Mons. José Rafael Quirós Quirós, arzobispo metropolitano de San José
Jesús en cumplimiento de la misión que el Padre le encomendó, "Llamó a hombres y mujeres para que lo siguieran y eligió entre sus discípulos
a doce para que "estuvieran con Él" (Mc. 3, 14). A
esos doce es a quienes el Señor encomienda su rebaño, para que lo conduzcan
hacia los mejores pastos y lo defiendan de todo peligro.
"La misión confiada por Jesús a los Apóstoles debe durar hasta el final del mundo (cfr. Mt. 28, 20), ya que el Evangelio que se le encargó de transmitir es la vida para la Iglesia de todos los tiempos. Precisamente por esto los Apóstoles se preocuparon de instituir sus sucesores, de modo que, como dice san Ireneo, se manifestara y conservara la tradición apostólica a través de los siglos".
En fidelidad con esa misión, es que como pastores de la grey que
el Señor nos ha confiado, sentimos el deber de iluminar sobre la "ideología de
género", que como nueva colonización se nos está imponiendo e incursionando en
la educación de las jóvenes generaciones. Ante nuestra intervención, algunos
servidores públicos y generadores de opinión, han afirmado que la Iglesia "en su proclividad
a la mentira", y en "disconformidad" con los programas de educación para
la sexualidad de nuestros niños y adolescentes, ha inventado un fantasma llamado "ideología de
género" que atenta contra su visión moralizante.
Fieles a la misión que nos ha encomendado el Señor, sin
invento alguno, evidenciamos la presencia de esta ideología en afirmaciones
tales como que "se busca trascender los binomios hombre-mujer y
masculino-femenino, para abordar más bien la diversidad de las vivencias y las
expresiones de la afectividad y la sexualidad, todas ellas legítimas y
respetables". El Papa Francisco nos recuerda que: "(esta ideología)
niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta
presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento
antropológico de la familia".
En reiteradas oportunidades hemos manifestado, que no nos
oponemos a una educación para la sexualidad, pero, que esta debe ser integral,
donde se aborde el tema de la verdadera diversidad sexual que se da entre varón
y mujer, su natural atracción y complementariedad, la madurez con que ha de
vivirse esta realidad querida por Dios. No puede soslayarse, el hablar de
matrimonio en el legítimo y natural sentido, de la fidelidad, del auténtico
amor, de la castidad como virtud y como respuesta eficaz a la trasmisión de
enfermedades.
El tema es sumamente importante y delicado para imponerlo bajo parámetros de intolerancia, más bien debe prevalecer el diálogo sensato, sobre la base realmente científica y razonable. Las descalificaciones e intolerancias son manifestación de una construcción ideológica. En dicho diálogo, han de ser muy tomados en cuenta los padres de familia, a quienes por derecho natural les corresponde decidir el tipo de educación de sus hijos. Es derecho suyo, que debe amparar el Estado, la educación según los valores morales que profesan.
Finalmente me pregunto ¿El derecho a la objeción de
conciencia, se respetará con relación a los educadores? No son pocos los que
sienten que enseñar algo contra su conciencia, les resulta una imposición.
No olvidemos que la auténtica libertad se fundamenta en la Verdad.