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Dios nos llama a ser santos

(VIDEO) Mensaje de Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano

 

 

Hay palabras de "moda", entre ellas, el concepto "aspiracionalidad", usado por publicistas para indicar que la población busca estereotipos a los cuales parecerse, en especial, si estos son ricos, famosos, connotados o triunfadores. Es, pues, una campaña aspiracional "si en ella se muestra una fantasía que poco tiene que ver con la realidad de los consumidores, pero que consideramos suficientemente atractiva como para llamar la atención".[1]

 

Desde esta perspectiva, las palabras del Señor: "Sean perfectos como es perfecto su Padre celestial" (Mateo 5, 48), no sería sino un "anhelo" aspiracional, una propuesta poco realista y fuera del alcance de aquellos que le seguimos. Entonces, ¿Por qué Jesús nos hace esta proposición? ¿Por qué el Señor nos pone de frente un referente tan alto si, de hecho, nuestra naturaleza humana está llena de limitaciones, vicios y errores? 

 

Saulo de Tarso, y recalco con especial interés, San Pablo, al hablarnos de su propia experiencia de seguimiento nos cuenta: "Me han metido una espina en la carne, un ángel de Satanás que me apalea para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad" (2Co 12,8). En su humanidad pudo sentir la derrota, pero fue la gracia de Dios la que responde, poderosamente, a su petición humilde.

 

Dios quiere que confiemos en su gracia y nos fiemos enteramente de su amor. Y aquí el apóstol nos da una gran enseñanza: "Vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte". Nos revela así este misterio de la vida cristiana. Lo que parece una contradicción, un peso o un estorbo en nuestra vida, Dios lo transforma en una oportunidad para crecer y conseguir la perfección. No somos nosotros quienes alcanzamos la santidad sino Dios quien la otorga a quien hace de Cristo "el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14, 6).

 

Benedicto XVI, siguiendo las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino nos recuerda que la gracia divina no anula, sino que supone y perfecciona nuestra naturaleza humana. "Esta última, de hecho, incluso después del pecado, no está completamente corrompida, sino herida y debilitada. La Gracia, dada por Dios y comunicada a través del misterio del Verbo encarnado, es un don absolutamente gratuito con el que la naturaleza es curada, potenciada y ayudada a perseguir el deseo innato en el corazón de cada hombre y de cada mujer" Todas las facultades del ser humano son purificadas, transformadas y elevadas por la Gracia divina".[2]

 

 

De modo asombroso, en ese llamado a la perfección que algunos pensarían, repito, es sólo "aspiracional", la Iglesia ha sabido interpretar que "todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad".[3]

 

Al celebrar este 1°de noviembre la Solemnidad de todos los Santos, la Iglesia nos recuerda que todos somos potencialmente santos. La santidad no es el privilegio de unos cuantos y sí, ciertamente, debemos esforzarnos pues "el camino de la perfección pasa por la cruz y no hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual",[4] para alcanzar esa meta, los creyentes debemos seguir las huellas de Cristo, haciéndonos conformes a su imagen y siendo obedientes en todo a la voluntad del Padre. 

 

Reconociendo la gracia de Dios actuante en esa multitud de hombres y mujeres que vivieron heroicamente su fe, la gran mayoría en el anonimato, pedimos a ellos, también, su intercesión para que todos podamos avanzar en ese mismo camino, y así entender, como nos enseña el Papa Francisco, que "las dificultades que parecen enormes son la oportunidad para crecer..."[5]  Dios nos quiere santos y con su presencia amorosa y actuante, nos regala la capacidad para responderle con generosidad.



[1] Ramiro Casó, Sobre lo aspiracional, 11 diciembre 2012

[2] Benedicto XVI, Audiencia General, explicando a Santo Tomás de Aquino, 16 de junio de 2010

 

[3] Lumen Gentium 40

[4] Catecismo de la Iglesia, 2015

[5] Fratelli Tutti, 78