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Iglesia

Arquidiócesis de San José peregrinó a la Basílica

(VIDEO) Mons. José Rafael Quirós: "es tiempo de distanciamiento físico preventivo, pero no para dar lugar al egoísmo destructivo o a la indiferencia".

 

Este viernes 24 de julio le correspondió a la Arquidiócesis de San José peregrinar a la Basílica de los Ángeles. 

 

La misa sin fieles por motivo de la pandemia, fue presidida por el Arzobispo Metropolitano, Mons. José Rafael Quirós. 

 

A continuación la homilía que Mons. Quirós pronunció: 

 

 

 

Peregrinación a la Basílica

De Nuestra Señora de loa Ángeles

Arquidiócesis de San José

24 julio de 2020

 

 

Muy estimado Mons. Daniel Blanco, Obispo Auxiliar de San José, Mons. Mario Quirós, Obispo Diocesano de Cartago, sacerdotes presentes, seminaristas y hermanos todos que se unen a esta celebración a través de los medios. Con la alegría propia de los hijos que con total confianza y sinceridad, aman a su Madre, como comunidad arquidiocesana virtualmente presente, sentimos el recibimiento amoroso de la Madre de Jesús y Madre nuestra, la Negrita de Los Ángeles. 

Tenemos la total certeza que nuestra presencia no le es indiferente, porque ella atendiendo nuestras peticiones, de inmediato las presenta a su Hijo, el único mediador ante el Padre, quien nos abraza con infinita misericordia. 

En esta oportunidad, nos colocamos ante "María, como Madre y Medianera de la gracia". Al respecto nos enseña el Concilio: "La función maternal de María para con los hombres de ningún modo oscurece ni disminuye la única mediación de Cristo, sino que muestra su eficacia. En efecto, cualquier influjo salvador de la santísima Virgen en los hombres nace? de la superabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en la mediación de él, depende totalmente de ella, y de ella obtiene toda su eficacia; en modo alguno impide la unión inmediata de los creyentes con Cristo, sino que la favorece." (Lumen gentium, 60).

Ella, desde el momento en que aceptó ser la Madre de Jesús, se dispuso a recorrer el largo y duro camino junto a su Hijo, y al pie de la Cruz,   accede a ser nuestra Madre y vincularse enteramente al plan de nuestra salvación.  Esto nos lleva a reforzar más  nuestra fe y, sin temor a equivocarnos,  a recurrir a ella en nuestras necesidades y a continuar nuestro camino discipular para llegar a la presencia de Dios nuestro Padre. 

En María se cumple para la humanidad entera lo que el profeta anunciaba en la primera lectura que hemos escuchado, "Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos". (Sof. 13, 14-15). El sí que ella da, hizo posible que el esperado de los tiempos llegara a nosotros. 

Es en ese mismo sentido que hemos escuchado en el hermoso texto del evangelio que se ha proclamado, cómo Isabel ante la presencia de la Santísima Virgen, de manera espontánea, emocionada, llena de fe e impulsada por la acción del Espíritu,  exclama "Dichosa o bienaventurada tú, que has creído" (Lc. 1, 45). Es interesante señalar cómo esta primera bienaventuranza que se menciona en los evangelios está reservada a la Virgen María, quien supo entregarse total y plenamente a la  voluntad de Dios. 

Al proclamarse la esclava del Señor, en el momento de la anunciación María expresa la fe de Israel. Se termina así la larga espera de la salvación para ese pueblo que en medio de luchas y situaciones dolorosas, esperaba la plena manifestación de su Dios, quien les había prometido un Mesías, un Salvador, con María se inauguran los tiempos nuevos de la Redención. Al experimentar en su vientre al Emmanuel, el Dios con nosotros, la alegría de su espíritu en Dios su Salvador no le permitió quedarse disfrutando a solas aquella hermosa vivencia, sino que sintió la urgencia de compartirla con quien en ese momento necesitaba de ella, razón por la cual sale presurosa hacia la montaña en búsqueda de su prima Isabel. 

Si bien María sabía que su prima necesitaba de su ayuda en ese momento, y fue a acompañarla porque estaba esperando el nacimiento de  su hijo Juan Bautista, precursor del Señor, sobre todo lo que le movió fue su deseo de compartir con Isabel la alegría por la llegada de los tiempos nuevos de la salvación. 

Se esperaba con ansias la libertad de los oprimidos, de aquellos que estaban siendo pisoteados en su dignidad, libertad que en plenitud se hizo presente en Cristo el Ungido por excelencia. Se esperaba la justicia, y estaba ya presente Aquel que derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, igualmente fue larga la espera de los tiempos de paz,  y qué hermosos son sobre los montes los pasos de quien anuncia la paz, esa paz que nos viene como regalo a quienes amamos a Dios y se nos invita a ser sus constructores. Hoy hermanos, es a nosotros con María a quienes  corresponde llevar este mensaje gozoso a todos aquellos que se sienten sin esperanza y no tienen la capacidad para mirar hacia el futuro, porqua no es fácil la realidad que nos está tocando vivir. 

Hemos de ser portadores de este mensaje de fortaleza y esperanza, y estar plenamente seguros que no en vano el Hijo de Dios quiso asumir nuestra condición humana. Toma sobre sí nuestros sufrimientos, para devolvernos paz y la energía que necesitamos para poder responder a nuestras limitaciones. Con ello nos está indicando la actitud que hemos de asumir, no ser indiferentes ante el dolor y necesidades de los hermanos, sino, que conforme  a las posibilidades estar cerca del que sufre. 

