Introducción
El coronavirus nos sitúa ante una de las cruces que los seres humanos tenemos que afrontar a lo largo de nuestra vida: la cruz de la enfermedad.
Una cruz que puede llegar a trastocar todos los ámbitos de la existencia: el ámbito personal, el familiar, el social e incluso el mundial, como está ocurriendo.
Oramos, junto a la cruz de Jesús, para que el Señor nos ayude en medio de esta circunstancia excepcional que requiere de la colaboración de todos para poder superarla.
Que encontremos luz y paz en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo.
Invocación inicial
V. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amén.
V. Que la gracia y la paz de Dios nuestro Padre y de Jesucristo, que nos amó y nos purificó de nuestros pecados con su sangre, estén con todos ustedes.
R. Y con tu espíritu.
Oremos.
Señor Jesucristo, colma nuestros corazones con la luz de tu Espíritu Santo, para que, siguiéndote en tu último camino, sepamos cuál es el precio de nuestra redención y seamos dignos de participar en los frutos de tu pasión, muerte y resurrección. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Primera estación:
Jesús es condenado a muerte
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Porque por tu santa cruz y muerte redimiste al mundo.
Del Evangelio según san Lucas:
Por tercera vez les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho este... No he encontrado en él ninguna culpa que merezca la muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré. Pero ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo su griterío. Pilato entonces sentenció que se realizara lo que pedían: soltó al que le reclamaban (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su voluntad (Lc 23, 22-25).
Súplica:
Pedimos en esta estación por todas las personas. Somos frágiles. Estamos expuestos a virus, enfermedades, pecados, peligros... Es la condena de nuestra limitación y debilidad humana. Que asumamos esa condición de fragilidad que nos identifica: no somos dioses, somos de carne y hueso, con lo que esta realidad conlleva.
Oremos:
Cristo, que aceptas una condena injusta, concédenos, a nosotros y a los hombres de todos los tiempos, la gracia de ser fieles a la verdad y no permitas que caiga sobre nosotros y sobre los que vendrán después de nosotros el peso de la responsabilidad por el sufrimiento de los inocentes. A ti, Jesús, Juez justo, honor y gloria por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Padre nuestro...
Ave María....
Segunda estación:
Jesús carga con la Cruz
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Porque por tu santa cruz y muerte redimiste al mundo.
Del Evangelio según san Marcos:
Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará (Mc 8, 34-35).
Súplica:
Pedimos en esta estación por todas las autoridades políticas y sanitarias que tienen la responsabilidad de gestionar esta crisis del coronavirus, buscando el bien común de la sociedad. Les toca cargar a sus espaldas la cruz de velar por la salud de las personas. Que Dios les ilumine y les guíe en la toma de decisiones.
Oremos:
Cristo, que aceptas la cruz de las manos de los hombres para hacer de ella un signo del amor salvífico de Dios por el hombre, concédenos, a nosotros y a los hombres de nuestro tiempo, la gracia de la fe en este infinito amor, para que, transmitiendo a todos el signo de la cruz, seamos auténticos testigos de la Redención. A ti. Jesús, Sacerdote y Víctima, alabanza y gloria por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Padre nuestro...
Ave María...
Tercera estación:
Jesús cae por primera vez
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Porque por tu santa cruz y muerte redimiste al mundo.
De la profecía de Isaías:
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado (Is 53, 4).
Súplica:
Pidamos en esta estación para que no caigamos en la tentación de la frivolidad, de no tomarnos en serio las recomendaciones que se nos hacen para evitar posibles contagios, poniendo en riesgo nuestra salud y la salud de los demás.
Oremos:
Cristo, que caes bajo el peso de nuestras culpas y te levantas para nuestra justificación, te rogamos que ayudes a cuantos están bajo el peso del pecado a volverse a poner en pie y reanudar el camino. Danos la fuerza del Espíritu, para llevar contigo la cruz de nuestra debilidad. A ti, Jesús, aplastado por el peso de nuestras culpas, nuestro amor y alabanza por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Padre nuestro...
Ave María.....
Cuarta estación:
Jesús encuentra a su Madre
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Porque por tu santa cruz y muerte redimiste al mundo.
Del evangelio según san Lucas:
Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción ...y a ti misma una espada te traspasará el alma..., para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones (Lc 2, 34-35).
Súplica:
Pidamos en esta estación la intercesión de la Virgen María, y para que confiemos en la tarea de tantos profesionales que velan como madres por nuestra salud y nuestro bienestar.
Oremos:
Oh María, tú que has recorrido el camino de la cruz junto con tu Hijo, quebrantada por el dolor en tu corazón de madre, pero recordando siempre el fiat e íntimamente confiada en que Aquél para quien nada es imposible cumpliría sus promesas, suplica para nosotros y para los hombres de las generaciones futuras la gracia del abandono en el amor de Dios. Haz que, ante el sufrimiento, el rechazo y la prueba, por dura y larga que sea, jamás dudemos de su amor. A Jesús, tu Hijo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Padre nuestro...
