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Obispo Auxiliar

La ley de Dios consiste en amar

Mons. Daniel Francisco Blanco Méndez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de San José

En la oración colecta de este domingo pedimos al Señor que infunda su amor en nuestros corazones y que haga crecer el bien en nosotros para que podamos hacer más religiosa nuestra vida.

Por esta razón, cuando en este domingo la palabra de Dios nos habla sobre la manera verdadera en que deben cumplirse los mandamientos, debemos recordar las enseñanzas de Cristo que nos ha manifestado que amar es cumplir la plenitud de la Ley y los profetas.

El cumplimento fiel del decálogo y de toda la ley era el modo en que el pueblo elegido se reconocía cumplidor de la alianza y se sabía unido estrechamente a YHWH, por eso cuando se olvidaban de los mandamientos, era necesario recordarlos, como se ha narrado en la primera lectura, en la cual se ha he hecho memoria de una norma que es fundamental para entender la controversia que se da en el Evangelio entre Jesús y el grupo de fariseos y escribas.  Moisés indicó que YHWH ha ordenado: «No quitarán nada y no añadirán nada a lo que les mando».

La polémica que narra el evangelio de Marcos se fundamenta en la pregunta los fariseos y los escribas hacen a Jesús:  ¿Por qué los discípulos no siguen la tradición de nuestros mayores y comen con manos impuras?  La tradición de las abluciones antes de las comidas, son rituales que se fueron añadiendo a través de los años a las normas bíblicas que el pueblo elegido recibió por parte de YHWH.  Y estas tradiciones, que no eran parte de la Sagrada Escritura, fueron prescritas por fariseos y escribas como si fueran emanadas por Dios.

Ante esto, la frase fortísima de Cristo, que trata de hipócritas a estas personas; porque han dejado de lado los mandamientos de Dios para aferrarse a tradiciones humanas y han dejado de lado lo fundamental que es la escucha de Dios y el cumplimiento de su voluntad, para quedarse con costumbres secundarias que nada enriquecen la vida de la fe.

Nos enseña el papa Francisco «Hipócrita, dice Jesús.  Jesús de hecho quiere sacudir a los escribas y los fariseos del error en el que han caído, ¿y cuál es este error? El de alterar la voluntad de Dios, descuidando sus mandamientos para cumplir las tradiciones humanas. La reacción de Jesús es severa porque es mucho lo que hay en juego: se trata de la verdad de la relación entre el hombre y Dios, de la autenticidad de la vida religiosa» (02-09-2018).

El Escucha Israel, de la primera lectura y que tantas veces es usado en el Antiguo Testamento, debe llevar al ser humano, a abrir su corazón a Dios, a encontrar su voluntad y a descubrir cuál es la plenitud de la ley, que es, según la enseñanza de Cristo, la vivencia del amor a Dios y al prójimo.  Por tanto, todo verdadero mandamiento nos debe llevar a amar, si no, esta norma no proviene de Dios.

Por esta razón, estas tradiciones que reclaman los escribas y fariseos, no son mandamientos que vengan de Dios, porque no llevan a amar a Dios ni al hermano, buscan únicamente una pureza ritual, que incluso puede alejar del prójimo cuando éste es considerado impuro.

La palabra de Dios de este domingo, aprovecha esta controversia de Jesús con los escribas y fariseos para dejarnos dos enseñanzas:

·        Primero, nos enseña que nada externo al ser humano puede provocar la impureza de éste porque nada que haya sido creado por Dios provoca impureza.  Las impurezas nacen del corazón, nacen en el interno de cada persona y estas impurezas son las maldades y los pecados que nos alejan de Dios y que hacen daño al hermano alejándonos de la comunidad, mencionaba Jesús las malas intenciones, los robos, las injusticias, los adulterios, entre otros.

·        Segundo, esta controversia nos deja claro cuál es la verdadera pureza de corazón y cual la religión pura e intachable a los ojos de Dios, como lo ha dicho Santiago en la segunda lectura.  La vivencia auténtica de la fe se resume en la vivencia del amor.  El apóstol Santiago hablará de cuidar a huérfanos y a viudas, dos de las poblaciones más vulnerables de aquella época.  En el amor, la solidaridad y la compasión radica el testimonio de una vida cristiana verdadera.

Este Domingo somos exhortados a escuchar la voz de Dios, a abrir nuestro corazón a él, para desterrar toda impureza que nos aleje de Él y de los hermanos y a poner en práctica sus enseñanzas y mandamientos, los cuales nos deben llevar a amar y servir a los hermanos, es así como nuestra vida será más religiosa, como lo hemos pedido en la oración colecta y nuestro nombre de cristianos tendrá credibilidad.