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Iglesia

Celebración en honor a San José Obrero

Pidamos al Señor de manera especial por quienes no tienen trabajo o han visto disminuidas sus condiciones laborales.


 Mons. José Rafael Quirós Quirós, Arzobispo Metropolitano 


Hermanos: el tiempo pascual que estamos viviendo, nos da la oportunidad para renovar nuestra respuesta  al regalo de la fe que recibimos el día de nuestro bautismo. Durante estos días, animados por la Palabra de Dios que se proclama, adhirámonos más firmemente al fundamento de nuestra fe: la Resurrección del Señor, que es el acontecimiento que recrea toda la historia de la humanidad, conduciéndola de nuevo a la plena libertad y gozosa esperanza de vida eterna.

En la narración del Génesis, hemos escuchado cómo todo procede de la acción creadora de Dios todopoderoso, quien en su infinito amor fue llamando a la existencia a todos y cada uno de los seres, y de manera especialísima crea al ser humano, depositando en él todo su amor y confianza para que, colocándose por encima de las demás criaturas, colaborara con Dios en llevar adelante el plan que se había forjado.  Pero conocemos la triste historia cuando nuestros primeros padres, entablando conversación con el maligno traicionaron a Dios, y queriendo ser dios para sí mismos, y supuestamente liberados de su voluntad, se esconden de Él, convirtiéndose en esclavos del pecado, con todas las consecuencias que esto trae.

Es por la resurrección de Cristo que todas las cosas vuelven a ser nuevas, comenzando por la criatura humana, que ya no estará esclavizada ni sometida al pecado, sino, plenamente libre y con un horizonte infinito, por Cristo tenemos asegurada la vida eterna. También, durante estos días los textos sagrados que se proclaman nos dicen que por la resurrección de Cristo, ha retornado a nosotros la paz, hemos sido reconciliados con Dios y con los hermanos, ya no somos enemigos, se quitan todas las barreras para hacer posible el encuentro fraterno. La tristeza de la muerte, cambia por el gozo del encuentro personal con quien dejó el sepulcro y aparece vivo, como sucedió a aquellas mujeres el día de la resurrección. Todo lo que es imposible para el ser humano, por Cristo se puede alcanzar, siguiendo eso sí fielmente sus mandatos. En el Señor Resucitado no hay límites, por ello nuestra fe nos lleva a vivir llenos de profunda esperanza en que la historia sigue su curso hasta la plenitud.

Hoy cuando celebramos la fiesta a San José Obrero instituida por Pío XII, vemos en San José al hombre sencillo, trabajador, que se sirvió del oficio sencillo de carpintero para mantener su familia. Por ello, hoy encomendamos a su intercesión, a todos los trabajadores, hombres y mujeres, cuando también se celebra el día Internacional del trabajo. 

En el presente año, esta fiesta se ubica en el marco celebrativo del jubileo por el centenario de la creación de la Provincia Eclesiástica de Costa Rica y la erección de la Arquidiócesis de San José. Doy gracias al Señor por este acontecimiento, por el camino recorrido y la semilla del Reino de Dios esparcida por mis antecesores, y en comunión con ellos, el presbiterio,  miembros  de la vida consagrada y fieles laicos, han contribuido a la historia de nuestra Iglesia particular de San José. 

Su compromiso ha dejado huellas profundas, no sólo en la acción pastoral, sino en la cultura, la economía y el desarrollo del país,recordamos la década de los cuarenta, con el pacto social y el Estado Social de Derecho diseñado gracias al pensamiento social de la Iglesia, que en la época se reflejaba en la expresión ?principios cristianos de justicia social?. Esta presencia eclesial no se ha interrumpido ni se ha estancado en esa década.

La presente época que no solamente es de cambios profundos, sino que se afirma que nos enfrentamos a un cambio de época, es iluminada por el rico magisterio del Concilio Vaticano II y magisterio posterior, tanto universal como regional en América Latina, y más recientemente el rico magisterio del Papa Francisco, donde destaco la Encíclica Laudato Si, que nos plantea como reto asumir un estilo de vida donde el cuido de la casa común, desde una ecología integral a favor de los pobres y excluidos.

