Mensaje de los Obispos de la Conferencia Episcopal a la Iglesia y al pueblo de Costa Rica al finalizar la CXXVII Asamblea Ordinaria
Los
obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, reunidos los días 26 al 29
de febrero de 2024, en el Seminario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles,
compartimos nuestro sentir.
En
su mensaje para la Cuaresma del presente año, el Papa Francisco nos ha
recordado que "es tiempo de actuar...de
detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el
samaritano, ante el hermano herido. El
amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es
detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo".
La
Iglesia, desde su origen en nuestro Señor Jesucristo, es portadora de una buena
noticia: "el Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar
buenas nuevas a los pobres" (Lucas 4,18). Los discípulos del Señor se
dispersaron "anunciando el evangelio del reino de Dios y el nombre de
Jesucristo" (Hechos de los Apóstoles 8,12), mensaje que entraña la posibilidad
de vivir según el proyecto de Dios, desde las actitudes de amor, justicia y
solidaridad, tanto en el ámbito interpersonal como en el social.
Hemos
querido en esta Cuaresma, en consonancia con la invitación del Papa Francisco,
reflexionar sobre nuestra realidad desde la visión del desarrollo humano
integral al que nos invitó san Pablo VI, en su encíclica Populorum progressio. Dicho desarrollo se concibe como el
resultado de una dinámica social que permita que el ser humano vaya alcanzando
cada vez más plenitud de vida, conforme con su elevada dignidad. Nos referimos
a este tema fundamentados en que "la
Iglesia está llamada a promover el desarrollo integral del hombre a la luz del
Evangelio. Este desarrollo se lleva a cabo mediante el cuidado de los
inconmensurables bienes de la justicia, la paz y la protección de la creación".
(Papa Francisco, Carta al Dicasterio Desarrollo Humano)
Como
pastores, sentimos el deber de reflexionar sobre el desarrollo humano de Costa
Rica y de la población de cada una de nuestras diócesis, atendiendo a sus
desafíos, tanto en lo que debemos superar como en lo que debemos potenciar.
Destacamos algunos aspectos de nuestra evaluación del actual modelo de
desarrollo del país.
Aspectos que limitan el
desarrollo humano integral
Mirar
el desarrollo costarricense solamente desde indicadores económicos sería un
error. Ya el Papa san Juan XXIII afirmó que "el desarrollo económico y el progreso social deben ir juntos y
acomodarse mutuamente, de forma que todas las categorías sociales tengan
participación adecuada en el aumento de la riqueza de la nación"
(Mater et magistra, 73).
El
país cerró el año pasado con una de las mejores tasas de crecimiento económico
de la región latinoamericana: primer lugar mundial de atracción de inversión
extranjera directa en proporción al tamaño de nuestra economía; reducción de la
deuda pública respecto del producto interno bruto; reducción de la tasa de
desempleo; país con la menor tasa de inflación de la Organización para la
Cooperación y Desarrollo Económico OCDE; crecimiento sobresaliente en sus
exportaciones, incluidas las exportaciones agrícolas; con un gran prestigio, al
punto de haber sido declarados como el "destino turístico del 2024".
Pero,
lamentablemente, hay evidencias de que no marchamos decididamente hacia un
mayor desarrollo humano integral:
El
crecimiento económico no alcanza a todas las personas. De hecho, Costa Rica se
ha consolidado como uno de los países más desiguales del mundo, tanto por la
diferencia de ingresos entre personas como por el desarrollo humano comparativo
entre los territorios del país. Nuestro modelo de organización socioeconómica
ha demostrado ser estructuralmente incapaz de reducir la pobreza de modo
significativo. No se perciben medidas para paliar la pobreza. La inversión
social del país se ha ido desplomando aceleradamente, en particular, con la
reducción de la asignación que se ofrece a las organizaciones no
gubernamentales para la atención a menores y personas de tercera edad, de las
becas del programa Avancemos.
En
orden al desarrollo humano integral, es esencial el hábitat de las personas.
Hay muchas familias sin vivienda propia, o con deficiencias habitacionales que
les impiden cubrir sus necesidades básicas. Han aumentado los asentamientos
informales en el país, en los que, además de condiciones de vulnerabilidad
socioeconómica, existe un nivel muy alto de riesgo de desastres.
Por
lo que atañe al bienestar económico de las familias, requiere especial atención
la inédita salida del mercado laboral de decenas de miles de personas, aun
cuando el indicador oficial refleja una reducción de la tasa de desempleo. ¡Es
hora de una reactivación económica inclusiva y generadora de bienestar para
todas las personas!
Por otra parte, el Programa Estado de la Nación, encendió la alarma sobre la crisis educativa existente en el país. Describió un "apagón educativo" (Informe 2021) y enfatizó que "la crisis de gestión, recursos y resultados educativos se profundizó al punto tal que, en la actualidad, Costa Rica enfrenta una coyuntura decisiva en materia educativa" (Informe 2022). Han crecido las órdenes sanitarias para centros educativos. Nos preocupa la injerencia de la ideología de género, así como el proyecto de exponer a los menores al cambio de sexo, y las presiones al tratamiento que realizan orientadores y psicólogos. Impliquémonos en una acción de recuperación del sistema educativo.
En
cuanto al sector agropecuario, el país tiene una altísima dependencia de las
importaciones para el consumo nacional. Los riesgos para un país que ha ido
desmantelando su capacidad de autoconsumo alimentario son más que evidentes
ante las posibilidades de crisis especulativas en los mercados internacionales.
¡Es necesario fortalecer el sector agropecuario nacional orientado al consumo
interno!
