Padre Luis Paulino González se encuentra estudiando Liturgia en Roma
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Últimos
tres pontífices han fallecido en octavas de Pascua y Navidad
David
Mora, periodista
Con
el fallecimiento del Papa Francisco, millones de personas alrededor del mundo viven
los eventos para despedir al pontífice que pastoreó a la Iglesia Católica
durante los últimos 12 años. Uno de ellos es el Padre Luis Paulino González, perteneciente
a la Arquidiócesis de San José, quien desde setiembre de 2024 se encuentra en
Roma estudiando Liturgia, por lo que pudo ver al Santo Padre algunas ocasiones
y ahora vive los momentos previos a su entierro.
El
sacerdote, oriundo de Moravia, durante la Semana Santa estuvo en las
celebraciones de la Basílica de San Pedro, presenció la Misa Crismal, la Liturgia
de la Pasión del Señor, la Vigilia Pascual y el pasado 20 de abril, Domingo de
Resurrección, estaba en la Plaza de San Pedro durante la bendición "Urbi et
Orbi", y pudo ver al Santo Padre en su última aparición pública, horas antes de
morir.
El clérigo le contó a Radio Fides cómo vive estos momentos.
¿Cómo se ha diferenciado el ambiente en la
Plaza de San Pedro desde el domingo, cuando se le vio al Papa por última vez, a
este momento que lleva varios días fallecido?
Evidentemente hay un cambio radical de los sentimientos predominantes
en el corazón de las personas. Pasamos de un ambiente totalmente jubiloso a uno
de recogimiento y dolor.
El domingo, además del ambiente festivo propio de la
celebración del Domingo de Resurrección, el hecho de que el Papa pudiera salir
a impartir la bendición "Urbi et Orbi" y, más todavía, que saliera a hacer el
recorrido por la Plaza de San Pedro, fue una grata sorpresa y motivo de gran
júbilo entre la multitud de fieles.
Hoy el ambiente está marcado por el dolor y la tristeza de
la muerte, pero también por la esperanza de la vida eterna y por la gratitud
del Pueblo Santo de Dios por todo lo bueno que recibió de parte de Francisco.
Esto se traduce en un ambiente de mucho recogimiento y piedad.
El domingo la plaza se colmó de gritos, aplausos y vivas al
Papa. Ahora que su cuerpo está en capilla ardiente, en la Basílica reina un
ambiente de profundo recogimiento. Pese a que la nave central de la Basílica
está abarrotada de fieles, predomina el silencio apenas roto por un leve
murmullo.
Por razones evidentes no se permite a los fieles detenerse
delante del féretro, sino que se les pide pasar sin detenerse. En torno al
cuerpo del santo padre hay un área delimitada a la cual sí se nos da acceso a
los sacerdotes y a las religiosas para orar.
Tuve la inmensa dicha de estar en la Plaza cuando se
realizó el traslado del cuerpo y luego ingresé a la Basílica. El paso del
cortejo fue acompañado por el canto de algunos salmos y antífonas y por una
actitud reverente de parte de los fieles. También hubo algunos aplausos, pero
mayoritariamente el paso fue acompañado por un silencio muy elocuente, que
transparenta el dolor de la grey que ha perdido su pastor.
Luego, cuando ingresé pude ir al área dispuesta para los
sacerdotes. Allí pude estar prácticamente junto al cuerpo del Santo Padre (verlo
a una distancia de un metro o metro medio, máximo) y orar algunos minutos por
su eterno descanso, por su sucesor y por toda la Iglesia.
¿Cómo tomó usted y los sacerdotes
costarricenses que le acompañan allá la noticia?
Creo que al mundo entero la muerte de Francisco le tomó por
sorpresa y, por supuesto, nosotros no somos la excepción.
El domingo fui a concelebrar la Misa del día de Pascua y al
salir, mientras trataba de salir de la Plaza lo vi pasar cerca de mí en dos
ocasiones. Ahí pude percibir en su rostro el cansancio y el peso de la
enfermedad. Ese día sentí dentro de mí la certeza de que el Santo Padre no
viviría mucho tiempo. Por supuesto, jamás me imaginé que ese presentimiento se
cumpliría menos de 24 horas después.
Ese día todos pudimos escuchar su voz cansada cuando
impartió la bendición, pero creo que nadie se habría imaginado que su muerte
era inminente. Creo que a muchos nos sucedió que, al recibir la noticia,
pensamos que se trataba de una falsa alarma, pero no era así.
Ahora, el poder participar en todas las actividades de
estas semanas que se avecinan (las exequias del pontífice difunto y la elección
del nuevo Papa) es o será un gran regalo de gracia que El Señor nos da a los
sacerdotes que estamos por aquí haciendo esta experiencia de estudio. Es una
oportunidad de fortalecer los vínculos de comunión y de amor a la Iglesia y al
sucesor de san Pedro.
¿Cómo se preparan las personas en la
Plaza de San Pedro para las exequias del Santo Padre? ¿Hay una expectativa
sobre el cónclave que se dará, Dios mediante, a inicios de mayo?
Naturalmente, en la plaza encontramos de todo. Hoy pude
conocer personas que viven en Roma, gente venida de otras ciudades de Italia y
muchos que vienen de otros países. Algunos sólo tenían la posibilidad de ir hoy
a presentar sus respetos a los restos mortales del Papa, otros fueron hoy y
piensan ir el sábado a la Misa exequial. También los hay quienes podrían
asistir el sábado, pero prefieren sólo asistir a la capilla ardiente. Cada uno
se despide del Pontífice en la manera que lo considera mejor, según sus
posibilidades.
Evidentemente, también hay todo un despliegue logístico.
Hoy, después de que el cuerpo fue colocado en lo interno de la basílica, en la
plaza comenzaron los trabajos de preparación del espacio celebrativo para el
sábado: se volvió a instalar el templete donde se coloca el altar, se están
colocando tarimas para los concelebrantes, etc. Ahora en la plaza se verifica
un movimiento incesante y arduo, junto a la inmensa fila de fieles que aguardan
su turno para entrar en la basílica.
Respecto a las expectativas sobre el cónclave, este es un
tema que, tarde o temprano aparece en las conversaciones. Por supuesto que hay
una influencia mediática sobre el tema y las expectativas que se hacen. En este
sentido hay muy poca o ninguna novedad respecto a lo que se ve en las redes
sociales.
Por supuesto que es un tema que nos interesa a todos, pero lo más importante no son nuestras expectativas sino la voluntad de Dios. Por eso, la tarea más importante que tenemos todos respecto al cónclave es orar.
¿Consideran un signo importante que el Papa haya fallecido en la Octava de Pascua? Curiosamente los últimos han fallecido en las octavas de Pascua y Navidad.
Sí. Dicen que los signos lo son para los que quieren verlos. Sin duda es así. Desde mi perspectiva de fe, la muerte de los últimos tres Papas en el contexto litúrgico de estas octavas es ocasión para vivir este tiempo de Sede Vacante desde la fe y, ante todo, recordar que los Papas pasan, porque son humanos, pero Jesucristo es el mismo ayer hoy y siempre, como nos dice la carta a los Hebreos. Ese Jesucristo a quien estos Papas sirvieron con amor. Ese Jesucristo del cual el mismo Papa Francisco decía en la misa el día siguiente a su elección pontificia: "Si no se anuncia a Jesucristo, se anuncia la mundanidad del diablo y la Iglesia se convierte en una ONG piadosa".