En medio de la emergencia sanitaria que estamos viviendo, provocada por el Covid-19, no puedo dejar de señalar que estamos también ante una emergencia económica y social. Los capitales acumulados por pocos se derrumban y el orden mundial de la economía tambalea. El orgullo del poderío humano con sus rascacielos y torres se ha derrumbado, sus ideologías y manipulación del pensamiento no tienen palabra, se ha demostrado que el egoísmo, individualismo e insolidaridad no son el camino.

Todo esto tendrá sus efectos devastadores en lo económico y financiero para todos, pero de manera especial para la población más vulnerable y empobrecida de nuestra nación,  pienso en el más de un millón de nuestros hermanos que sufren de pobreza o pobreza extrema. 

Es el momento que la Política con mayúscula, y que los políticos respondan creativamente, con innovaciones y cambios estructurales a los retos del presente. Recordemos que la política es la forma más exigente de la caridad. Con mucha sabiduría San Juan Pablo II llamaba la atención a no reducir la política a ?pura mediación de intereses o, lo que es aún peor, a una cuestión de demagogia o de cálculos electorales? (5 de noviembre de 2000). Esto aplica en todo tiempo y más en el momento que vivimos.

Es hora de percatarse que en las decisiones políticas y económicas, ha de incluirse el aspecto ético y moral, porque todo se dirige al ser humano, y a seres humanos concretos, a los que se debe respetar su dignidad. Con toda claridad lo afirma el Papa Francisco "Espero que este momento de peligro nos saque del piloto automático, sacuda nuestras conciencias dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que termine con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro. Nuestra civilización, tan competitiva e individualista, con sus ritmos frenéticos de producción y consumo, sus lujos excesivos y ganancias desmedidas para pocos, necesita bajar un cambio, repensarse, regenerarse" (Papa Francisco, Domingo de Resurrección 2020) 

Por lo que con todo respeto, me atrevo a formular a nuestros gobernantes y políticos algunas preguntas: 

¿Cómo superar los altos índices de desempleo e informalidad? Siendo que las personas sin empleo y en la informalidad la situación se agrava, agregándose muchos más a consecuencia de esta emergencia. Pero, valga la ocasión para elogiar a los empresarios que han hecho grandes esfuerzos para evitar despidos y afectación salarial de sus trabajadores.

¿Cómo reactivar los sectores agropecuarios que reclaman con urgencia el financiamiento de sus actividades para contribuir con la seguridad alimentaria y el trato justo en la relación costo-beneficio? Pues se requiere de acciones y de voluntad política para favorecer la producción nacional y la justa comercialización en este momento de crisis que nos corresponde afrontar. Ya basta del olvido de este sector, sobre todo de los pequeños.

 ¿Cómo el Estado pagará la deuda para el financiamiento de la CCSS y cómo superar la mora de la cuota de algunos patronos?

¿Cuál estrategia emplear para responder al hecho de  las personas en situación de calle? Pues esta población crece de manera rápida, ya que no solamente están los sumidos en la drogadicción, sino también migrantes locales y extranjeros. Aunque desde distintas organizaciones intentamos ofrecerles una mano, se necesitan acciones más decididas para implementar la política pública diseñada para atender esta población.

¿Cómo evitar la evasión y elusión fiscal, especialmente de los sectores que económicamente más poseen? Y, un mayor ordenamiento del gasto público?

¿Cómo diseñar una política para la mejor distribución de la riqueza, y encaminarnos hacia una Costa Rica más equitativa y solidaria? Porque dolorosamente ocupamos uno de los primeros puestos de mayor desigualdad en América Latina.

¿Cómo suscitar con mayor ahínco la economía social y solidaria? Pues "En la época de la globalización, la actividad económica no puede prescindir de la gratuidad, que fomenta y extiende la solidaridad y la responsabilidad por la justicia y el bien común en sus diversas instancias y agentes". (Benedicto XVI, Caritas in veritate, n.38).

¿De qué manera podemos lograr fortalecer las políticas hacia un mayor compromiso con el cuido de la casa común?

Sabemos que responder con eficiencia y eficacia a estas interrogantes no es tarea fácil, ni exclusividad de los políticos, sino que la respuesta corresponde a todos, hay necesidad de  establecer un pacto social, donde hagamos ejercicio de una democracia participativa.

