Mons. José Rafael Quirós Quirós, arzobispo metropolitano de San José
Al
celebrar cada 1 de mayo la fiesta de San José Obrero, recordamos la
importancia del trabajo digno en
nuestras vidas. En efecto, el derecho al trabajo es fundamental para la
realización plena de cada individuo pues no solo proporciona medios de
subsistencia, sino que también promueve la autonomía, la dignidad y la
participación en la sociedad.
El
trabajo es un derecho y un bien fundamental para toda persona, ya que permite
expresar y acrecentar la dignidad humana, por lo que la falta de oportunidades
laborales, debe ser considerada una verdadera calamidad social, especialmente
para las nuevas generaciones. Una sociedad que niega el derecho al trabajo o
impide niveles satisfactorios de empleo no puede alcanzar la legitimación ética
ni la paz social justa.
Más
aun, el trabajo no es solo una actividad económica, sino que tiene un valor
sagrado y una dimensión espiritual. El
papa Francisco nos recuerda que "donde hay un trabajador, ahí está el interés y
la mirada de amor del Señor y de la Iglesia". El
trabajo es una realidad donde se manifiesta la presencia de Dios y su amor por
cada individuo, lo que implica que su Iglesia debe estar comprometida con el
bienestar y la dignidad de los trabajadores.
Como
enseñaba san Juan Pablo II, "el trabajo humano es la clave esencial de toda la
cuestión social".
Muchos de los desafíos que como sociedad
enfrentamos, como la pobreza, la desigualdad, la violencia y la exclusión
social, pueden abordarse de manera efectiva a través de la creación y el acceso
a empleos dignos y significativos para todos.
En
contraste, el trabajo no siempre se reconoce ni se valora adecuadamente y a
menudo se desprecia o se reduce simplemente a una fuente de ingresos. Además, la prevalencia de condiciones
laborales precarias, salarios bajos y falta de protección social en ciertos
sectores también sugiere una subvaloración del trabajo en la sociedad.
Hoy
muchos costarricenses enfrentan dificultades para encontrar empleo en un mercado laboral, a menudo volátil y
excluyente y, no pocos, se ven obligados a aceptar empleos con condiciones
injustas debido a la falta de opciones, lo que demuestra una falta de
reconocimiento de su dignidad y derechos laborales.
La
existencia de un amplio sector de empleo informal resalta la necesidad no solo
de generar nuevas oportunidades laborales, sino también de asegurar condiciones
de trabajo apropiadas, salarios equitativos y protección social para todos los
trabajadores por lo que señalamos que es importante que existan políticas y
medidas que aborden estos desafíos aun vigentes para garantizar que todos los
trabajadores puedan ejercer su derecho a un trabajo digno.
El
tema del trabajo digno como derecho humano nos debe involucrar a todos,
recordando, en primera instancia, que los problemas relacionados con el empleo
requieren una intervención significativa por parte del Estado pues, este tiene
la responsabilidad de promover políticas que estimulen la creación de
oportunidades laborales y que apoyen el desarrollo del sector productivo.
Como
Iglesia, al celebrar a San José Obrero y, con él, a todos los trabajadores, sentimos la obligación de promover el diálogo entre
empleadores, sindicatos y gobierno a fin de lograr aun más, políticas laborales
equitativas, educar sobre los derechos laborales y defender la dignidad y el bienestar de todos
los trabajadores, reconociendo el trabajo como un derecho humano fundamental
que debe ser protegido y valorado.
Que
el ejemplo de trabajo y compromiso con la familia de san José, inspire nuestras
acciones por la protección de los derechos laborales y la dignidad de todos los
trabajadores. Que su intercesión nos acompañe en nuestras conversaciones, para que juntos podamos construir un entorno
laboral más humano y solidario. Que Obrero de Nazareth nos ayude como creyentes
y como sociedad, a tener siempre presente que el trabajo es un derecho
fundamental y una vocación sagrada que merece ser respetada y valorada en todas
las instancias.