Audiencia General
Continuando el ciclo de catequesis sobre el Espíritu Santo, el Papa Francisco introdujo así su reflexión sobre la relación entre la Virgen y el Espíritu Santo esta mañana en la audiencia general en la Plaza de San Pedro.
Es verdad, prosigue refiriéndose al episodio de la Ascensión, «que había también otras mujeres con Ella en el cenáculo, pero su presencia es distinta y única entre todas», porque «entre Ella y el Espíritu Santo existe un vínculo único y eternamente indestructible que es la persona misma de Cristo».
Después de haber explorado cómo el Espíritu Santo lleva a cabo su obra de santificación en la Iglesia a través de la Palabra de Dios, los sacramentos y la oración, Francisco explora en la catequesis de hoy cómo esto sucede a través de la piedad mariana.
En la tradición católica existe este lema, este dicho: «Ad Iesum per Mariam», es decir, «a Jesús por María». La Virgen nos hace ver a Jesús. Ella nos abre las puertas, ¡siempre! La Virgen es la madre que nos lleva de la mano a Jesús. La Virgen nunca se señala a sí misma, la Virgen señala a Jesús. Y ésta es la piedad mariana: a Jesús a través de las manos de la Virgen.
A continuación, el Pontífice repite una oración que San Francisco dedicó a la Virgen y subraya los apelativos presentes: «¡Hija del Padre, Madre del Hijo, Esposa del Espíritu Santo! No se podría ilustrar con palabras más sencillas la relación única de María con la Trinidad».
Una expresión, «esposa del Espíritu Santo», que, según el Papa, «no debe absolutizarse, sino tomarse por la cantidad de verdad que contiene, y es una verdad muy hermosa.
Ella es la esposa, pero es, antes que eso, la discípula del Espíritu Santo. Esposa y discípula... Aprendemos de ella a ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu, sobre todo cuando Él nos sugiere que «nos levantemos pronto» y vayamos a ayudar a alguien necesitado, como hizo ella inmediatamente después de que el ángel la dejara.