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El Pan de la Palabra, 21 marzo

comentario del Evangelio

Viernes II de Cuaresma, a cargo del Pbro. Álvaro Sáenz.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 21, 33-43, 45-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

Escuchad otra parábola:

Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos.

Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.

Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: Tendrán respeto a mi hijo.

Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia.

Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron.

Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?.

Le contestan:
Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo.

Y Jesús les dice:
¿No habéis leído nunca en la Escritura:
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente?

Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».

Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos.

Y, aunque intentaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.