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Iglesia

Un año de la pascua del Padre Moschetta

Sacerdote falleció el 24 de agosto de 2024

·         Biografía del Padre Giuseppe Moschetta.

 

David Mora, periodista

Este domingo 24 de agosto se cumplió un año del fallecimiento del Padre Giuseppe Moschetta, sacerdote italiano que fue conocido en Costa Rica por sus predicaciones en distintos retiros, sus largas jornadas escuchando confesiones y consejos en espacios de dirección espiritual.

El sacerdote nació el 2 de setiembre de 1935, a sus 23 años; el 1 de mayo de 1959 realizó sus votos temporales como misionero comboniano, y a los 27 profesó sus votos perpetuos el 10 de junio de 1962. El Padre Moschetta recibió la ordenación presbiteral el 28 de junio de 1959 por la imposición de manos del entonces obispo de la Diócesis de Vittorio Veneto, Monseñor Albino Luciani (futuro Papa Juan Pablo I del 26 de agosto al 28 de setiembre de 1978).

La primera misión del sacerdote fue la formación de seminaristas en México, donde estuvo alrededor de 20 años y luego tuvo una labor evangelizadora en Centroamérica, residiendo en Costa Rica.

Al hablar sobre su vocación, decía que se fue cultivando desde su infancia, con la transmisión de la fe que le dio su madre.

"Mi vocación no tuvo nada extraordinario, no fue a raíz de algún acontecimiento, sino que fue el desarrollo de una semilla puesta desde el principio, comienza en el corazón de una joven mujer, mi mamá; que apenas se dio cuenta que estaba embarazada de mi -  yo soy el mayor - le dijo a Dios: "Si me das un hijo, tómalo, te lo doy?, y yo creo que Dios escuchó la voz de fe de esta mujer", comentaba el Padre Moschetta.

El sacerdote ayudó a muchas personas con sus palabras y consejos, incluso fue quien animó a varios jóvenes a seguir el llamado a la vocación sacerdotal; uno de ellos fue el actual párroco de Nuestra Señora de Fátima, en Hatillo, el Padre Víctor Gómez, quien conoció al misionero en diciembre de 1995 y se confesó con él.

"Nadie, absolutamente nadie sabía de la llamada al sacerdocio que el Espíritu Santo estaba poniendo en mi corazón. Nadie, ni siquiera yo mismo podía entender lo que mis sentimientos expresaban. Fui a misa un sábado, fue una sorpresa ver salir de la sacristía a un padre desconocido para mí. Al oírlo hablar pensé que era mexicano, después supe que era italiano. Recuerdo verlo subir al ambón y contarme el evangelio, no lo leyó, me lo contó. No recuerdo de qué habló en la homilía, pero no olvido cómo habló. Podía sentir la convicción que había en su corazón y la claridad en su argumentación. Pude sentir el amor a la Iglesia y a la misión. Al terminar la misa, dijo que iba a quedarse confesando un rato para quienes quisiéramos. Sentí un impulso más fuerte que mi vergüenza a hacerlo. Mientras esperé en la fila preparé el examen de conciencia. Llegó mi turno. Y me confesé con la paz y con paz recibí la absolución (la primera de muchas, muchísimas veces). Después de la absolución me tomó de la mano y me dijo mirándome a los ojos: "No tenga miedo de decirle sí". Yo le pregunté: "¿A qué se refiere, padre?". Él me dijo: "Lo que siente en su interior es auténtico, no viene de su imaginación, eso viene del mismo corazón de Jesús. No tenga miedo de decirle que sí". ¿Cómo era posible que lo supiera? Ni yo mismo lo sabía expresar. Le agradecí con la voz entrecortada. A penas me dio tiempo de llegar a la capilla del Santísimo donde lloré. Ese día lo miraba desde la capilla y algo en mi interior deseaba tener ese "algo" que tenía ese padre italiano", escribió el cura en sus redes sociales.

Las exequias del Padre Moschetta fueron celebradas el lunes 26 de agosto de 2024 en la Catedral Metropolitana Santuario Nacional San José. La homilía estuvo a cargo del obispo emérito de Tilarán-Liberia, Monseñor Vittorino Girardi, quien fue su amigo.

"Une más Dios que el parentesco de la sangre, cuando vine un poco derrotado de México hace 32 años, el Padre Giuseppe Moschetta me acogió como mi superior y mi confesor, luego fue a Nicaragua y lo perdí, nos ayudábamos más como hermanos...Giuseppe Moschetta era un hombre libre, sobre todo de sí mismo, él noto que ya no gozaba de esa libertad y me puso un apodo, nunca me molestó, sabía que brotaba de su buen corazón, me llamaba "fariseo". Cuando me hicieron obispo me escribió una carta diciendo: "Vittorino, te prometo que ya no te llamaré "fariseo"", y le dije: "Sí, pero seguirá pensándolo, lo sé, lo sé". Yo lo admiraba mucho".

El cuerpo del Padre Moschetta fue sepultado en el Cementerio de Pavas, en San José.