Es
preocupante la ausencia de espacios de concertación social con presencia de los
poderes del Estado y las entidades de la sociedad civil. Las confrontaciones
entre poderes de la República impiden impulsar políticas de Estado sólidas en
temas cruciales. Las manifestaciones de populismo en la cultura política
nacional, minan la democracia. A todos debe preocuparnos la baja participación
en las pasadas elecciones municipales.
En
cuanto a la salud, se constatan las debilidades del sistema nacional de
seguridad social, manifiestas en prolongadas listas de espera. Es nuestra
convicción, que debe fortalecerse cada día más, el sistema solidario de
atención a la salud presente en la Caja Costarricense de Seguro Social,
impidiendo tendencias a la privatización.
Acerca
del descomunal crecimiento de la violencia nuevamente manifestamos con toda
fortaleza: "Nos duele en el alma que muchos de nuestros jóvenes, fruto de la
exclusión educativa, la pobreza y la falta de oportunidades, estén siendo
captados por estos delincuentes, de cuyos actos detestables deberán dar cuentas
a Dios". Es muy preocupante la penetración del narcotráfico en el país, con sus
huellas de corrupción, sicariato y toda suerte de violencia.
Vamos
pisando los talones a los países con más baja tasa de fecundidad del mundo.
Hemos sobrepasado ya la tasa de reemplazo. Ello comporta retos futuros para
sostener la seguridad social, el régimen de pensiones, la educación y otros.
Los
notorios avances de la tecnología digital provocan incomunicación, adicción,
acriticidad, multitud de noticias falsas, transformaciones culturales sin
referentes éticos y cristianos, mensajes violentos, y la revolución de la
Inteligencia Artificial. Tenemos que aprender a disminuir sus riesgos y
aprovechar todas sus posibilidades.
Cuaresma,
tiempo de decisiones
Así lo dice el Papa Francisco en su
mensaje: "Cuaresma, sea un tiempo de
pequeñas y grandes decisiones a contracorriente, capaces de cambiar la
cotidianeidad de las personas: los hábitos de compra, el cuidado de la
creación, la inclusión de los invisibles o los despreciados. Invito a todas las
comunidades cristianas a ofrecer momentos para reflexionar sobre los estilos de
vida; a darse tiempo para verificar su presencia en el barrio y su contribución
para mejorarlo". Queremos ser reflejo de "una humanidad que ha alcanzado el umbral de la fraternidad universal y
niveles de desarrollo científico, técnico, cultural y jurídico, capaces de
garantizar la dignidad de todos".
Estos
aspectos señalados de nuestra realidad no han de paralizarnos, "no nos dejemos
robar la esperanza" (Evangelii gaudium, 86). Además de la fuerza del Espíritu
Santo, que mueve los corazones hacia el amor, la bondad y la construcción de la
paz (cf. Gálatas 5,22), hay muchas virtudes en nuestra comunidad nacional.
Podemos retomar la línea del bienestar común, de la solidaridad y de la bondad.
Los indiscutibles logros del país, en materia de educación, paz y democracia
pueden ser recuperados si nos decidimos a ello y sumamos esfuerzos, junto a
nuestros gobernantes.
Estos
son algunos de los aportes: A través de la pastoral social-caritas
desarrollamos una intensa labor de ayuda a los más necesitados en todas las
parroquias del país y atendemos varias obras sociales. Somos sensibles al
clamor de la niñez y nos hemos manifestado en una marcha multitudinaria en
favor de sus derechos con el lema: "Nuestros niños son sagrados". Hemos
propuesto a la sociedad costarricense un Pacto Nacional por la Educación para
buscar juntos una educación que abra caminos a la esperanza. Abogamos por
mejoras en el sistema público sanitario y por los derechos de las personas
trabajadoras. Tratamos de propiciar la escucha multisectorial, creando espacios
de convergencia de organizaciones de trabajadores, entidades académicas, sector
cooperativista, empresariado, asociaciones comunales y otras. Sensibilizamos
sobre el drama de los migrantes y los auxiliamos cuando pasan por nuestro
territorio.
Queda
mucho por hacer. Estamos llamados a comprometernos en un auténtico desarrollo
humano integral. "Una renovada toma de conciencia de las exigencias del mensaje
evangélico obliga a la Iglesia a ponerse al servicio de los hombres para
ayudarles a captar todas las dimensiones de este grave problema y convencerles
de la urgencia de una acción solidaria en este cambio decisivo de la historia
de la humanidad" (Populorum Progressio, n. 1).
Nos
conforta y fortalece, como pueblo de Dios, la presencia del Señor entre
nosotros. Caminamos juntos en docilidad a su Espíritu, como discípulos
misioneros, empeñados en la misión de comunicar a todos la Buena Noticia de
salvación que es capaz de iluminar definitivamente nuestra vida. Nuestro
agradecimiento a los ministros ordenados por su respuesta al Señor y por su
entrega a las comunidades a las que son enviados; a los consagrados y consagradas por su testimonio y
su aporte carismático a nuestra Iglesia; a los miembros de los consejos y a los
agentes de pastoral por estar activos en la animación de las parroquias e
impulsar su acción pastoral; a los distintos grupos y movimientos que nos
enriquecen desde su identidad y aporte a la misión; a todos los fieles que
viven su fe y expresan su compromiso, a todas las personas de buena voluntad.
Invocamos
la intercesión de nuestra Señora de los Ángeles y, en nombre del Señor,
bendecimos a nuestro pueblo, cargados de esperanza y avivando el compromiso de
la Iglesia en favor de un desarrollo humano que no deje a nadie rezagado ni
excluya ninguna dimensión de la vida.
San
José, a los 29 días del mes de febrero de 2024.