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Obispo Auxiliar

Quien no está en contra, está a favor de Dios

Mons. Daniel Francisco Blanco Méndez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de San José

Durante este domingo XXVI del Tiempo Ordinario, se escucharán textos del evangelio de San Marcos y del libro de los Números que narran acontecimientos muy similares.  Ambos relatos, que son muy descriptivos y elocuentes, nos ayudan a recordar cómo actúa Dios en su relación con el ser humano.

El libro de los Números presenta una narración en la cual Moisés reconoce que no puede asumir toda la responsabilidad de gobernar al pueblo elegido durante el éxodo y por esto Dios le pide que escoja setenta varones para que colaboren con él.

En la tienda, donde están reunidos los que fueron escogidos, Dios derrama parte del espíritu que había dado a Moisés sobre estos, pero dos de ellos nos estaban presentes, se habían quedado en el campamento.  Estos dos también recibieron el espíritu y comenzaron a profetizar.  Josué quiso impedirlo, pero Moisés deja claro que todos pueden recibir el espíritu y profetizar en nombre de YHWH.

Algo similar sucede en el relato evangélico:  un hombre desconocido, que no era parte del grupo de los apóstoles, expulsa un demonio en nombre de Cristo.  El apóstol Juan no entiende que esto pueda suceder y se lo quiere impedir.  Pero ante esto Jesús indica que quien no está en contra, está a favor de Dios y de la comunidad a su alrededor.

La reacción del apóstol Juan y de Josué, pareciera tener una buena intención, ellos buscan mantener la pureza de su grupo y protegerlo de elementos externos que puedan desvirtuar la integridad del mensaje que se anuncia, sea por Moisés o por Jesucristo.

Pero la respuesta de Moisés y de Jesús, manifiesta el modo cómo Dios, por medio de su Espíritu, actúa en favor de todo el género humano.  Ya que en el corazón de toda persona humana existen semillas del verbo, como lo llama el Concilio Vaticano II (AG 11) y por tanto no puede prohibirse a ninguna persona que haga el bien en nombre del Señor.

Y es esta acción del Espíritu Santo, que impulsa al ser humano a actuar según el querer de Dios, haciendo el bien, viviendo la fraternidad, siendo solidarios, trabajando por la justicia y viviendo todos los valores del Reino instaurado por Cristo, lo que permite construir la comunión, incluso cuando no somos del mismo grupo, ya que la fuerza del Espíritu nos permite crear comunidad en medio de las diferencias que puedan existir.

Esta vivencia de la comunión, en la que se trabaja por los valores del Reino en unidad a pesar de ser diferentes, será el mayor signo testimonial que podemos dar los cristianos, así lo dirá el mismo Jesús en la oración sacerdotal:  «Padre, que todos sean uno para que el mundo crea» (Jn. 17, 20).  Y lo contrario, es decir, la falta de comunión, el no lograr unir esfuerzos para anunciar el evangelio, la existencia de celos entre los creyentes, será signo de escándalo, o como ha dicho Jesús en el evangelio será «ocasión de pecado para la gente sencilla que cree en mí».

Por esto, la segunda parte del Evangelio no puede desligarse del inicio, es decir del acontecimiento del hombre desconocido que expulsaba demonios en nombre de Jesús; ya que la falta de vivir la comunión ha sido siempre un motivo de escándalo y ocasión de pecado dentro de la comunidad de los creyentes, especialmente para aquellos que están iniciando su camino cristiano.  De ahí que Jesús, de forma tan fuerte, advierta que es preferible amputar alguna parte del cuerpo, antes que ser objeto de separación o causa de división dentro de la comunidad, ya que esto escandaliza a la gente sencilla.

Esa también ha sido la enseñanza magisterial de los dos últimos pontífices; nos indicaba el recordado papa Benedicto XVI «los miembros de la Iglesia no deben experimentar celos, sino alegrarse si alguien externo a la comunidad obra el bien en nombre de Cristo» (30.09.2012), también el papa Francisco nos recuerda «Jesús invita a no obstaculizar a quien trabaja por el bien, porque contribuye a realizar el proyecto de Dios. Luego advierte: en lugar de dividir a las personas en buenos y malos, todos estamos llamados a vigilar nuestro corazón, para no sucumbir al mal y dar escándalo a los demás [...]se corre el riesgo de hacer de las comunidades cristianas lugares de separación y no de comunión» (26.09.2021).

Por tanto el compromiso de todos para este domingo debe ser que inspirados en la Palabra de Dios proclamada e impulsados por el Espíritu que habita en nosotros y que nos inunda con su gracia, como lo hemos pedido en la oración colecta, busquemos constantemente vivir la comunión, la unidad y la fraternidad, acercándonos a todos los que buscan anunciar la Palabra y extender los valores del Reino de Dios, aunque existan diferencias entre nosotros, para que así demos testimonio de unidad entre los cristianos y nunca seamos ocasión de pecado para la gente sencilla que cree en el Señor.