de Dios que se reconoce y agradece ante el milagro de la vida. Ese mismo milagro de la vida lo seguimos celebrando por generaciones, pues es el don más sagrado que Dios nos dio.
El nacimiento de Jesucristo transformó la historia de la humanidad para siempre. La Navidad es Jesús mismo nacido entre nosotros. Él ha tomado nuestra carne y ha entrado en nuestra historia. Él, que es la vida, nos hace más solidarios y sensibles, nos permite transformar nuestro entorno con la fuerza renovadora del amor. No perdamos la capacidad de asombro ante el misterio, dejémonos admirar por ese niño que nació hace más de dos mil años.
Valoremos y agradezcamos el don de la vida que hemos recibido de Dios, el más preciado que tenemos. Lamentablemente, en este año 2020, por efecto de la pandemia, muchos de nuestros hermanos la han perdido. Confiados estamos en que el Señor de la vida les acogió, al igual que a muchas otras personas que nos dejaron por otras causas. Pedimos a Dios que siga fortaleciendo a sus seres queridos que siguen peregrinando en este mundo. Nuestra oración por la vida de los no nacidos y por la vida de las mujeres embarazadas. Nuestra plegaria confiada y deseo firme para que Costa Rica vuelva a dejarse sorprender por el milagro de la vida, la valore, promueva y proteja. Que esta Navidad nos enseñe y recuerde que estamos en la misma barca de la vida y de la historia.
En este tiempo, las raíces profundas de fe que tiene nuestro pueblo permiten ver en muchos de nuestros hogares la imagen sagrada de la Familia de Nazaret. Tenemos nuestro propio portal o «pequeño Belén». En este signo reflejamos nuestra fe, lo hacemos con amor y evocamos esa imagen del Evangelio que nos inspira a nacer continuamente en la fe, la esperanza y el amor.
En esta Navidad, llegue nuestro mensaje para todas las personas: creyentes y no creyentes, católicos y practicantes de otros credos, ministros ordenados, personas de la vida consagrada, fieles laicos comprometidos, también para aquellos que se han alejado de la Iglesia, costarricenses y extranjeros. No queremos que nadie quede sin recibir nuestro saludo de esperanza, de alegría y de paz, ¡que toda la nación sea cobijada por la luz maravillosa y la santa alegría de la Navidad! Que estos sentimientos se vean reflejados no sólo en este tiempo, sino a lo largo del año venidero 2021.
Que la Palabra hecha carne, presente entre nosotros, llena de gloria, de gracia y de verdad (cfr. Juan 1, 14) habite toda nuestra nación, inspire el corazón de cada uno de sus habitantes, y podamos así caminar juntos y fortalecidos en procura del anhelado bien común, que nos permita tejer lazos de fraternidad y consolidar a nuestro país en los caminos de la justicia, la paz social y el amor mutuo.
En esta Navidad, hacemos llegar nuestra bendición a todos los rincones de nuestra patria; que el «Dios con nosotros» anime y santifique nuestras vidas, y que la Reina de los Ángeles, madre y patrona nuestra, siga intercediendo por Costa Rica. Nos encomendamos también a la protección de San José, especialmente en este año dedicado al Santo Patriarca, padre nutricio de Jesús.
En la sede de la Conferencia Episcopal, San José, a los 24 días del mes de diciembre del año del Señor 2020.
JOSÉ MANUEL GARITA HERRERA
Obispo de Ciudad Quesada
Presidente
DANIEL FRANCISCO BLANCO MÉNDEZ
Obispo Auxiliar de San José
Secretario General