En este sentido son iluminadoras las palabras del Papa Francisco el domingo de Resurrección, al hablar de la ?pandemia? global de la esperanza e hizo un llamado a los movimientos y organizaciones populares, diciendo: ?Si la lucha contra el COVID es una guerra, ustedes son un verdadero ejército invisible que pelea en las más peligrosas trincheras. Un ejército sin más arma que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad que reverdece en estos días en los que nadie se salva solo? ?Ahora más que nunca, son las personas, las comunidades, los pueblos quienes deben estar en el centro, unidos para curar, cuidar, compartir?. (Mensaje, 12 de abril de 2020).

Y de manera contundente agregó: "Espero que este momento de peligro (...) sacuda nuestras conciencias dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que termine con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro".

Es mi esperanza que el trabajo proyectivo de respuesta inmediata y futura, que está realizando la Comisión Consultiva del Consejo Presidencial de Economía Social Solidaria, con la participación la Cámara de Economía Social Solidaria, y organizaciones sociales, donde también la Pastoral Social-Cáritas está dando su aporte, sus propuestas sean apoyadas por el Gobierno de la República y por quienes corresponda,  a fin de que podamos superar la crisis en todas y cada una de sus facetas.

De ahí que merecen reconocimiento  las manifestaciones que se han dado de cercanía con los más vulnerables, los enfermos, los adultos mayores, los más pobres y necesitados. Aprovecho para expresar mi gratitud a todos los agentes de la Pastoral Social-Cáritas, a los sacerdotes, religiosos y religiosas, que mediante la red de solidaridad y con la ayuda económica de fieles laicos han procurado que no falte el pan de cada día en la mesa de muchos hogares pobres en las parroquias.

Quiero destacar también, la gran capacidad de la CCSS para afrontar la crisis sanitaria que estamos viviendo. Es una labor que merece el reconocimiento de todos, a quienes cumplen tareas administrativas, misceláneas, de atención sanitaria y otros servicios, y, quienes están en la conducción de la Institución  su Presidencia y Junta Directiva. Pero nos aflige, que la vulnerabilidad económica de la CCSS se intensifica  por las razones de todos conocidas, deuda del Estado,  patronos morosos, y por el desempleo la falta del ingreso de cuotas obrero-patronales. Corresponde a todos luchar por fortalecer este ícono de solidaridad tan eficiente en el ejercicio del derecho a la salud, de ninguna manera puede desplomarse. Creo que a nadie le interesa que esto ocurra. También mi reconocimiento a las autoridades del Ministerio de Salud.

Creo que es un momento privilegiado, para plantearse ese fortalecimiento examinando y dando respuesta, a cuestiones institucionales, administrativas, todo lo relacionado con las políticas para la formación de especialistas, el fortalecimiento del sistema IVM, y la finalidad misma de la Institución en cuanto a dedicarse a responder a las tareas propiamente de atención de la salud, no puedo dejar de mencionar las listas de espera.

Les invito a tener presente en la oración, a todos los trabajadores de la salud que han tenido que entregarse a su vocación de manera ejemplar arriesgando su propia vida, alejados de sus seres queridos, también oremos por los vigilantes del orden, por quienes recogen la basura, por los trabajadores del campo, vendedores, transportistas. Pidamos al Señor de manera especial por quienes no tienen trabajo o han visto disminuidas sus  condiciones laborales. 

En la esperanza que guiados por la fraternidad, la solidaridad y el amor al Señor y al prójimo, de nuevo unidos todos los costarricenses, gobernantes, legisladores, empresarios, trabajadores y sociedad civil en general, daremos pasos hacia la Costa Rica justa, solidaria y equitativa que todos anhelamos. Tenemos la capacidad para escribir otra bella página de la historia de Costa Rica, donde brille el verdadero humanismo, que coloca a la persona humana en el centro. Matriculémonos en esta escuela.

A ustedes queridos trabajadores y trabajadoras que me escuchan, gracias por la tarea cotidiana en favor de sus hogares, del bien común y de nuestro bello país. Un abrazo de felicitación.

Invoco la intercesión de san José Obrero, para que  seamos portadores de la pandemia del amor fraterno, la solidaridad, el bien común y fortalecidos por la fe y la esperanza en Cristo Jesús que no defrauda, alcancemos metas muy altas. 

Que al participar dentro de poco de la Mesa donde el pan y el vino, frutos del trabajo de la tierra cultivada por humildes agricultores, y que se convertirán en el Cuerpo y Sangre de Cristo, nos fortalezca a todos para seguir empeñados en la construcción de un país donde resplandezcan los valores del Reino.  

San José Obrero, ruega por nosotros.


ASÍ SEA.