Homilía de Mons. José Rafael Quirós Quirós, arzobispo metropolitano de San José, en la Misa por los Trabajadores
El tiempo pascual nos lleva a
mirar con mucha esperanza nuestro caminar diario, por cuanto, Cristo Resucitado
es la fuerza transformadora que nos impulsa hacia metas altas. Y, al celebrar
hoy la fiesta de San José Obrero, como Iglesia nos sentimos gozosos al recibir
en esta Catedral, a todos ustedes que representan la riqueza de expresiones del
trabajo humano, como elemento fundamental de transformación.
Hoy primero de mayo, somos
convocados por el Señor de nuestras vidas y de la creación entera, para vivir
estos momentos de comunicación íntima con Él, al celebrar los sagrados
misterios de nuestra redención, Cristo que entrega su vida para devolvernos
todo lo que habíamos perdido a consecuencia del pecado de nuestros primeros
padres
En el texto del evangelio que
hemos escuchado, se hace referencia a Jesús como el hijo del carpintero, lo que
de inmediato nos remite a José, su padre adoptivo, quien se dedicó a esa labor,
respondiendo así a la vocación de todo ser humano al trabajo, y a la vez
procurar el debido sustento de su familia. Dos aspectos que considero de mucha
importancia y que son válidos para todos los tiempos. Por lo que, como Iglesia
y sociedad, debemos animar a las presentes generaciones a sentir la
responsabilidad de trabajar, y hacerlo honestamente, pues, pareciera que hoy se
llama trabajo hasta acciones delictivas.
Enfatizar que, con el producto
del trabajo realizado, han de llenarse las necesidades propias y de aquellos
que están bajo la propia responsabilidad. Es el camino natural que se debe
recorrer, destacando cómo el trabajo honesto dignifica y permite ver con mucha
esperanza el futuro personal y de la sociedad. Y como creyentes, vivir esta
experiencia en la dimensión que nos enseña san Pablo, "Todo lo que digan y todo
lo que hagan, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dándole gracias a Dios
Padre, por medio de Cristo". Es acogiendo esa presencia del Señor que todo se
encamina hacia lo mejor. San José realizó su proyecto de vida personal y
familiar, apegado siempre a la voluntad de Dios, tarea nada fácil para aquel
que amó a Jesús con corazón de padre.
La figura del carpintero de Nazareth
ha de inspirar y animar a todos los trabajadores en las distintas ocupaciones,
a realizar bien lo que se les encomienda, por su parte los patronos han de dar
el trato humano requerido y cumplir también lo
establecido en la legislación laboral. En lo que toca a los gobernantes, en
palabras del Papa Francisco: "deben dar a todos la posibilidad de
ganarse el pan, ya que esta ganancia les da dignidad. El trabajo es una unción
de dignidad, y esto es importante".
En orden a la dignificación del
trabajo de los sencillos, qué importante es contar con una política impregnada
de justicia hacia a los pequeños y medianos productores agrícolas. No es justa la medición desde ganadores y perdedores,
sino colocar la dignidad de nuestros hermanos en el centro de atención. Trabajar
la tierra siempre ha sido exigente y duro, y hoy todavía más en las actuales
condiciones económicas y climáticas. No
es posible volver la mirada hacia otro lado, se trata de personas en medio de
sus angustias que no pueden decir hoy, mañana tomo una computadora en mis manos
y cambio de trabajo.
Todos somos hermanos, con la
misma dignidad de hijos del mismo Padre, Creador de todas las cosas, el pequeño
productor agroalimentario merece cercanía, acompañamiento, respeto y no ser
explotado. Requerimos encaminarnos hacia políticas públicas para el agro, que
favorezcan una economía social solidaria, donde la riqueza de nuestros campos
se distribuya equitativamente. Es fundamental dar herramientas, insumos y
asistencia técnica a los productores nacionales para asegurar nuestros propios
alimentos. También, fortalecer las líneas de comercialización en las Ferias del
Agricultor, el Programa de Abastecimiento Institucional (PAI) del Consejo
Nacional de Producción, el Programa Integral de Mercadeo Agropecuario (PIMA),
el Centro Nacional de Abastecimiento y Distribución de Alimentos (CENADA) y
otros, eliminando las distorsiones que no permiten alcanzar los fines para los
cuales fueron creados.
