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Iglesia

Libertad Religiosa es un derecho de toda persona

Mensaje de los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica


«Hay un derecho humano fundamental que no debe ser olvidado en el camino de la fraternidad y de la paz; el de la libertad religiosa para los creyentes de todas las religiones» Papa Francisco, Fratelli tutti, 279. 


Como pastores del pueblo de Dios, nos sentimos llamados a dar una palabra respecto de la libertad religiosa y de culto a la que todos tenemos derecho como seres humanos. 


A propósito de ello, se discute en la Asamblea Legislativa el Proyecto de Ley 21.012, Ley para libertad religiosa y culto. Creemos conveniente que alrededor de esta temática prive el respeto, la tolerancia y la comprensión, pues se trata de un derecho humano. 


«Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia», así lo señala el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. 


El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (numeral 422) sostiene: «El derecho a la libertad religiosa debe ser reconocido en el ordenamiento jurídico y sancionado como derecho civil. Sin embargo, no es de por sí un derecho ilimitado. Los justos límites al ejercicio de la libertad religiosa deben ser determinados para cada situación social mediante la prudencia política, según las exigencias del bien común, y ratificados por la autoridad civil mediante normas jurídicas conformes al orden moral objetivo». 


Desde esta perspectiva, damos nuestro apoyo a esas iniciativas de ley que buscan fortalecer el derecho de dar culto a Dios, experiencia que va más allá de hacerlo en los templos o de manera privada, pues es parte de nuestra cultura, nos pone en el camino del diálogo, al mismo tiempo que permite interactuar y expresar públicamente nuestras creencias. 


Como dice el Papa Francisco en su Encíclica Fratelli tutti (numeral 274): «Desde nuestra experiencia de fe y desde la sabiduría que ha ido amasándose a lo largo de los siglos, aprendiendo también de nuestras muchas debilidades y caídas, los creyentes de las distintas religiones sabemos que hacer presente a Dios es un bien para nuestras sociedades. Buscar a Dios con corazón sincero, siempre que no lo empañemos con nuestros intereses ideológicos o instrumentales, nos ayuda a reconocernos compañeros de camino, verdaderamente hermanos». 


En el espíritu de la libertad religiosa, respetamos también a las personas no creyentes, es su derecho de ejercerlo en conciencia. Por ello, llamamos al respeto y a la tolerancia para todos. 


Nuestra nación siempre ha sido un pueblo creyente, históricamente ha tenido raíces espirituales profundas. Por ello, una ley que venga a fortalecer este derecho humano de la libertad religiosa, además de una necesidad, sería una gracia. 


Hacemos un llamado a las personas de nuestro tiempo a fomentar el diálogo, a transitar caminos de paz, a contribuir desde nuestras distintas creencias al fortalecimiento del bien común y de la democracia bicentenaria hacia la cual se dirige Costa Rica. 


A 55 años de haber promulgado la Declaración Nostra Aetate, sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, queremos, en el fondo, retomar la esencia de este importante mensaje de la Iglesia. 


«No podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios. La relación del hombre para con Dios Padre y con los demás hombres sus hermanos están de tal forma unidas que, como dice la Escritura: "el que no ama, no ha conocido a Dios" (1 Jn 4,8)», decía la Declaración. 


Estamos convencidos que una ley de libertad religiosa debe contener de manera explícita el respeto a la actuación de las personas conforme a sus propias creencias y convicciones, es decir, que toda persona pueda ejercer libremente el derecho a profesar y manifestar, de manera individual o en comunidad, la propia religión o fe, sea en público o en privado. 


Asimismo, debe reconocerse el respeto a la libertad y objeción de conciencia, el reconocimiento a los grupos religiosos con estatus jurídico propio y que se resguarden los derechos de las personas a no ser perseguidas por sus creencias y convicciones. 


Que el gran aporte de la libertad religiosa sea construir la fraternidad, la paz y el amor como auténticos valores para el fortalecimiento de nuestra sociedad. 


En la sede de la Conferencia Episcopal, San José, a los 24 días del mes de noviembre del año del Señor 2020. 


 

+JOSÉ MANUEL GARITA HERRERA

Obispo de Ciudad Quesada

Presidente

 

+DANIEL FRANCISCO BLANCO MÉNDEZ

Obispo Auxiliar de San José

Secretario General