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La santa Misa ¿Repetición de ritos?

Artículo Seminario

Suele ser muy común en las dinámicas humanas, que la realización repetida de un mismo evento o acción redunde con el tiempo en hacer perder a quien lo realiza, el sentido por el que lo hace o la admiración y desempeño con el que lo realiza. Es así como, por ejemplo, que, aunque un vecino de La Fortuna de San Carlos tenga por vista el imponente Volcán Arenal de camino a su trabajo, el verlo todos los días le hará llegar a no sorprenderse o admirarse tanto como lo hacía al inicio. O bien, una maestra después de varios años de trabajar pueda con el tiempo dejar de sorprenderse de la inocencia y la bondad de los niños. Es, por tanto, palpable en la experiencia humana, que las personas corremos diariamente el riesgo de perder la capacidad de admiración y contemplación ante la rutina diaria y de caer en el aburrimiento al que conduce perder el gusto con el que se realizan las acciones más cotidianas. Partiendo de esta constatación tan humana, podemos ahora analizar que como resultado de esta pérdida del sentido de la belleza y de la contemplación, los cristianos muchas veces la hemos llevado a la vida de fe y específicamente a la celebración de la santa Misa. Al igual que las otras esferas de la vida humana, la dimensión espiritual y religiosa no está exenta de verse afectada por la usanza sin sentido de los actos humanos. Como lamentable consecuencia, hemos terminado lacerando la vivencia de la Eucaristía como un simple deber repetitivo de todos los domingos, asistiendo a lo ?mismo de siempre?. Es por ello, que algunos cristianos han caído en la concepción de que la misa es una repetición de actos iguales que más o menos son entendibles, o como si la misa fuera una tras otra vez, la muerte de Jesús en el Calvario, casi como si Jesús muriera una vez más, cada vez que celebramos la misa. Pero ¿Esto de verdad es así? ¿es la misa repetición diaria de la muerte de Jesús? La respuesta es no. Jesús murió una sola vez y para siempre (Hb 7,27). Pero entonces ¿Qué es lo que sucede durante la Eucaristía? Para responder, no podemos olvidar que el cuerpo con el que murió Jesús sobre la cruz era un cuerpo ungido por el Espíritu Santo en el Jordán (Mc 1,9-11) y que, por tanto, todas sus acciones tenían un valor definitivo y eterno para la historia. Al instituir la Eucaristía, Jesús establece mediante los signos sacramentales del pan y del vino todo su misterio Pascual que estaba a pocas horas de consumar. En consecuencia, podemos afirmar que, aunque la muerte de Jesús claramente está circunscrita a un espacio y tiempo determinado de la historia, este acontecimiento y sus efectos no lo están. De manera tal, cuando los cristianos devotamente participamos de la santísima misa, por el valor eterno de la entrega de Jesús en la Cruz con un cuerpo consagrado por el Espíritu y preparado por el Padre (Hb 19,5) y en virtud de este mismo Espíritu que aunque actuando intrahistóricamente, es atemporal, cada misa es en sí misma, la presentación de los creyentes en el único evento salvífico de la Cruz, de modo que podemos contemplar y alimentarnos del mayor acto de amor que ni puede volverse rutina ni jamás aburrirá a los corazones que admiran con los ojos del alma. En el fondo, en el memorial eucarístico, el Don divino mediante las ofrendas sacramentales nos traslada a la belleza infinita del misterio Pascual.