Actividades presididas por el Sucesor de San Pedro
·
Francisco
no asistió al Viacrucis en el Coliseo Romano
David
Mora, periodista
Ha
concluido la Semana Santa y en el Vaticano todas las celebraciones se llevaron a
cabo con una inmensa cantidad de fieles que peregrinaron para vivir los misterios
centrales de la fe católica junto al Papa Francisco.
El
Santo Padre durante más de un mes ha tratado de no hacer esfuerzos excesivos y
esto se vio al iniciar la Semana Mayor, el Domingo de Ramos en la Pasión del
Señor, domingo 24 de marzo, presidió la Santa Misa en la Plaza de San Pedro;
sin embargo, no participó de la procesión inicial con las palmas ni pronunció
la homilía, aunque sí dedicó a saludar a unos cuantos fieles de los 60 mil que
estaban presentes. Hasta el momento, el Vaticano no aclaró que esta decisión se
tratara de un problema de salud.
A
pesar de la decisión de no hablar, al final el Papa pidió la paz, lamentó la violencia
en Ucrania y Gaza y aseguró sus oraciones por las víctimas del atentado
terrorista de Moscú.
El
28 de abril, Jueves Santo, la agenda del líder de la Iglesia Católica estuvo
apretada; por la mañana presidió la Misa Crismal en la Basílica de San Pedro,
donde bendijo el Óleo de los Enfermos y el Óleo de los Catecúmenos, además de
consagrar el Santo Crisma. También los sacerdotes de Roma renovaron sus
promesas de ordenación, a ellos les dirigió la homilía agradeciéndoles sus
esfuerzos e invitándolos a descubrir el significado de "la compunción".
"No
es un sentimiento de culpa que nos tumba por tierra; no es una escrupulosidad
que paraliza, sino un aguijón que quema por dentro y cura, porque el corazón,
cuando ve el propio mal y se reconoce pecador, se abre, se acoge a la acción
del Espíritu Santo, agua viva que lo sacude haciendo correr las lágrimas sobre
el rostro", explicó el Pontífice.
Más
tarde, ese mismo día, el Papa se dirigió a una prisión a las afueras de Roma,
donde presidió la Misa Vespertina de la Cena del Señor, habló de la importancia
del perdón y sobre el gesto de Cristo al lavar los pies de sus discípulos, acto
que él imitó tradicionalmente después de la homilía con 12 mujeres reclusas,
quienes fueron colocadas en una tarima para que el Papa les lavara los pies mientras
era desplazado en una silla de ruedas, algunas de ellas no pudieron contener
las lágrimas. Francisco se fue de la cárcel, pero les dejó como regalo una
imagen de la Virgen con el Niño Jesús.
El
Viernes Santo, el obispo de Roma presidió la Liturgia de la Pasión del Señor,
comenzó dedicando unos momentos de silencio sentado en la silla de ruedas,
debido a su imposibilidad de postrarse. Como ya es costumbre en este día, el
Papa no hizo la homilía, la pronunció el predicador de la Casa Pontificia, el
Cardenal Raniero Cantalamessa. Esta es una tradición porque la voz de Cristo se
apagó cuando murió, entonces su Vicario tampoco habla en esta celebración.
En
el momento de la adoración de la Cruz, el Papa se levantó de su silla y la besó.
Por la noche, Francisco decidió a última hora no asistir al Viacrucis en el
Coliseo Romano, para resguardar su salud y presidir la Vigilia Pascual. En esta
oración, las meditaciones fueron escritas por el Santo Padre, es una novedad
porque siempre se lo ha encargado a grupos representativos de problemas en el
mundo. Francisco escribió los textos pensando en lo que se diría en un diálogo
con Jesucristo camino al calvario.
El
sábado 30 de marzo, el Pontífice presidió la Vigilia Pascual, en su homilía
habló sobre la piedra que cerraba la tumba de Jesús. "A veces sentimos que una
piedra sepulcral ha sido dejada con todo su peso en la entrada de nuestro
corazón, sofocando la vida, apagando la confianza, encarcelándonos en la tumba
de nuestros miedos y amarguras, bloqueando el camino hacia la alegría y la
esperanza", manifestó.
Esta
idea la retomó el Domingo de Resurrección en la bendición Urbi et Orbi, pero lo
aplicó a nivel internaciones, comparando el terrorismo, la trata de personas y
la guerra con piedras que aplastan a la humanidad. El Papa llamó a la paz
mundial, a los gestos humanitarios, pidió la liberación de los rehenes
secuestrados por Hamás, y se pronunció en contra del aborto.
La
Plaza de San Pedro se encontraba decorada con más de 30.000 flores traídas de
los Países Bajos.
Fuente: Rome Reports.