Ave María.....
Quinta estación:
Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar la Cruz
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Porque por tu santa cruz y muerte redimiste al mundo.
Del evangelio según san Lucas:
Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús (Lc 23, 26).
Súplica:
Pidamos en esta estación por los profesionales sanitarios: médicos, enfermeras, auxiliares... por todo el personal de los hospitales que son los cirineos que ayudan a los enfermos a vencer la enfermedad. Que Dios les proteja, les cuide, les fortalezca y les ayude en esta hora difícil.
Oremos:
Cristo, que has concedido a Simón de Cirene la dignidad de llevar tu cruz, acógenos también a nosotros bajo su peso, acoge a todos los hombres y concede a cada uno la gracia de la disponibilidad. Haz que no apartemos nuestra mirada de quienes están oprimidos por la cruz de la enfermedad, de la soledad, del hambre y de la injusticia. Haz que, llevando las cargas los unos de los otros, seamos testigos del evangelio de la cruz y testigos de ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Padre nuestro...
Ave María.....
Sexta estación:
La Verónica enjuga el rostro de Jesús
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Porque por tu santa cruz y muerte redimiste al mundo.
De la profecía de Isaías:
Sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultaban los rostros, despreciado y desestimado (Is 53, 2-3).
Súplica:
Pidamos en esta estación por las personas que, de manera altruista, ayudan, colaboran, se solidarizan, aportan su tiempo y sus dones para aliviar tantas necesidades como acarrea una situación como ésta. Que aprendamos a estar siempre al lado de los que sufren, sin estigmatizar a nadie.
Oremos:
Señor Jesucristo, tú que aceptaste el gesto desinteresado de amor de una mujer y, a cambio, has hecho que las generaciones la recuerden con el nombre de tu rostro, haz que nuestras obras, y las de todos los que vendrán después de nosotros, nos hagan semejantes a ti y dejen al mundo el reflejo de tu infinito amor. Para ti, Jesús, esplendor de la gloria del Padre, alabanza y gloria por los siglos.
R. Amén.
Padre nuestro...
Ave María.....
Sétima estación:
Jesús cae por segunda vez
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Porque por tu santa cruz y muerte redimiste al mundo.
De la profecía de Isaías:
Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién se preocupará de su estirpe... Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron [...] El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento (Is 53, 8.10).
Súplica:
Pidamos en esta estación para que no caigamos en el miedo, en la histeria, en la desesperanza... que no conducen a nada. Que el Señor nos dé serenidad para afrontar esta situación de emergencia que nos toca vivir.
Oremos:
Señor Jesucristo, que caes bajo el peso del pecado del hombre y te levantas para tomarlo sobre ti y borrarlo, concédenos a nosotros, hombres débiles, la fuerza de llevar la cruz de cada día y de levantarnos de nuestras caídas, para llevar a las generaciones que vendrán el Evangelio de tu poder salvífico. A ti, Jesús, soporte de nuestra debilidad, la alabanza y la gloria por los siglos.
R. Amén.
Padre nuestro...
Ave María.....
Octava estación:
Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Porque por tu santa cruz y muerte redimiste al mundo.
Del evangelio según san Lucas:
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vienen días en los que dirán: Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado. Entonces empezarán a decirles a los montes: Caed sobre nosotros, y a las colinas: Cubridnos; porque, si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco... (Lc 23,27-31).
Súplica:
Pidamos en esta estación por tantos creyentes como en estos días rezamos para que Dios aparte del mundo este mal del coronavirus. Que Dios escuche y atienda nuestras oraciones.
Oremos:
Cristo, que has venido a este mundo para visitar a todos los que esperan la salvación, haz que nuestra generación reconozca el tiempo de tu visita y tenga parte en los frutos de tu redención. No permitas que por nosotros, se tenga que llorar porque hayamos rechazado la mano del Padre misericordioso. A ti, Jesús, nacido de la Virgen, Hija de Sión, honor y gloria por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Padre nuestro...
Ave María.....
Novena estación:
Jesús cae por tercera vez
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Porque por tu santa cruz y muerte redimiste al mundo.
De la profecía de Isaías:
Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes (Is 53,5-6).
Súplica:
Pidamos en esta estación por quienes sufren los daños colaterales de esta crisis. De un modo especial por los empresarios que ven peligrar su medio de subsistencia y por los obreros que, como consecuencia, se quedan sin trabajo. Que pronto todo pueda volver a la normalidad.
Oremos:
Señor Jesucristo, que por tu humillación bajo la cruz has revelado al mundo el precio de su redención, concede a todos los hombres, la luz de la fe, para que reconociendo en ti al Siervo sufriente de Dios y del hombre, tengamos la valentía de seguir el mismo camino, que, a través de la cruz y el despojo, lleva a la vida que no tendrá fin. A ti, Jesús, apoyo en nuestra debilidad, honor y gloria por los siglos.
