Audiencia General (VIDEO)
Nadie es dueño del bien y del mal.
Desde las primeras líneas, la serpiente se revela como un dialéctico refinado que consigue engañar a Adán y Eva diciéndoles que Dios les prohibió comer todos los frutos del jardín, mientras que la prohibición sólo se refería a los del árbol de la ciencia del bien y del mal. Francisco observa:
Esta prohibición no pretende inhibir al hombre del uso de la razón, como a veces se malinterpreta, sino que es una medida de sabiduría. Como si dijera: reconoce el límite, no te sientas dueño de todo, porque el orgullo es el principio de todos los males. Así, Dios pone a los progenitores como señores y guardianes de la creación, pero quiere preservarlos de la presunción de omnipotencia, de hacerse dueños del bien y del mal, que es una tentación. Una mala tentación incluso ahora. Es el escollo más peligroso para el corazón humano.
No caer en las provocaciones del diablo.
El Papa Francisco advierte: Con el diablo no se dialoga. Con él nunca se debe dialogar. Es lo que hizo Jesús en el desierto: lo ahuyentó. Y a sus provocaciones respondió sólo con las palabras de la Sagrada Escritura. Lo repite el Papa Francisco:
Cuidado: el diablo es un seductor. No dialoguen nunca con él, porque es más listo que todos nosotros y nos lo hará pagar. Cuando llegue una tentación, no dialoguen nunca. Cierra la puerta, cierra la ventana, cierra tu corazón. Y así, nos defendemos de esta seducción.
Aprender a custodiar el corazón.
Hay que custodiar el propio corazón es la recomendación que el Pontífice dirige insistentemente a los fieles, recordando que ésta fue también la enseñanza de muchos santos:
Custodiar el corazón. Debemos pedir esta gracia de aprender a custodiar el corazón. Es una sabiduría, esa de cómo custodiar el corazón. Que el Señor nos ayude en esta tarea. Quien custodia su corazón, guarda un tesoro. Hermanos y hermanas, aprendamos a custodiar el corazón.
Fuente: vaticannews.va