Mons. José Rafael Quirós Quirós, arzobispo metropolitano de San José
Todos los años, en la Solemne Vigilia pascual, la Iglesia aclama a Cristo como Señor del tiempo: "Cristo ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega. Suyo es el tiempo y la eternidad. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos". Como creyentes, sintámonos llamados a recibir el nuevo año, reconociendo que nuestra vida está puesta en las manos de Aquel que es el Señor de la historia humana y quien, como dice la Escritura, es "el mismo ayer, hoy y siempre" (Hb 13, 8).
La
transición de un año a otro será, pues, una oportunidad para reflexionar sobre nuestra
vida de cristianos y renovar la confianza en la constante presencia y soberanía
de Cristo en la vida de quienes en él esperamos. De hecho, este nuevo año es
para nosotros una ocasión para crecer en fe, esperanza y amor, testimoniando su
presencia con nuestro estilo de vida.
Porque en medio de las circunstancias que enfrentemos, Cristo es nuestra roca firme: "Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca" (Cf. Mt. 7, 24- 27).
En
este texto, parte del Sermón del Monte, Jesús utiliza la metáfora de la
construcción de casas para transmitir enseñanzas sobre la importancia de
escuchar y poner en práctica su Palabra. Veamos con detenimiento y
reflexionemos:
·
La imagen de la roca expresa la solidez y
la estabilidad. Así, al edificar sobre roca, fundamentamos nuestra vida en
principios firmes y duraderos. Jesús enfatiza no solo el acto de escuchar sus
enseñanzas, sino también de ponerlas en práctica en la vida cotidiana.
·
Evidentemente, los desafíos y las pruebas
vendrán: la lluvia, los torrentes y los vientos, pero no hay por qué temer, la
solidez de la base que es Cristo da total seguridad.
·
La casa construida sobre roca resistió las
tormentas, mientras que la edificada sobre arena colapsó. La construcción
consciente y sabia de nuestras vidas en Cristo permanece para siempre.
Antes
de tomar decisiones importantes, al estilo de María, dejémonos guiar por Dios a
través de la oración y acogiendo alegremente su Palabra, pues construir sobre
valores cristianos implica buscar la voluntad de Dios en todas las áreas de nuestra
vida.
Al
igual que el constructor prudente, edifiquemos sobre cimientos que resistan las
tormentas que puedan surgir a lo largo del año.
A
la vez que envío a todos un cordial saludo con ocasión del Año Nuevo, pido al Señor
que cada uno de nosotros se proponga metas
significativas y que podamos alcanzarlas durante el próximo año, en especial,
aquellas que nos conduzcan a ser mejores cristianos y en consecuencia mejores
seres humanos, en lo que corresponda a las relaciones familiares, el trabajo y todo
lo que nos compromete a construir un mejor país.
Pero, ante todo, pido al Señor que el primer propósito sea edificar nuestra existencia en Él, pues la vida en Cristo es vida plena: "Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (Juan, 17,3).
Que
nuestra Madre Santísima, ejemplo de entrega y sumisión a la voluntad de Dios,
interceda por nosotros en el próximo año, para que, independientemente de las
circunstancias, nuestra confianza y alegría no disminuyan.
FELIZ AÑO DEL SEÑOR 2024