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Mi testimonio vocacional

Seminarista Yulian Badid Villalta Salas

Mi nombre es Yulian Badid Villalta Salas, tengo 22 años y soy seminarista de la Arquidiócesis de San José. Soy originario de la parroquia San Rafael Arcángel en Montes de Oca, específicamente de la Filial San Ramón en La Unión. Mi núcleo familiar está formado por mis papás y mi hermana. Actualmente, curso el primer año  de la etapa discipular (segundo de la formación).

Todo comienza en el kínder, donde ya decía que quería ser padre y esto siguió hasta la escuela donde era al único que le gustaba la clase de religión. Durante mi infancia, ese era mi único vínculo con la Iglesia y se puede decir que con Dios. A pesar de que había hecho la primera comunión, las veces que iba a Misa eran pocas, solamente a uno que otro funeral o matrimonio. Yo escuchaba que los compañeros iban a Misa los domingos y yo me emocionaba porque también quería ir. Lo que decía en el Kínder de que quería ser sacerdote, ya en los años de escuela y de colegio, ya no estaba presente, según yo, fue algo que decía nada más cuando  era chiquillo.

Cuando estaba en el Octavo Año, un domingo me levanté con ganas de ir a Misa, algo un poco extraño. Averigüé los horarios de la Misa en la capillita de San Ramón (hasta la fecha es a las nueve de la mañana) y mi papá me fue a dejar. Desde ese domingo, me sentí tan acogido por la comunidad que seguí frecuentando. Meses después ya era lector, monaguillo y hasta aprendí a tocar guitarra para estar en el coro. La primera vez que asistí, una vecina me dijo ¿y eso que usted venga a Misa? Yo pensé que no conocía a Cristo. Años después analizo y reconozco que ella tenía razón, yo no conocía verdaderamente a la persona de Jesús. 

Mi camino en la parroquia continuó hasta el punto de poder participar en el consejo pastoral parroquial y ser catequista. Con el tiempo mis papás también comenzaron a asistir y servir en la Iglesia.  A pesar de mi activa vida parroquial, el deseo que tenía de niño de ser sacerdote no estaba presente, inclusive las personas al verlo a uno joven y entregado, tendían a decir ¿por qué no se hace padrecito? y era algo que me chocaba. Ahora entiendo el porqué, era una confrontación interior. Salí del colegio un poco perdido, no sabía que estudiar, me inclinaba por el área de salud, pero también me llamaba la atención la formación docente. Ingresé a la Universidad de Costa Rica a estudiar Promoción de la Salud y al tiempo comencé a estudiar Enseñanza del Castellano.

Estando en el segundo año de la Universidad, comencé a sentir que el Señor me llamaba a hacer otra cosa. Yo dije es algo pasajero, ahorita se me pasa y hasta la fecha, eso no ha pasado. En mi tercer año de carrera, hice encuentros vocacionales, con grandes miedos de no saber ni qué estaba haciendo y en diciembre fui admitido al Seminario Introductorio. Me daba miedo estar equivocado, pero con el tiempo el Señor me ha enseñado a confiar en Él y como dijo un sacerdote hace poco Dios no te llama para embarcarte, si no para ayudarte a descubrir su voluntad.

El tiempo que he estado en el seminario, ha sido Kairós. He sentido la Misericordia de Dios que se hace presente cada día en mi vida, teniendo mucha paciencia conmigo y enseñándome el camino que debo seguir para descubrir cuál es su voluntad en mi vida. De la mano de la Virgen María y del testimonio de tantos santos, me maravillo cada vez más de nuestra Madre en la Iglesia y me motiva a seguir entregándome cada día. No sé si mi camino es el sacerdocio, pero de lo que sí estoy convencido es de que ,como dice Santa Teresita, en la Iglesia, quiero ser el amor.