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La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia

Comentario por el Padre Ronald Fallas

Hemos concluido con mucho gozo y gratitud al Señor el mes de agosto, mes de las familias. Y ahora iniciamos el mes de septiembre para meternos de lleno en la reflexión en torno a la Santa Biblia, ya que este mes es dedicado a la Biblia.
Y quiero iniciar esta reflexión retomando un importantísimo documento de la Iglesia que nos refiere a la importancia de la Palabra de Dios en la vida del cristiano. Me refiero a la exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini (Palabra del Señor), del santo padre Benedicto XVI, Papa Emérito. Este documento es el fruto de la reflexión de los padres sinodales que participaron en la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, realizada en octubre del 2008, que en palabras del mismo Papa (Cfr VD3), en continuidad con la anterior Asamblea sinodal sobre la Eucaristía, ha tocado en cierto sentido el corazón mismo de la vida cristiana.
Claro, aquí la referencia que nos hace el Santo Padre tiene muchísimo sentido con las enseñanzas magisteriales de la Iglesia a la Luz del Evangelio, cuando se nos enseña que Jesucristo es Verdadera Palabra y Pan de Vida, que alimenta y sostiene toda la vida cristiana. Como sucede en cada celebración de la Santa Misa, Nuestro Señor Jesucristo se nos da como alimento en un doble banquete: la Mesa de la Palabra y la Mesa de la Eucaristía.
Volviendo al documento sinodal, esta bella exhortación dirigida a todos los fieles, es decir, a todos cuantos conformamos por el Bautismo la Santa Iglesia Católica, suscita en el lector como aconteció durante la realización del Sínodo, una experiencia profunda de encuentro con Jesucristo, Verbo del Padre (Cfr VD1), palabra que es Eterna porque es el mismo Cristo, vigente ahora y siempre y que se convierte para el creyente en una lámpara que ilumina su caminar (Sal 119,105).
Aprovechando que tenemos por delante, Dios primero, todo este mes para la reflexión, iremos semana a semana abordando algunos elementos de la Verbum Domini, a partir de su introducción que abordaremos ahora mismo para después repasar sus tres capítulos y finalizar con su conclusión.
Como suele suceder, de las primeras palabras del texto en latín se desprende el título del documento: La palabra del Señor (Verbum Domini) permanece para siempre. Ya sólo esta primera oración da mucho sentido al contenido del texto que busca adentrarnos por la reflexión en el misterio del Dios encarnado, el Verbo Eterno, el Señor que ha puesto su tienda entre nosotros. Más adelante, el Papa Emérito, tomando del texto sagrado de la primera carta de San Juan, exalta la alegría del encuentro con la Vida Eterna, Jesucristo, Verbo de la Vida (cfr. 1 Jn 1,2-3) y la estrecha relación del Sínodo de la Palabra con la Constitución Dogmática Dei Verbum (Palabra de Dios) del Concilio Ecuménico Vaticano II, sobre la divina revelación. El Dios amor se nos ha dado a conocer y de un mudo más pleno lo hace por medio de su Hijo, Palabra Eterna y Encarnada.
Para concluir por el momento, cierra el Santo Padre la introducción de la Verbum Domini con el prólogo del Evangelio de San Juan (Jn1,1-18), la alegría del anuncio de Aquel que es nuestra vida, Jesús, el Verbo que desde el principio estaba con Dios, se hizo carne y habitó entre nosotros. Ruega el Papa que los frutos de este Sínodo sobre la Palabra influyan eficazmente sobre la Iglesia en relación con las Sagradas Escrituras, Palabra consignada y que sigue dando vida a todos aquellos que la escuchan atentamente y la practican en obediencia.