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Un breve respiro al mundo y a nosotros mismos.

El Pbr. Ronald Fallas, nos comparte un mensaje de vida y esperanza.

Si un número superior de habitantes de este planeta nos hubiéramos puesto de acuerdo para lograr dar un respiro al mundo y a nosotros mismos de la forma en que lo estamos haciendo actualmente, no tan conscientemente pero sí involuntariamente, quizá, como suelen decir algunos, no nos hubiera salido.

En estos días se celebró a nivel mundial el "Día de la Tierra", propiamente el 22 de abril, un día dentro del año muy presente para algunos y que pasa desapercibido para la gran mayoría. Y se me hace interesante que se le dedique un solo día al año a nuestra "casa común" cuando deberíamos ponerle todo nuestro empeño y atención todos los días que pisemos este suelo. Dicen que es para crear conciencia. Pero parece que la conciencia dá nada más para un fugaz pensamiento o sentimiento que si no nos mueve a acciones concretas, es un poco más que nada, ridículo.

Y talvez no sea simplemente una cuestión de conciencia o de sentimientos fugases, es que ahora no alcanza el año ni sus días para celebrar tanta cosa que hay que celebrar. Hasta lo más inverosímil de este mundo tiene hoy su propio día, por eso fácilmente se nos pasan las fechas de celebración. Recuerdo cuando estaba en la escuela, y los que fueron también a ella en los años ochenta me darán la razón, nos aprendíamos de memoria las efemérides y otras celebraciones importantes con sus fechas, y hasta eran motivo de evaluación en cívica. Pero en ese entonces eran pocas fechas y celebraciones, fáciles de memorizar y no pasaban desapercibidas sus celebraciones. En este tiempo no es posible recordar tanta cosa para celebrar en un solo día. 

Volviendo al punto, es que el día de la Tierra ha de ser algo más que hacer conciencia. Y lo que hoy se está logrando, extrañamente gracias a la pandemia, no lo hubiéramos logrado a punta de conciencia. Los medios noticiosos y de comunicación nos han traído notas como, bajaron los índices de smog en ciudades de China y ahora es más fácil respirar, cosa que ha sucedido también en nuestro país, porque hay menos fábricas laborando y menos carros transitando. O la otra nota curiosa en ciudad de México, donde ya era posible ver las estrellas. Que deleite ver imágenes de Venecia con sus canales de agua completamente transparente y el avistamiento de manatíes donde antes nunca se habían visto. Y que hay con las aves y sus cantos, bueno, aquí mismo constatamos el hermoso trinar de las aves que siempre están ahí, pero habíamos dejado de advertirlas. Después dijeron que en Madrid era posible escuchar el canto de los pájaros y cómo no, si el cese de la actividad humana está dando lugar a que la naturaleza se luzca como debería hacerlo siempre. Y creo que lo hace siempre, obedeciendo a sus propias leyes; somos nosotros los seres humanos y nuestro estilo de vida el que le ha restado protagonismo a la creación, sin mencionar el gravísimo daño que con cada acción le hacemos.

Estos días de confinamiento, que nos permite ser más reflexivos al bajar el ritmo del acelerado activismo que solemos vivir, ha de ser una gran oportunidad para actuar más responsablemente con la creación, y este término engloba también al ser humano. En buena hora que a través de Laudato Sí, del papa Francisco, tenemos los cristianos una hermosa herramienta para poner manos a la obra e involucrarnos en acciones concretas desde nuestras casas, aunque de muchos hogares lo único que sale para la naturaleza es más basura, como si ya no fuera suficiente.

Qué dicha que ahora las aguas son más transparentes y limpias, para contemplar su belleza y los peces que nadan en ella, pero esto será sólo una cuestión momentánea, lamentablemente.

Que dicha que ahora hay menos vehículos circulando, aunque en Costa Rica siguen las presas en el tránsito, porque arrojamos menos vapores y gases al ambiente y se está purificando el aire, aunque esto será sólo un efecto momentáneo.

Qué belleza escuchar el canto de las aves, aunque un poco abusadas pues empiezan a cantar a las 4 de la madrugada, ni modo. Pero ya vendrá nuevamente el ruido de las máquinas que opaca el hermoso trinar de los pajarillos.

Y el brillo de las estrellas, tan lindas que se han visto todas estas noches, bueno, también se opacará porque vendrá nuevamente el smog, y quizá con volúmenes más exorbitantes porque hay que reactivar las economías mundiales, poniendo nuevamente en riesgo a la creación y con ella a nosotros mismos.

Por esto y mucho, insisto, no sólo es cuestión de celebración anual y de elevar conciencias. Es algo más, podría ser de compromiso, de acciones concretas, no estoy seguro. De lo que sí estoy seguro es que la madre naturaleza nos está dando hoy una gran lección y como suele suceder, no le estamos haciendo caso. Hagamos el esfuerzo por comprender su lenguaje y unamos nuestra voz al resto de la creación, en un sano equilibrio y dando gracias a su Creador.