8 de marzo, Día Internacional de la Mujer
Estamos celebrando hoy a nivel internacional el Día de la Mujer. Aunque esta es una fecha de celebración secular, la Iglesia que es Madre y Maestra goza de la luz de la Sagrada Escritura y del Magisterio para iluminar este día y darle un sabor evangélico.
A propósito, en su la nueva Carta Pastoral de Monseñor Quirós que será publicada el próximo 25 de marzo y que lleva como título "Transmisión de la Vida. Hay vida hay esperanza", el Arzobispo de San José recuerda que "en este 2025, Año Jubilar, cuyo lema es "Peregrinos en la esperanza", inspirados en nuestra fe cristiana, podemos afirmar que la mujer con su presencia en todos los ámbitos de la vida permite dirigir la mirada más allá del presente con total firmeza. Su innegable vinculación con el don de la maternidad siempre hace trascender y vislumbrar esperanza, incluso allí donde las densas tinieblas y oscuridad serían capaces de desanimar... Desde la centralidad de María, y de otras mujeres bíblicas, afirmo que toda mujer está llamada a la plenitud en lo que respecta a su realización personal, y a desarrollar plenamente su vida personal en la sociedad. De igual manera, como bautizada, por la acción del Espíritu es enviada a evangelizar, mostrando el rostro materno de Dios, por lo que urge con fortaleza continuar evidenciando el rostro femenino de la evangelización"-
Desde su carta pastoral nuestro pastor destaca la importancia de la mujer en la fe y evangelización al destacar que el Evangelio tiene también un rostro femenino. La afirmación es contundente: "La mujer es un "evangelio": una buena noticia por ser creada a imagen y semejanza de Dios". El Evangelio es Jesús ciertamente, pero por el misterio de su Encarnación, con propiedad podemos afirmar que en Cristo y por Cristo la mujer es también
"buena noticia": es Él quien permite
que desarrolle su existencia como "evangelio" y tiene sentido, por tanto, la
expresión el "evangelio de la mujer". En efecto, "cada mujer está llamada a
descubrir en su propia interioridad, el misterio de su existencia, la riqueza
de ser persona y el fundamento último y primero de serlo. Es el encuentro con
su propio yo que le abre al descubrimiento de su sed de infinito, plenitud y
auténtica libertad. Es el encuentro con su más genuina femineidad. Es el espacio para el auténtico amor para
descubrir, como su piedra angular, el Amor del Padre.
Porque la mujer es evangelio su presencia de la mujer en todos los ámbitos es necesaria. En la familia "porque cada mujer asume, continúa y profundiza en el rol decisivo de construir la unidad y la belleza del amor en cada familia". Pero también en el ámbito social porque todas las mujeres "con sus palabras, gestos y sacrificios han escrito los más hermosos relatos que humanizan la vida y la historia de cada persona y del conjunto de la sociedad".
En su carta pastoral el Arzobispo de San José propone desafíos a toda la comunidad cristiana con el fin de que la dignidad de la mujer sea respetada, valorada y restaurada en todos los ambientes, dentro y fuera de la Iglesia. De ahí que en la conclusión de este nuevo documento de su magisterio se manifieste lo siguiente: "sin duda que la presencia protagónica de la mujer en el momento culminante de nuestra historia de salvación, ha de conmovernos y comprometernos cada día más, a darle el lugar que le corresponde en nuestro caminar humano y eclesial, teniendo muy claro que no se trata de una mera concesión nuestra, es voluntad de Dios".