En orden a la solidaridad, la
producción cooperativa ha sido exitosa, pero requiere de un apoyo decidido de
quienes corresponda desde el ámbito gubernamental. Se debe pensar en el productor nacional,
asegurando el mercado justo para lo que produce, que garantice precios justos a
sus cosechas y la reactivación de sus actividades, que procure la seguridad
alimentaria de la población con éstos y otros productos básicos. En consecuencia, que las importaciones
respondan a las exigencias de justicia efectiva para todos.
Dígase lo mismo con relación a las
empresas agroexportadoras, que esperan una política cambiaria que no afecte sus
actividades productivas y así poder seguir ofreciendo fuentes de empleo a numerosas
familias trabajadoras de zonas rurales.
No puedo dejar de referirme a la
Caja Costarricense de Seguro Social como patrimonio nacional y una expresión de
solidaridad pensada e impulsada por insignes costarricenses, como expresión de
un Estado social, democrático y de derecho, que de ninguna manera podemos permitir
sea debilitada por nadie. Más bien fortalecerla, dotándola de la
infraestructura necesaria, de la formación de los profesionales médicos y
especialistas requeridos, para que la atención médica sea pronta y oportuna, y
así responder a la inhumana lista de espera.
Por tanto, en san José Obrero,
evocamos la figura de la persona trabajadora que con su labor contribuye con
Dios en la obra creadora, y es también sujeto en la construcción de la paz
social y de la justicia. Esa paz social que se construye desde el desarrollo
humano integral, mediante el diálogo constructivo y efectivo con todos los sectores de la
sociedad, y la integración de la ciudadanía que ha de
abarcar todas las dimensiones del ser humano, a fin de que nadie quede rezagado,
ni mucho menos excluido.
Con dolor hay que manifestar que no caminamos por
ese sendero, el crecimiento económico no alcanza a todas las personas. Así lo
manifestamos los obispos en nuestro Mensaje cuaresmal: "Nuestro modelo de organización socioeconómica ha
demostrado ser estructuralmente incapaz de reducir la pobreza de modo
significativo. No se perciben medidas para paliar la pobreza. La inversión
social del país se ha ido desplomando aceleradamente, en particular, con la
reducción de la asignación que se ofrece a las organizaciones no
gubernamentales para la atención a menores y personas de tercera edad, de las
becas del programa Avancemos" y otros.
"La promoción
integral de cada individuo, de cada comunidad humana y de todas las personas,
es el horizonte último de este bien común, que la Iglesia pretende lograr como
«sacramento universal de salvación». Esta integridad del bien, cuyo origen y
cumplimiento último están en Dios, y que ha sido plenamente revelada en
Jesucristo, aquel que recapitula todas las cosas (cf. Ef 1, 10), es el objetivo
final de toda actividad eclesial". (Doctrina de la Fe, Consideraciones del
sistema económico actual, 6 enero 2018)
Por lo que debemos
sentirnos invitados todos los aquí presentes, a ser en verdad constructores de
una sociedad más humana, solidaria e integradora de quienes habitamos en esta
bella Nación, que debe continuar cultivando los más altos valores humanos y cristianos,
que son los que dan sentido a toda existencia. No se trata pues, solo de
exigencias de fe, sino, también del más genuino y elevado humanismo, por el que
estamos llamados a transitar, si queremos en verdad crecer. Apartarse de ello
es retroceder en todos los sentidos, y dejarse envolver y manipular por
ocurrentes ideologías.
Es desde ahí que
podemos combatir el narcotráfico, la delincuencia organizada, la corrupción en
la gestión pública, el rezago educativo; y favorecer la reactivación del sector
agropecuario, y otras acciones que fortalezcan el bien común.
Invoco la intercesión de San José
Obrero, hombre justo y trabajador, para que acompañe a todos los trabajadores y trabajadoras del país. El Señor les bendiga
por el esfuerzo cotidiano y su aporte al desarrollo económico, cultural, social
y espiritual de nuestra Nación.
Que la
presencia del Señor Resucitado en nosotros cambie cualquier temor en alegría y haga
posible la paz en nuestros corazones.
"San
José Obrero, ruega por nosotros".