Mons. José Rafael Quirós Quirós, arzobispo metropolitano de San José
Con
la Bula de convocatoria al próximo jubileo 2025, bajo el lema: «Spes non
confundit» - «La esperanza no defrauda» (Rm 5,5), el Papa Francisco quiere
animarnos a todos los cristianos a hacer de la esperanza un pilar fundamental
de nuestra vida.
En
este documento, el Papa ofrece una profunda reflexión sobre nuestra Madre del
cielo, destacándola como el más sublime ejemplo de la esperanza a la que todos
estamos llamados. Sus palabras no solo fortalecen nuestra vida de fe, sino que
también nos invitan a una cercanía más profunda con María, quien siempre se
entregó plenamente a la voluntad de Dios, convirtiendo la esperanza en fundamento
de su existencia.
Francisco
destaca cómo en María "vemos que la esperanza no es un fútil optimismo, sino un
don de gracia en el realismo de la vida". En
la madre de Jesús, la esperanza va más allá de un positivismo superficial; es
algo profundo y significativo. La esperanza en María se manifiesta como un don
de gracia que se experimenta en la realidad cotidiana.
Por
lo tanto, no se trata simplemente de una respuesta optimista ante las
dificultades o una expectativa sin fundamentos, sino de una virtud sobrenatural
arraigada en la confianza plena en Dios y en su providencia. Esta esperanza
perdura incluso en medio de las pruebas y desafíos de nuestra existencia
terrenal, y por ello, debemos implorarla insistentemente al Señor.
Debemos
pedir a Dios la gracia de ser personas llenas de esperanza, como lo fue María
lo que implica mantener, con su fuerza, una actitud positiva y perseverante
ante los desafíos, en lugar de rendirnos en el camino o adoptar un enfoque
derrotista en nuestra vida. Ser personas de esperanza significa cultivar una
confianza inquebrantable en que Dios lleva adelante su plan en favor nuestro, y
que Él siempre nos sostendrá y guiará a través de todas las circunstancias.
Luego, dice el Papa: "Como toda madre, cada vez que María miraba a su Hijo pensaba en el futuro, y ciertamente en su corazón permanecían grabadas esas palabras que Simeón le había dirigido en el templo: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón» (Lc 2,34-35). Por eso, al pie de la cruz, mientras veía a Jesús inocente sufrir y morir, aun atravesada por un dolor desgarrador, repetía su "sí", sin perder la esperanza y la confianza en el Señor".
En
estas palabras, el Papa Francisco conecta los sentimientos de María con los de
todas las madres que esperan lo mejor para sus hijos, pero también saben que
estos deben enfrentar las dificultades de la vida. María conoce profundamente
las angustias y preocupaciones que enfrentan las madres en su vida diaria. Ella
misma experimentó momentos de incertidumbre y dolor, desde la huida a Egipto
hasta la crucifixión de su Hijo. En su papel como madre, comprende las alegrías
y las preocupaciones que acompañan a la crianza y al cuidado de los hijos. Su
ejemplo motiva a todos, pero especialmente a las madres, a confiar en Dios en
medio de las angustias y a encontrar consuelo en su intercesión maternal.
El
título de Estrella del Mar, atribuido a la Santísima Virgen, y que
retoma el Papa Francisco en este documento, nos invita a reflexionar
profundamente sobre el papel de María como guía y protectora en nuestras vidas,
especialmente en tiempos de desafíos, evocando la imagen de una estrella que
brilla en medio de la oscuridad y guía a los navegantes hacia tierra firme.
Roguemos a nuestra amada Madre, la Negrita de los Ángeles, cuya devoción en estos días resplandece con especial ternura, que su luminoso ejemplo irradie su luz sobre nosotros. Somos conscientes de los retos que enfrentamos, retos que amenazan con despojarnos de nuestra esperanza. No obstante, depositamos nuestra confianza en que, bajo su amoroso amparo y poderosa intercesión, somos capaces de superarlos.