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Iglesia

¿Cuál es el origen de Corpus Christi?

Aunque en Costa Rica se traslada al domingo, esta fiesta se conmemora en jueves

·         ¿Cómo nacieron las procesiones eucarísticas?

 

David Mora, periodista

"Existen tres jueves en los que brilla más la luz del sol: Jueves Santo, la Ascensión del Señor y el día de Corpus Christi", dice una frase antigua sobre estas tres solemnidades litúrgicas, que se celebran en el quinto día de la semana; aunque en muchos países, incluido Costa Rica, las Ascensión y Corpus se trasladan al domingo siguiente. ¿Cuál es el origen de la fiesta que exalta la Santa Eucaristía?

Esta solemnidad tiene particularidades propias como la Secuencia antes del Evangelio y la procesión eucarística por las calles después de comulgar y antes de la bendición final con el Santísimo Sacramento; esta es parte de la Santa Misa, no se trata de un añadido. Muchos fieles suelen preparar esta procesión con altares, alfombras y música de banda.

La fiesta de Corpus Christi tiene su origen con varios acontecimientos en el siglo XIII; uno de ellos fue en Lieja, Bélgica, donde un Movimiento Eucarístico fundado en 1124 dio origen a costumbres como la exposición y la bendición con la Eucaristía. Una de las propiciadoras de esta celebración fue Santa Juliana de Mont Cornillón, una monja agustina que anhelaba que el Santísimo Sacramento tuviera una fiesta propia, añadido a que posteriormente tuvo una visión donde veía la luna con una mancha negra, que significaba que faltaba esta solemnidad.

La religiosa comunicó sus visiones al entonces obispo de Lieja, Monseñor Roberto de Thorete, al Padre Dominico Hugh y a Jacques Pantaleón (más tarde el Papa Urbano IV). En ese tiempo, los obispos podían ordenar fiestas en sus diócesis, por lo que Thorete convocó a un sínodo e instaló esta celebración.

En 1263 se produjo el Milagro Eucarístico de Bolsena, donde un sacerdote que tenía dudas sobre la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento mientras celebraba la Santa Misa, cuando fraccionó la Sagrada Forma salió sangre empapando el corporal. Este lienzo lo llevaron en procesión y se conserva en Orviento. Gracias a esto, el ahora Papa Urbano IV pidió que la fiesta se extendiera a toda la Iglesia, fijándola el jueves después de la Octava de Pentecostés, y encargando la escribir la Liturgia de las Horas de este día a San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino. Cuando se leyó el de Santo Tomás, San Buenaventura rompió el luyo en pedazos.

Tras la pronta muerte de Urbano IV, el Papa Clemente V continuó con la institución de la fiesta en el Concilio de Viena, en 1311; aunque no existían decretos que hablaran de la procesión eucarística propiamente, estas se añadieron a partir del siglo XIV y fueron concedidas las indulgencias por parte de los Papas Martín V y Eugenio IV.

Ya en el siglo XVI, el Concilio de Trento declaró que esta fiesta debe celebrarse con "singular veneración y solemnidad" y que la Eucaristía sea llevada "reverente y honoríficamente en procesión por las calles y lugares públicos", un hecho que se sigue cumpliendo hasta la actualidad.