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Iglesia

Jesucristo muerto y resucitado, nuestra esperanza

Mensaje de los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica para la Pascua 2025

Como pastores de la Iglesia que peregrina en Costa Rica, queremos saludarlos, con profundo gozo, con las mismas palabras utilizadas durante la Pascua por las primeras comunidades cristianas: ¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!, este saludo es a la vez el anuncio de la gran noticia que ha transformado la historia, porque la victoria de Cristo sobre la muerte es el centro de nuestra fe, la fuente de nuestra alegría y el fundamento firme de nuestra esperanza.
Este anuncio resuena con fuerza en el Jubileo, convocado por el Papa Francisco, en el que estamos llamados a reavivar la certeza de que no caminamos solos, que Dios no abandona a su pueblo, y que la luz de la Resurrección de Cristo ilumina incluso las noches más oscuras.
En la Resurrección de Jesucristo, Dios ha inaugurado un mundo nuevo. Ahí donde parecía haber fracaso, resplandece la victoria; donde reinaba el pecado, brota la gracia; donde todo parecía perdido, la vida ha vencido. Esta es la fuerza transformadora de la Pascua: Cristo Resucitado ha abierto el camino de vida para toda la humanidad, y su Espíritu nos impulsa a caminar en esperanza, a construir la paz, a vivir en comunión, a amar sin medida.
Este anuncio no se queda en los templos. Interpela a toda la sociedad. Como obispos de Costa Rica, queremos compartir con cada persona de buena voluntad esta esperanza que nos habita. Sabemos que nuestra patria enfrenta desafíos profundos: violencia que se incrementa, pobreza que golpea a muchas familias, crisis de valores y de sentido, indiferencia ante el sufrimiento del prójimo...
Pero, ante estas realidades, como discípulos del Resucitado, no podemos quedarnos paralizados ni resignados. Reconocemos con el Papa Francisco que: "La Pascua es la fiesta de la esperanza que nos saca de la resignación. No hay situaciones irreversibles, porque Cristo ha resucitado y nos abre un camino nuevo" (Homilía Pascua 2023). "La esperanza cristiana no es un simple optimismo, es el fuego que Cristo enciende en nosotros para transformar la historia" (Audiencia General, 2017).
Invitamos a todos a vivir esta Pascua y este Jubileo como un tiempo de renovación personal y social. Que este sea un año para fortalecer la confianza en Dios y en el prójimo, para restaurar la convivencia y la justicia, para sanar heridas personales y comunitarias, para tender puentes y derribar muros.
A las familias, primeras escuelas de fe y fraternidad, les animamos a custodiar con ternura la vida y a estrechar lazos de unidad en camino de reconciliación.
A los jóvenes, les decimos: no tengan miedo de soñar con una Costa Rica más humana, más justa, más solidaria. El Resucitado cuenta con ustedes.
A los responsables de las Instituciones públicas, con todo respeto les exhortamos a servir con honestidad, buscando el bien común, sobre todo de los más vulnerables.
A todos los trabajadores del campo y la ciudad, a los migrantes, a los enfermos, a los que sufren: Cristo resucitado camina con ustedes que son el rostro doliente del Señor, y en ustedes Él quiere ser amado y servido.
Como pastores, queremos también decir una palabra a nuestros hermanos y hermanas que se han alejado de la fe o de la Iglesia: esta Pascua es también para ustedes. La misericordia de Dios no tiene fronteras. El Resucitado sigue entrando en los corazones cerrados, en los hogares heridos, en las historias rotas, y sigue diciendo: "La paz esté con ustedes". (cf. Jn 20,19).
La Iglesia quiere ser una casa abierta, una madre que abraza, una comunidad de acogida y de esperanza. "La Iglesia es enviada para despertar en los corazones la esperanza que ha sido silenciada o sofocada", nos dice el Papa Francisco en la bula de convocatoria a este Jubileo.
Anunciemos exultantes de gozo: Cristo ha resucitado y nos espera en Galilea (cf. Mt 28,7), es decir, en los lugares cotidianos donde estamos llamados a llevar su luz. Que Él nos conceda la gracia de renovar nuestra vida personal, eclesial y social. Intercedan siempre por nosotros María, Madre de la Esperanza, y su esposo San José.
Con afecto pastoral y en comunión fraterna, les deseamos a todos: ¡Feliz y santa Pascua!