Causa de santidad fue abierta en marzo de 2018
·
Niña
ofreció su enfermedad por las conversiones.
David
Mora, periodista
El
pasado viernes 15 de agosto se cumplieron 71 años del fallecimiento de María
Isabel Acuña Arias, conocida como la "Niña Marisa"; una menor costarricense de
13 años, con fama de santidad, cuyo proceso fue abierto el 19 de marzo de 2018
por el arzobispo metropolitano de San José, Monseñor José Rafael Quirós.
Marisa
era oriunda de San José, nació el 5 de marzo de 1941, era la hija mayor de
Rafael Acuña y Blanca Arias. En su niñez, su familia se mudó a Heredia por
razones del trabajo de Rafael, allí empezó a ser conocidas por su devoción
cristiana y caridad con quienes tenían bajos recursos, aunque trataba de hacer
obras de misericordia en secreto.
Sobre
las ayudas de María Isabel, existen varias anécdotas como el despedir con un
beso a un anciano que todos despreciaban y apodaban "el hediondillo", repartir
sus meriendas en la escuela con las compañeras que no tenían nada que comer; además
de la historia que cuenta que cuando se iba a graduar de sexto grado en la
escuela, su padre le dio dinero para que se comprara un vestido que había visto,
ante esto Marisa dividió el monto y compró dos prendas más modestas y le regaló
una a una compañera, proveniente de una familia pobre.
En
la historia de Marisa está el hecho de que su padre abandonó la fe católica y
decidió hacerse cristiano evangélico, volviéndose hostil ante aquello que tuviera
que ver con el catolicismo. Incluso un hecho que le provocó tristeza a la niña
fue que Rafael se fue de la casa el día que ella hacía su primera comunión.
Desde ese día, comenzó a rezar para que su padre regresara a la fe cristiana
católica.
A
sus 12 años, María Isabel comenzó a experimentar dolores de cabeza, por lo que.
al ser examinada, los médicos determinaron que tenía un tumor cerebral; ella se
negaba a tomar medicamentos aunque estos le ayudarían a apaciguar el
sufrimiento que este le provocaba. En una ocasión, el sacerdote Ángel Menéndez
la visitó en el Centro Policlínico de Heredia, donde la niña estaba internada,
y aquí ella le comentó que rechazaba los medicamentos para ofrecer su dolor a
Dios por la conversión de su padre.
Rafael
Acuña terminó regresando al catolicismo, se reconcilió con Dios y la Iglesia
por medio del Sacramento de la Confesión, administrado por el Padre Menéndez, y
recibió la Sagrada Eucaristía junto a su hija.
Una
vez que su padre se convirtió, Marisa comenzó a ofrecer sus sufrimientos por la
expiación de los pecadores, por ello seguía sin recibir calmantes. Su enfermedad
progresó hasta perder la vista, algo que ocultó durante un tiempo, hasta que se
hizo evidente que ya no tenía este sentido.
En
sus últimos días, Marisa consolaba a sus familiares y a los doctores que la
atendían, se cuenta que ella afirmó que "volaría al cielo" en una fiesta de la
Virgen María, lo cual se cumplió al fallecer el 15 de agosto de 1954,
solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María en cuerpo y alma al cielo.
María Isabel Acuña fue sepultada en el Cementerio Municipal de Heredia.
Luego
de muerte, la fama de santidad de la niña corrió por toda Costa Rica, incluso
muchas niñas fueron llamadas "María Isabel" por devoción a ella. La causa para
elevar a Acuña a los altares iba a comenzar pronto, pero los sacerdotes
dominicos encargados de realizar el proceso fallecieron y se olvidó su causa
hasta 2018, cuando se abrió el proceso oficialmente en la Catedral
Metropolitana, siendo declarada Sierva de Dios.
Actualmente,
se reparten estampitas e imágenes con su fotografía para que los fieles se acojan
a su intercesión, ya que es necesario comprobar un milagro por su mediación para
dar paso a la siguiente etapa: la beatificación. Lo mismo que deberá repetirse
para una canonización.