Estos no son tiempos para profundizar las divisiones y señalamientos de errores, es tiempo de distanciamiento físico preventivo, pero no para dar lugar al egoísmo destructivo o a la indiferencia, sino es el tiempo para como María, correr hasta la montaña para ayudar a quien lo necesita.  «Amarás a tu prójimo como a ti mismo » (19, 18; cf. Mc 12, 29- 31). "En un mundo en el cual a veces se relaciona el nombre de Dios con la venganza o incluso con la obligación del odio y la violencia, éste es un mensaje de gran actualidad y con un significado muy concreto". (Benedicto XVI, Deus caritas est). Volquemos nuestra mirada hacia el hermano donde se nos muestra el mismo Señor que pide ayuda.

Por tanto, la unidad en objetivos comunes es lo que nos está faltando, hay que dejar de lado todo interés de la naturaleza que sea, personal, organizacional o proyecto político. Pensar de esa forma es una ofensa.

Cuántos hermanos esperan desde hace muchos años disfrutar del derecho a un techo digno, donde se diga en verdad "aquí vive un ser humano". Así que, los programas sociales no pueden verse desfinanciados, son muchas las casas que deben construirse, que por el aporte de los costarricenses mediante los impuestos siga llegando a muchas familias, la ayuda económica necesaria en estos momentos en que se han pedido muchos puestos de trabajo y la pobreza se ha profundizado. Pero, hay quienes afirman que se tendrá que buscar el camino para que lleguen al fisco, los fondos que no están llegando por la evasión o la elusión, quienes más reciben, más deben aportar. Para los cristianos esto es vivir la caridad como camino de transformación. 

Por esto, se deben buscar las soluciones técnicas pero concretas y viables, pero desde un horizonte ético: "Ante los trágicos dilemas, los criterios generales de intervención, basados en la equidad en la distribución de los recursos, el respeto de la dignidad de toda persona y la especial atención a los vulnerables, deben esbozarse de antemano y articularse en su plausibilidad racional con el mayor cuidado posible" (Academia para la vida, Humana communitas, n. 23). En el último informe de la OCDE (julio del 2020), divulgado la semana pasada, se llama la atención sobre el hecho de que Costa Rica "continúa siendo un país muy desigual". De hecho, según este estudio, entre los 38 países vinculados a la OCDE, Costa Rica es el país con el mayor índice de desigualdad. Lo que nos debe llevar a tomar conciencia que no todo se mueve por cifras y acumulación de riqueza, sino que de por medio hay seres humanos a los cuales se debe atender en sus necesidades. No podemos ceder ante las posiciones radicales y polarizadas que solo conducen a la pérdida de la paz social.

Es la hora de fortalecer y posesionar aún más instituciones emblemáticas de nuestro país, que han dado muestras de éxito en su labor social, tales como la CCSS, el ICE entre otras, no se puede ceder a presiones internas o externas, si es que se dan, para que esto cambie. El caminar democrático exige en este momento estar atentos para que estas instituciones sigan perteneciendo y sirviendo al pueblo, tal y como ha sido hasta el momento.  

También, qué importante es el papel informativo y educativo de los medios de comunicación sirviendo a la verdad; según el Papa Francisco, "Necesitamos medios de comunicación capaces de construir puentes, defender la vida y abatir los muros, visibles e invisibles, que impiden el diálogo sincero y la comunicación verdadera entre personas y comunidades". Pero también se necesitan medios de comunicación  "que puedan ayudar a las personas, especialmente a los jóvenes, a distinguir el bien del mal; a desarrollar juicios sólidos basados en una presentación clara e imparcial de los hechos; y a comprender la importancia de trabajar por la justicia, la concordia social y el respeto a nuestra casa común". También: "necesitamos hombres y mujeres con sólidos valores que protejan la comunicación de todo lo que puede distorsionarla o desviarla hacia otros propósitos".

Como en otras ocasiones lo he manifestado, seamos generosos con nuestro querido país, tomemos el camino del diálogo social abierto, transparente, donde se ponga sobre la mesa la verdad y se tomen las mejores decisiones para todos. De no hacerlo, estaríamos cometiendo un error del cual nos lamentaremos por sus graves consecuencias, tanto para nosotros como para las futuras generaciones. 

Enseñaba San Juan Pablo II,   que  "en nuestro tiempo muchos ensalzan la fuerza física, llegando incluso a aprobar las manifestaciones extremas de la violencia pero en realidad, el hombre cada día experimenta la propia debilidad, especialmente en el campo espiritual y moral... Precisamente para resistir a estas múltiples instigaciones es necesaria la virtud de la fortaleza". (Catequesis sobre el Credo, 14-V-89)

Pidamos al Espíritu Santo  que infunda en nuestros corazones esa fortaleza que nos haga sobreponernos a todo mal y permanecer coherentes en los valores fundamentales, perseverando valientemente.

Agradezco de todo corazón a los sacerdotes, miembros de la vida consagrada y laicos,  todo el esfuerzo que han realizado y siguen llevando a cabo, en la asistencia a los pobres, en la evangelización a través de los distintos medios, y sus plegarias en estos momentos que necesitamos orar unos por otros. 

Postrados ante la Reina de Los Ángeles, imploramos su intercesión por la paz y la salud del mundo y de nuestro país, y que reine el perdón, el diálogo y la comprensión. 

De manera especial, encomendamos a todos los jóvenes, en este mes de la juventud,  para que sigan adelante en medio del desconcierto que puedan sentir en este momento, que guiados por la Luz verdadera, encuentren la verdadera felicidad, todos en la misma barca.

Y que vivamos siempre la Santísima Eucaristía como la fuerza que dinamiza toda nuestra vida presente y nos conduce a la plenitud en la vida eterna.

 

Así sea