Celebraron Santa Misa en la Catedral Metropolitana el pasado 8 de febrero
·
Ministros
extraordinarios de la Comunión llevan esperanza.
David
Mora, periodista
El
pasado sábado 8 de febrero, la Iglesia Católica vivió la Jornada Mundial del
Dolor por las Misiones, hecho que fue conmemorado con el rezo del Santo
Rosario, una adoración eucarística y la celebración de la Santa Misa en la
Catedral Metropolitana Santuario Nacional San José, con la presencia de
personal que trabaja en el cuidado de los enfermos y los ministros
extraordinarios de la Sagrada Comunión.
La
Misa fue presidida por el arzobispo metropolitano de San José, Monseñor José
Rafael Quirós, acompañado en la concelebración por el director nacional de las
Obras Misionales Pontificias (OMP), el Padre Jafet Peytrequin, el director
arquidiocesano de OMP, el Padre Manuel Peña, el capellán del Hospital
Geriátrico Dr. Blanco Cervantes, el Padre Ignacio Gamboa y el Padre Geovanny
Solano.
El
prelado durante su homilía invitó a los católicos a reconocer que ningún ser
humano está solo, porque Dios siempre acompaña y está pendiente de las
necesidades de cada uno, no es indiferente, además de recordar que "somos hijos
de Dios, redimidos por Jesucristo, rescatados por el Señor, y pertenecemos a la
Iglesia, comunidad de salvación".
"Ante
esta cultura de la indiferencia, hemos nosotros de seguir cultivando y
sembrando la semilla del amor, de la cercanía, del consuelo, la semilla de no voltear
nuestra mirada hacia otro lado; sino poner nuestra mirada fija en nuestros
hermanos, la mirada fija en el Señor que se manifiesta en el hermano que padece...la
principal enfermedad es el pecado, la lejanía del Señor, todo aquello que nos
aparta del Señor, con ello hay una invitación a que nosotros estemos dispuestos
a acoger esa presencia del Señor", indicó el arzobispo.
Por
su parte, el Padre Peytrequin le recordó a los ministros extraordinarios de la
Comunión que son "el rostro de la Iglesia que consuela, que sana, que sigue
brindando esperanza, con sus manos, sus pies y sus sonrisas llevan a cada
momento y a cada lugar, sobre todo a la vida de aquellos que más sufren, esa
luz de esperanza que solo procede de la fe y la presencia de Cristo, que a
través de sus manos muchos todavía pueden gustar y disfrutar".
Al
finalizar la Santa Misa, Monseñor Quirós extendió su bendición a todos los ministros
que durante el año visitarán a los enfermos en los hospitales y sus casas.