Audiencia General
El Papa explicó que las parábolas no son simplemente relatos sencillos o ejemplos morales, sino que son narraciones tomadas de la vida cotidiana con un significado más profundo. Su finalidad no es solo enseñar, sino provocar interrogantes en el oyente, mover el corazón y la conciencia, la parábola suscita en nosotros interrogantes, nos invita a no quedarnos en las apariencias. El término griego parábola significa lanzar hacia adelante, es decir, lanzar una verdad que interpela directamente al oyente. Por eso, cada parábola, afirmó el Papa, nos desafía a preguntarnos: ¿qué me dice esta historia a mí? ¿Qué lugar ocupo en ella?
En particular, la parábola del sembrador es reveladora de cómo actúa la Palabra de Dios en la vida humana. En esta imagen, Jesús presenta la Palabra como una semilla, que es sembrada abundantemente en todo tipo de terrenos. De hecho, afirmó el Papa, cada palabra del Evangelio es como una semilla que se arroja al terreno de nuestra vida. Muchas veces Jesús utiliza la imagen de la semilla, con diferentes significados.
¿Qué es, entonces, este terreno? Es nuestro corazón, pero también es el mundo, la comunidad, la Iglesia. La palabra de Dios, de hecho, fecunda y provoca toda realidad.
León XIV afirmó que la palabra de Jesús fascina y despierta la curiosidad. Entre la gente hay, evidentemente, muchas situaciones diferentes. La palabra de Jesús es para todos, pero actúa en cada uno de manera diferente. Este contexto nos permite comprender mejor el sentido de la parábola. Este sembrador, aparentemente despreocupado por la calidad del suelo, representa a Dios mismo, que siembra generosamente su palabra en cada corazón, sin importar cuán preparado esté. Esta actitud desconcierta, ya que contrasta con la lógica humana del cálculo y la eficiencia. Pero en el Reino de Dios, lo que vale es el amor desbordante y la confianza paciente de un Dios que espera a que cada semilla germine a su debido tiempo.
Jesús mismo es la Palabra sembrada, afirmó. Como semilla, ha de morir para dar fruto. La siembra generosa de Dios se manifiesta plenamente en la cruz, donde Jesús se desperdicia por la humanidad, confiando en que su entrega no será en vano.
Al contar cómo la semilla da fruto, Jesús también está hablando de su vida. Jesús es la Palabra, es la Semilla. Y la semilla, para dar fruto, debe morir. Entonces, esta parábola nos dice que Dios está dispuesto a «desperdiciarse» por nosotros y que Jesús está dispuesto a morir para transformar nuestra vida.
Como complemento visual y espiritual, el Papa compartió su meditación sobre el famoso cuadro de Van Gogh, El sembrador al atardecer. En esta obra, el sembrador está representado bajo el sol, símbolo del esfuerzo, pero también del poder vivificante de Dios, representado en ese sol que domina la escena. Aunque el sembrador aparece en un segundo plano, el sol (Dios) ocupa el centro, recordándonos que es Dios quien da el crecimiento, incluso cuando no lo vemos directamente. Aun cuando no comprendamos del todo cómo actúa, la semilla da fruto.
Fuente: vaticannews.va