Gratitud a las Conferencias Episcopales Centroamericanas que se han solidarizado con el pueblo nicaragüense y sus obispos; y una profunda alegría participar con los hermanos del episcopado en el encuentro del SEDAC, es una por la fraternidad que los lleva a la solidaridad, señaló Monseñor Álvarez, obispo de Matagalpa, en Nicaragua.
Monseñor Rolando Álvarez, dijo: ?Quiero aprovechar para agradecer a la Conferencia Episcopal de Panamá, de Costa Rica, de Guatemala, que en su momento quisieron pronunciarse mediante comunicados, solidarizándose con los Obispos de la Iglesia de Nicaragua. Agradecemos a la Iglesia en El Salvador, que a través de sus obispos en diversos mensajes y homilías, también lo ha hecho, así como los hermanos de Honduras?.
?Oren muchos por nosotros, nuestra principal fuerza es la oración, es muy importante que estén pendientes de Nicaragua pues estamos ahí todos los días tratando de construir un país diferente?, recalcó.
Monseñor Álvarez enfatizó que como Iglesia están acompañando al pueblo nicaragüense: ?nosotros estamos del lado del rostro sufriente de los pobres, entre ellos los más pobres, de los marginados, de los olvidados. La Iglesia de Nicaragua camina con su pueblo, la Iglesia de Nicaragua en ningún momento ha dudado en ponerse del lado de lo que el Papa Francisco llama las periferias existenciales, los que son descartados por el mundo, ahí estamos nosotros compartiendo esos dolores y esas lágrimas?, agregó.
Ante la profanación y destrucción de templos en Nicaragua, monseñor Álvarez indicó que ?Jesucristo es el nuevo templo del Padre, por lo que sus templos, catedrales, sedes parroquiales, capillas en las comunidades, son manifestación de Jesucristo, de tal manera que los templos son sagrados y en ese sentido todo templo debe ser respetado?. ?Cuando un templo se ve asediado por cualquier tipo de circunstancia, siempre se hiere la sensibilidad de los fieles, eso hay que evitarlo?, añadió.
A pesar de su situación crítica en Nicaragua no se puede perder la esperanza, advirtió tras indicar que ?no la podemos perder; yo he insistido que hay varias tentaciones que los nicaragüenses enfrentamos y que el maligno quisiera introducir en el corazón de los nicaragüenses: el odio, porque un pueblo que odia se autodestruye; el miedo, porque un pueblo que tiene miedo está paralizado; y la desesperanza, porque un pueblo que no tiene esperanza esta sepultado en vida?, recalcó.