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Iglesia

Conmemoran Anexión de Nicoya con Santa Misa

Celebración evocó los orígenes de la evangelización en Costa Rica

·         Obispo denuncia problemas económicos en las costas

 

David Mora, periodista

Fotografía: Eco Católico

La mañana de este miércoles 10 de julio, la Parroquia de San Blas, en Nicoya, conocida como la "Cuna de la Evangelización", se llenó de fiesta al celebrar una Santa Eucaristía para conmemorar el bicentenario de la Anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica, ocurrida en 1824. Allí se recordó cómo comenzó la difusión del mensaje cristiano en Costa Rica, por medio de frailes franciscanos.

La Santa Misa fue presidida por el obispo de la Diócesis de Tilarán-Liberia, Monseñor Manuel Eugenio Salazar, le acompañaron en la concelebración varios obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR) y obispos eméritos, entre ellos su predecesor, Monseñor Vittorino Girardi. La celebración estuvo animada por cantos al ritmo de la marimba, como se caracteriza la música guanacasteca.

Varios elementos visuales estuvieron presentes durante la Misa, entre ellos los vasos sagrados y el atril de plata originales de la época colonial, en el altar se colocó la imagen bicentenaria del Cristo Negro de Esquipulas de Santa Cruz, las imágenes de Nuestra Señora de Guadalupe, que data del siglo XVI, y San Blas, original del siglo XVII, estuvo expuesta la reliquia de primer grado de San Antonio de Padua, patrono de la diócesis guanacasteca.

Durante su homilía, Monseñor Salazar mencionó que la Parroquia de San Blas fue la primera en fundarse en el país en 1544, por lo que la fe católica ya estaba en Nicoya antes de su Anexión, cuando antes el territorio estaba ocupado por indígenas chorotegas; por lo que, con la llegada de los españoles en el Siglo XVI, las tradiciones que ya estaban en el lugar se mezclaron con la fe católica y siguen vigentes, como lo es El Baile de la Yegüita, presente en las fiestas en honor a la Virgen de Guadalupe.

También destacó que los sacerdotes defendían a los indígenas de la explotación y maltrato que sufrían de los colonizadores, además de que la juramentación de la Anexión sucedió en una Misa celebrada por el Padre Cipriano González. Por otro lado, también tuvo presente los aportes culturales y gastronómicos que Guanacaste le ha dado a Costa Rica.

El obispo denunció que existen problemas en las costas como la pobreza y la necesidad porque la economía se mueve hacia el Valle Central, por lo que pidió al Gobierno y las instituciones públicas más atención a la provincia. "Costa Rica tiene una deuda con Guanacaste, promover su desarrollo integral...No al centralismo meseteño, todos somos hermanos, todos debemos comer igual, la misma comida, hay que invertir en Guanacaste es el llamado que como pastor que escucho los gritos y lamentos de sufrimiento en mi pueblo, vuelvan sus ojos a Guanacaste, y luchar con valentía contra el narcotráfico, que como un cáncer nos está carcomiendo", manifestó el prelado.

Los obispos se trasladaron hasta la costa en ferri, por lo que, una vez terminada la Eucaristía, tuvieron que volver rápido al medio de transporte por razones de tiempo, sin embargo, esto no fue impedimento para que a cada uno se le obsequiara una réplica de la Virgen de los Ángeles hecha por el escultor Luis Alonso Ramírez, en la edición especial del Bicentenario del patronazgo sobre el país.

Al finalizar la Santa Misa, Monseñor Salazar impartió la Bendición Apostólica, que permite a los fieles obtener la Indulgencia Plenaria, y que los obispos sólo pueden dar tres veces al año, por ello eligen ocasiones especiales para hacerlo.