Mons. José Rafael Quirós Quirós, arzobispo metropolitano de San José
En este tiempo de alegría y celebración en el que conmemoramos el misterio del Dios hecho hombre, envío a todos un saludo lleno de afecto y mis mejores deseos de bendición y vida, adhiriéndonos al único Señor, origen de toda vida.
Es conocido que, la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, con sede en Costa Rica, está evaluando una propuesta que busca reconocer un derecho humano al aborto. De ser aprobada esta iniciativa, implicaría que nuestras naciones se vean obligados a incorporar este derecho en sus legislaciones. Con esto se estaría desafiando la Convención de Derechos Humanos que consagra que Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. El ser humano en el vierte de la madre es persona.
La trascendencia de esta decisión plantea interrogantes sobre si la resolución sería vinculante y anularía la autoridad de los legisladores nacionales, pues, en ciertos casos, una decisión judicial puede tener un alcance que invalida o modifica ciertas disposiciones, en el caso que exista una contradicción entre la legislación local y los principios o normas establecidos en la resolución de una instancia superior.
El origen de este proyecto se vincula al caso de Beatriz, una mujer salvadoreña que, en el 2012, dio a luz a su primer hijo a pesar de padecer Lupus. En 2013, volvió a concebir, y grupos abortistas llevaron su caso a la Corte de Derechos. Aunque la Corte Suprema de Justicia de El Salvador denegó la petición, al no existir riesgo para su vida según dictamen médico, el caso ha sido utilizado como base para promover esta propuesta.
Resulta contradictorio que este debate se desarrolle en plena época navideña, cuando tenemos muy presente la historia de María, esta joven madre que dio a luz a su hijo, Jesús y no encontrando sitio en la posada, lo colocó en un pesebre (Lc. 2,7). Aquellos jóvenes esposos y padres, María y José enfrentaron diversas dificultades, desde un embarazo antes de vivir juntos, el nacimiento de su hijo fuera de casa, la persecución de Herodes y la pobreza. El nacimiento de Jesús, el Mesías y Salvador del mundo, resalta el principio radical, de que incluso en las situaciones más desafiantes, la perseverancia y la fe conducen a resultados extraordinarios.
La Iglesia, como Madre y Maestra, ha mantenido siempre su postura a favor de la vida, desde la concepción hasta su fin natural, expresando así su reconocimiento a este derecho humano, una realidad objetiva desprovista de todo fanatismo. Las palabras del Papa Francisco resuenan en nuestra conciencia al recordarnos que la Iglesia no cambiará su posición en este tema: ¿Es correcto matar una vida humana para resolver un problema? (...) Segunda pregunta: ¿es correcto contratar a un sicario para resolver un problema? (...) Por eso la Iglesia es tan dura con este tema, porque si acepta esto es como aceptar el homicidio cotidiano.
No se puede olvidar, que a la par de la defensa de la vida, es crucial también acompañar a las mujeres en situaciones difíciles, para que no caigan en la trampa ideológica de la cultura de la muerte, que presenta el aborto como una solución rápida a sus profundas angustias, especialmente en contextos de violencia o extrema pobreza.
Como hijos de Dios que celebramos el nacimiento de Jesús, asumimos el compromiso ineludible de defender el derecho a la vida. No podemos ser pasivos y permitir que, sea la ideología de la muerte la que se imponga. Que el recién nacido, Jesús inunde con su luz de alegría nuestros hogares, llevando consigo la esperanza de un mundo más humanizado, comprometido con la vida.
Reitero, la defensa de la vida no debe ser secundaria ni marginal en la vida de los creyentes, debe ser prioridad significativa y ocupar un lugar central en sus valores y acciones diarias, incluyendo a quienes ocupan o aspiran a puestos de elección popular.
Invoquemos la presencia de Jesús recién nacido como inspiración y guía para cuidar y proteger la vida de los más frágiles.