Responsive image

Arzobispo

Fiesta por el perdón

Mons. José Rafael Quirós Quirós, arzobispo metropolitano de San José

La Cuaresma es una oportunidad para reflexionar sobre nuestras vidas, arrepentirnos de nuestros pecados y acercarnos a Dios en la búsqueda de su perdón. A pesar de nuestras limitaciones, por el Sacramento de la confesión, la gracia de Dios nos cambia interiormente experimentando una vida más plena y en comunión con Él.

Invitándonos a dejar atrás nuestros temores y preocupaciones para acercarnos a Dios con confianza y esperanza, de un modo muy sencillo, el Papa Francisco nos enseña: "recuerden que ir a confesarse no es ir a la tintorería para que te quiten una mancha: confesarse es ir al encuentro del Padre que reconcilia, que perdona y que hace fiesta".

En efecto, debemos insistir en esa perspectiva renovada y positiva sobre el sacramento de la confesión que, en lugar de verlo como un proceso de temor, nos invita a considerarlo como una ocasión de alegría y celebración.

De manera que la confesión no es simplemente un acto de enunciación de nuestros errores, sino un encuentro con Dios, nuestro Padre amoroso que, con su gracia, restablece nuestra relación con El y nos hace sentir su amor y perdón de una manera tangible y concreta. Nos libera del peso de nuestros pecados y nos permite comenzar de nuevo con un corazón renovado.

La imagen de hacer "fiesta" evoca la alegría y la celebración que acompañan la reconciliación. En lugar de sentirnos avergonzados o abrumados por nuestros errores, más bien experimentar la alegría y la libertad que vienen al ser perdonados y acogidos de nuevo.

La parábola del hijo pródigo (Lucas 15,11-32), es el máximo ejemplo de la celebración y la alegría que acompañan al perdón y la reconciliación. El hijo, después de tocar fondo y darse cuenta de sus errores, decide regresar a su padre y pedir perdón. A pesar de sentirse indigno y temeroso de cómo sería recibido, se arrepiente y vuelve a casa. Esta decisión marca un punto crucial en nuestra vida, ya que representa un acto de humildad, el reconocimiento de nuestros errores y un paso firme hacia la reconciliación.

Lo hermoso es la respuesta del Padre pues, en lugar de rechazarlo o castigarlo, corre a abrazarlo, lo besa, lo recibe con amor y alegría, y organiza una gran fiesta para celebrar su regreso.

Este cambio radical en la situación del hijo, de estar sumergido en la miseria y cuidando cerdos a ser el motivo central de una fiesta, nos ilustra el poder transformador del amor y la misericordia de Dios. A través del perdón y la reconciliación, el hijo experimenta una renovación completa y recibe la oportunidad para empezar de nuevo.

Jesús nos muestra la naturaleza del amor de Dios que está dispuesto a perdonar y acoger a aquellos que se vuelven a Él con un corazón contrito, no importa cuán lejos nos hayamos alejado de Dios, siempre podemos regresar a su amor y experimentar la alegría de ser reconciliados con Él.

La vida en Dios es una experiencia llena de alegría y esperanza: "Les he compartido estas palabras para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea completa" (Juan 15,11). Él desea que todos experimentemos esta alegría al máximo, incluso en los momentos difíciles y desafiantes de la vida.

Dios nos espera con los brazos abiertos, listo para perdonar y acogernos con amor. No importa cuán grandes sean nuestros errores, su amor es más grande. Confiemos en su bondad y misericordia, y acerquémonos a Él con confianza y humildad.

Que la certeza del amor de Dios nos motive a reconciliarnos en esta Cuaresma, sabiendo que en su perdón encontramos la verdadera libertad y la plenitud de vida que solo Él puede dar.