Mons. José Rafael Quirós Quirós, arzobispo metropolitano de San José
En
esta Navidad elevemos nuestros corazones a Dios Padre para que la luz de su
Hijo nos ilumine. Jesús es el inmenso regalo que el Padre nos hace ofreciendo
esperanza y alegría a quienes lo acogen: "De tal manera amó Dios al mundo, que
ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
sino que tenga vida eterna".
Esa
luz, llena de amor, debe despertar en nosotros un deseo de transformación
positiva en diversos aspectos de la vida personal y comunitaria necesaria,
especialmente, en la actual coyuntura que como país y sociedad experimentamos.
¡Que
Jesús nazca en mi corazón!
En
alguna ocasión escuché esta frase: "Sé el cambio que quieres ver en el mundo".
De hecho, debe haber un cambio profundo en la persona, para que las enseñanzas
de Jesús guíen y transformen su manera de pensar, sentir y vivir de acuerdo con
sus principios y valores, sobre todo, amar al prójimo, practicar la compasión,
la justicia y convencerse que seguir su propuesta, es el único camino de
verdadero cambio.
¡Que
Jesús nazca en nuestras familias!
Invitemos a Jesús a ser una presencia viva y
activa en nuestras relaciones, permitiendo que sus enseñanzas y su amor
influyan de manera significativa en la dinámica familiar. Esto significará
esforzarse por aplicar las enseñanzas y valores de Jesús en la vida cotidiana,
sin olvidar la práctica de la oración en familia. En lugar de solo hablar de estos valores, luchemos
por vivirlos y mostrarlos en las interacciones diarias entre los miembros de la
familia.
Invitar
a Jesús a ser una presencia activa también sugiere buscar la unidad y la
armonía familiar para resolver conflictos de manera pacífica y cultivar un
ambiente de amor y respeto mutuo.
¡Que
Jesús nazca en nuestros barrios y comunidades!
Que ese deseo de transformación alcance un
nivel más amplio, abarcando los lugares donde vivimos para que Jesús tenga un
impacto positivo en la convivencia, las relaciones entre vecinos y la comunidad
en general, pero, especialmente, en las comunidades afectadas por la violencia.
Como
hemos visto a lo largo del año, el sufrimiento y la muerte enlutan a
comunidades que enfrentan
estos desafíos significativos y es urgente traer consuelo, paz y transformación
a estos entornos donde la dignidad humana es ignorada. La presencia de Jesús tiene un impacto
transformador en esos lugares, restableciendo el valor y respeto por la vida
humana en todas sus formas.
¡Que
Jesús nazca en nuestro país!
Costa
Rica es un país de profundas raíces cristianas, la mayoría de los ciudadanos se
confiesan creyentes, por eso, no está demás pedir al Señor que nazca en nuestro
país para que su Palabra guíe la visión y las acciones de quienes nos gobiernan
y de la nación entera. Con Cristo anhelamos que el respeto por la dignidad
humana sea una prioridad en todos los aspectos de la sociedad, desde la
política hasta las interacciones diarias para que se promueva la igualdad, la
justicia social y el bienestar de todos.
Al
acoger al Señor superaremos la visión de una sociedad regida exclusivamente,
por consideraciones económicas o materialistas, para dar paso a un enfoque más
equilibrado que de espacio a aspectos espirituales, éticos y sociales en donde
las ideologías no sigan erosionando los valores fundamentales.
¡Oh
Señor, hoy te ofrecemos un espacio donde nacer en toda nuestra vida y que nos
ilumines con tu luz. Que tu presencia se manifieste en todos los aspectos de la
existencia. Que tengamos la capacidad de descubrirte siempre como Camino, la Verdad
y la Vida.