Audiencia General
Esta mañana, el Papa León XIV ha continuado sus catequesis sobre la vida de Jesús. En esta ocasión ha hablado de las curaciones que Jesús hizo.
En este contexto, el Papa nos invitó a que cada uno de nosotros presentemos ante el Corazón de Cristo las partes más doloridas o frágiles nuestras, aquellos lugares de nuestras vidas en los que nos sentimos paralizados y bloqueados.
¡Pidamos al Señor con confianza que escuche nuestro grito y nos cure!
El personaje que nos acompaña en esta reflexión del Santo Padre nos ayuda a comprender que nunca hay que abandonar la esperanza, incluso cuando nos sentimos perdidos. Que vivamos con esperanza, que clamemos sin miedo y soltemos nuestros mantos para poder caminar libres y dignos junto a Cristo. La catequesis con una exhortación del Pontífice: llevemos nuestras heridas y las de quienes amamos ante el Señor. Clamemos también por ellos. Con la certeza de que Jesús no solo escucha, sino que se detiene, se acerca, levanta y sana.
El Papa nos guía en esta meditación a través de la figura de Bartimeo, el ciego mendigo de Jericó. A primera vista, es un hombre marginado, silenciado por la multitud y olvidado en el camino. Pero en él encontramos una fuerza interior poderosa: la esperanza que no se rinde.
El nombre Bartimeo significa hijo de Timeo, pero también podría traducirse como hijo del honor. Paradójicamente, dijo el Papa en su catequesis, se trata de un hombre humillado, excluido y solitario. Sin embargo, este contraste nos revela una gran verdad: la dignidad de cada persona permanece, incluso, en la miseria más profunda.
Mientras Jesús se dirige a Jerusalén desde las profundidades de Jericó una ciudad situada bajo el nivel del mar, símbolo de descenso a los infiernos humanos. Bartimeo no se queda callado, señaló el Papa. Clama con fuerza: ¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!. Esta súplica se convierte en una de las oraciones más veneradas de la tradición cristiana oriental y occidental. El mensaje del Papa en su catequesis:
Dios escucha todos los gritos, incluso los más desesperados. Nada se pierde para el oído atento del Señor.
El gesto de Bartimeo al arrojar su manto antes de ir hacia Jesús es profundamente simbólico, dijo León XIV. El manto era su protección, su refugio, su único bien. Abandonarlo significa exponerse por completo, dejar atrás las falsas seguridades que nos atan al dolor y nos impiden avanzar. El Papa subraya: para sanar, hay que mostrarse vulnerable.
Jesús no lo cura de inmediato, sino que lo llama, lo hace participar en su propia sanación, preguntándole: ¿Qué quieres que haga por ti?. Y es que siendo parte activa de nuestra sanación, asumiendo nuestras responsabilidades, hace que la sanación verdadera comience desde el momento que reconocemos nuestro deseo de ser transformados.
Bartimeo no solo pide volver a ver. Desea recuperar su dignidad, mirar la vida con una nueva perspectiva, erguirse ante un mundo que lo había hecho inclinar la cabeza.
La respuesta de Bartimeo es profunda: utiliza el verbo anablepein, que puede significar «ver de nuevo», pero que también podríamos traducir como «levantar la mirada». Bartimeo, de hecho, no solo quiere volver a ver, ¡también quiere recuperar su dignidad! Para mirar hacia arriba, hay que levantar la cabeza. A veces las personas se bloquean porque la vida las ha humillado y solo desean recuperar su valor.
Y cuando Jesús lo sana, no lo obliga a seguirlo. Le da libertad. Pero Bartimeo, ya sanado y liberado, elige seguir a Jesús por decisión propia. Ha descubierto, dijo por último el Papa, que ese Camino es el verdadero sentido de su vida.
Texto completo: https://www.vatican.va/content/leo-xiv/es/audiences/2025/documents/20250611-udienza-generale.html
Fuente: vaticannews