Responsive image

Arzobispo

Hacia una Costa Rica equitativa

Mons. José Rafael Quirós Quirós, arzobispo metropolitano de San José

Repasar los ideales forjados durante el proceso de independencia de Costa Rica nos ofrece una valiosa brújula para guiar nuestros pasos hacia una sociedad más justa y equitativa. Los principios que inspiraron la independencia, como la libertad, la igualdad y la solidaridad, sentaron las bases para la construcción de una nación naciente que buscaba superar las injusticias del pasado y ofrecer oportunidades para todos sus ciudadanos.

Hoy es esencial reflexionar sobre estos valores fundamentales y preguntarnos cómo podemos renovarlos y aplicarlos para enfrentar los desafíos actuales. La historia nos enseña que el compromiso con estos ideales transformó profundamente nuestra sociedad, ayudándonos a construir una patria donde la justicia y la inclusión fueran una realidad tangible para todos.

Una patria firme y próspera solo puede existir en donde se garantice la verdadera igualdad entre todos los ciudadanos, sin importar su condición u origen social o étnico. La fortaleza de una nación radica en su capacidad para reconocer y valorar la diversidad de su población, asegurando que cada individuo tenga acceso a las mismas oportunidades y derechos.

La fe en Cristo, el Señor, nos lleva a afirmar la igualdad fundamental entre todas las personas, pues para Dios todos tenemos el mismo valor y dignidad: "No hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3, 28). Este principio pues, nos hace rechazar cualquier forma de discriminación y  promover una comunidad  donde el amor y el servicio a los demás son esenciales.

La igualdad no solo es un principio de justicia, sino también un pilar fundamental para la cohesión social y el desarrollo equitativo. Cuando una sociedad permite que las desigualdades persistentes dividan a sus ciudadanos, socava la unidad y la estabilidad que son esenciales para el progreso colectivo. Por lo tanto, es imperativo orientar toda acción hacia la eliminación de barreras que perpetúan la discriminación y la exclusión, construyendo así una Costa Rica sólida y cohesiva.  

En Costa Rica hoy, además de enfrentar rezagos en el sistema educativo, observamos una preocupante falta de acceso equitativo a una educación de calidad. Esta desigualdad educativa no solo perpetúa la exclusión social y económica, sino que también limita las oportunidades de desarrollo personal y profesional para muchos ciudadanos. La brecha en la calidad educativa entre diferentes regiones y grupos socioeconómicos ha venido reforzando las disparidades existentes, impidiendo que todos los costarricenses tengan las mismas oportunidades para prosperar y contribuir al progreso del país.

De manera similar, es fundamental abordar las estructuras, las políticas y las prácticas que benefician a unos pocos en detrimento de otros y perpetúan la desigualdad económica, afectando a los segmentos más vulnerables de la población. La falta de oportunidades  en el ámbito laboral, el acceso desigual a servicios de salud de calidad y la creciente segregación residencial reflejan realidades contrastantes que revelan una profunda brecha entre distintos grupos sociales en Costa Rica.

Estas disparidades no solo afectan la calidad de vida de muchas personas, sino que también socavan el sentido de justicia y cohesión social.

La independencia de Costa Rica condujo a aspirar a la creación de sistemas de justicia, que fueran verdaderamente equitativos y accesibles para todos sus ciudadanos, eliminando las injusticias y abusos que habían caracterizado el pasado.

Pidamos a Dios que nos ilumine y nos otorgue la fortaleza necesaria para unirnos en la construcción de una Costa Rica más justa y solidaria, donde cada uno de nosotros, con nuestras acciones y compromisos, contribuya de manera decidida a esta noble causa. Que nuestra fe en Cristo nos guíe en este camino.