R. Amén.
Padre nuestro...
Ave María.....
Décima estación:
Jesús es despojado de sus vestiduras
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Porque por tu santa cruz y muerte redimiste al mundo.
Del evangelio según san Juan:
Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo (Jn 19,23).
Súplica:
Pidamos en esta estación por los investigadores que buscan un remedio de curación eficaz, para que sus trabajos pronto puedan dar fruto.
Oremos:
Señor Jesús, que con total entrega has aceptado la muerte de cruz por nuestra salvación, haznos a nosotros y a todos los hombres del mundo partícipes de tu sacrificio en la cruz, para que nuestro existir y nuestro obrar tengan la forma de una participación libre y consciente en tu obra de salvación. A ti, Jesús, sacerdote y víctima, honor y gloria por los siglos. R. Amén.
Padre nuestro...
Ave María.....
Undécima estación:
Jesús es clavado en la cruz
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Porque por tu santa cruz y muerte redimiste al mundo.
Del evangelio según san Lucas:
Y cuando llegaron al lugar llamado La Calavera, lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (Lc 23, 33-34).
Súplica:
Pidamos en esta estación por todos los que guardan cuarentena, bien por tener el virus, bien por haber convivido con personas infectadas. Que el Señor les dé paciencia, y que este tiempo les sirva de provecho para reflexionar sobre la propia vida y sobre la necesidad que tenemos de Dios.
Oremos:
Cristo elevado, Amor crucificado, llena nuestros corazones de tu amor, para que reconozcamos en tu cruz el signo de nuestra redención y, atraídos por tus heridas, vivamos y muramos contigo, que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Padre nuestro...
Ave María.....
Duodécima estación:
Jesús muere en la cruz
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Porque por tu santa cruz y muerte redimiste al mundo.
Del evangelio según san Lucas:
Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. Y, dicho esto, expiró. El centurión, al ver lo ocurrido, daba gloria a Dios, diciendo: Realmente, este hombre era justo (Lc 23, 44-47).
Súplica:
Pidamos en esta estación por todos los que han fallecido con coronavirus, para que Dios les acoja en el cielo donde ya no hay ni enfermedad, ni luto ni dolor.
Oremos:
Señor Jesucristo, Tú que en el momento de la agonía no has permanecido indiferente a la suerte del hombre y con tu último respiro has confiado con amor a la misericordia del Padre a los hombres y mujeres de todos los tiempos con sus debilidades y pecados, llénanos a nosotros y a las generaciones futuras de tu Espíritu de amor, para que nuestra indiferencia no haga vanos en nosotros los frutos de tu muerte. A ti, Jesús crucificado, sabiduría y poder de Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Padre nuestro...
Ave María.....
Decimotercera estación:
Jesús es bajado de la cruz y entregado a su Madre
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Porque por tu santa cruz y muerte redimiste al mundo.
Del evangelio según san Juan:
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos (Jn 19, 38-40).
Súplica:
Pidamos en esta estación por todos los familiares de quienes han padecido o están padeciendo la enfermedad del coronavirus, para que el Señor les acompañe y fortalezca en medio de la situación familiar que están viviendo.
Oremos:
Oh María, alcánzanos la gracia de la fe, de la esperanza y de la caridad, para que también nosotros, como tú, sepamos perseverar bajo la cruz hasta al último suspiro. A tu Hijo, Jesús, nuestro Salvador, con el Padre y el Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Padre nuestro...
Ave María.....
Decimocuarta estación:
Jesús es puesto en el sepulcro
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Porque por tu santa cruz y muerte redimiste al mundo.
Del evangelio según san Juan:
Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús (Jn 19, 41-42).
Súplica:
Pidamos en esta estación para que aprendamos a asumir tantas realidades dolorosas como nos toca afrontar a lo largo de la vida, incluida esta del coronavirus, desde la luz de la fe, en la esperanza de que todo es pasajero, de que Dios tiene siempre la última palabra.
Oremos:
Señor Jesucristo, que por el Padre, con la potencia del Espíritu Santo, fuiste llevado desde las tinieblas de la muerte a la luz de una nueva vida en la gloria, haz que el signo del sepulcro vacío nos hable a nosotros y a las generaciones futuras y se convierta en fuente viva de fe, de caridad generosa y de firmísima esperanza. A ti, Jesús, presencia escondida y victoriosa en la historia del mundo honor y gloria por los siglos.
R. Amén.
Padre nuestro...
Ave María.....
ORACIÓN FINAL
Oh, Dios, que sabes que no podemos subsistir por nuestra fragilidad, asediados por tantos peligros, como ahora padecemos con la pandemia del coronavirus.
Concédenos la salud del alma y del cuerpo, para superar con tu ayuda este peligro. Cura a los enfermos y danos la paz.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Bendición final