Papa en la Jornada de los Pobres
El Santo Padre profundizó sobre el evangelio del día que narra la parábola de los talentos que Jesús cuenta a sus discípulos: un señor llama a sus siervos, les entrega a cada uno una serie de talentos, (una cantidad diferente según su capacidad) y luego, con el tiempo, les reclama qué es lo que han hecho con esas monedas entregadas. Francisco, divide, entonces, este relato en tres partes: "un comienzo, un desarrollo y un desenlace, que iluminan el principio, el núcleo y el final de nuestras vidas".
"En el comienzo todo inicia con un gran bien: el dueño no se guarda sus riquezas para sí mismo, sino que las da a los siervos; a uno cinco, a otro dos, a otro un talento, a cada cual según su capacidad", dijo el Pontífice recordando que también para nosotros empieza todo así:
"Con la gracia de Dios, que es Padre y ha puesto tanto bien en nuestras manos, confiando a cada uno talentos diferentes. Somos portadores de una gran riqueza, que no depende de cuánto poseamos, sino de lo que somos: de la vida que hemos recibido, del bien que hay en nosotros, de la belleza irreemplazable que Dios nos ha dado, porque somos hechos a su imagen, cada uno de nosotros es precioso a sus ojos, único e insustituible en la historia".
Luego llegamos al centro de la parábola - continuó reflexionando Francisco- que es el trabajo de los sirvientes, es decir, el servicio.
Y para lograr esto, el Papa señaló que es fundamental seguir el ejemplo de San Pablo que "nos invita a enfrentar la realidad y a no dejarnos llevar por la indiferencia".
"¿Pero cuál es el estilo de servicio?" - se interrogó el Obispo de Roma.
Precisamente el señor de la parábola indica al siervo fiel el camino que hay que seguir para que los talentos recibidos den frutos: «Debías haber llevado mi dinero a los prestamistas, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses» (v. 27). A este punto, el Santo Padre nos plantea... «¿Quiénes son los "prestamistas" para nosotros, capaces de conseguir un interés duradero?».
Llegando a la parte final de la parábola, el Papa subrayó las palabras del señor a sus siervos: "Habrá quien tenga abundancia y quien haya desperdiciado su vida y permanecerá siendo pobre (cf. v. 29)".
Al concluir su homilía, Francisco agradeció a todos los fieles siervos de Dios, "que no dan de qué hablar sobre ellos mismos, sino que viven así, sirviendo":
"Pienso, por ejemplo, en D. Roberto Malgesini. Este sacerdote no hizo teorías; simplemente, vio a Jesús en los pobres y el sentido de la vida en el servicio. Enjugó las lágrimas con mansedumbre, en el nombre de Dios que consuela", dijo el Santo Padre concluyendo:
"En el comienzo de su día estaba la oración, para acoger el don de Dios; en el centro del día estaba la caridad, para hacer fructificar el amor recibido; en el final, un claro testimonio del Evangelio. Comprendió que tenía que tender su mano a los muchos pobres que encontraba diariamente porque veía a Jesús en cada uno de ellos. Pidamos la gracia de no ser cristianos de palabras, sino en los hechos. Para dar fruto, como Jesús desea".
Fuente:vaticannews.va