Mons. José Rafael Quirós Quirós, arzobispo metropolitano de San José
Con
ocasión de la ordenación de cinco nuevos presbíteros, expreso mi inmensa
alegría por este regalo extraordinario que Dios ha hecho a la Arquidiócesis de
San José. En efecto, la vocación es siempre un don de Dios. Es Dios quien los
ha llamado, los ha elegido, y les ha confiado una misión particular, a saber, reflejar
su amor a todos aquellos a quienes han de servir.
El
amor es la esencia de la vida sacerdotal pues el servicio al que son enviados
implica, a imitación de Cristo, un constante darse, una entrega total para ser
instrumentos de consuelo y misericordia, testigos alegres del Evangelio: "El
corazón del Buen Pastor nos dice que su amor no tiene límites, no se cansa y
nunca se da por vencido".
Siguiendo
la reciente enseñanza del Papa Francisco, es importante también reflexionar
sobre los desafíos que enfrentamos en nuestra vocación. El Papa mencionó, de
modo particular, tres de ellos: la mediocridad espiritual, la comodidad mundana
y la superficialidad. Estos desafíos están en el camino de nuestra vida
sacerdotal, y debemos abordarlos con seriedad y dedicación.
Primero, vencer la mediocridad espiritual. Si
en el Señor encontramos el origen de la vocación sacerdotal, aquel que es
llamado debe reconocer la importancia del encuentro permanente con Él, pues el
sacerdote, a pesar de tener muchas responsabilidades en su labor pastoral, debe
ser, ante todo un contemplativo del Misterio.. La
cercanía con Jesús, nos permite confrontar diariamente nuestra vida con la
suya. Sin una relación significativa con el Señor nuestro ministerio esta?
destinado a la esterilidad.
Como
Simeón en el templo (Lucas 2,22), debemos poner a Jesús de frente, más aún, ?tomarlo
en brazos, para poder tenerlo ante los ojos y cerca del corazón. De ese modo,
poniendo a Jesús en el centro nos cambia la perspectiva sobre la vida y, aun en
medio de trabajos y fatigas, nos sentimos envueltos por su luz, consolados por
su Espíritu, animados por su Palabra, sostenidos por su amor?. Es
que, el mismo Papa lo afirma, la pastoral se hace de rodillas.
Segundo,
vencer la tentación de la comodidad mundana en la que se tienen las cosas más o
menos resueltas y se sigue adelante por inercia, buscando el confort, dejándose
llevar sin entusiasmo.
"Es
triste cuando nos replegamos en nosotros mismos, convirtiéndonos en fríos
burócratas del espíritu...No permitamos que esos vicios, los cuales quisiéramos
arrancar de los demás y de la sociedad, se encuentren bien arraigados en
nosotros. Por favor, estemos alerta a la comodidad mundana".
Finalmente,
vencer la tentación de la superficialidad: "Estamos obligados a entrar en el
corazón del misterio cristiano, a profundizar la doctrina, a estudiar y meditar
la Palabra de Dios; y al mismo tiempo a permanecer abiertos a las inquietudes
de nuestro tiempo, a las preguntas cada vez más complejas de nuestra época,
para poder comprender la vida y las exigencias de las personas; para entender
de qué manera tomarlas de la mano y acompañarlas". En
el fuego del amor por Cristo, hemos de movernos siempre, para no olvidar a los
amados por Él, los pobres, los discriminados, los que no cuentan para la
sociedad, aunque esto nos traiga incomprensiones y hasta improperios.
Invito
a los neo- presbíteros, y a todos los sacerdotes, a
que mantengamos viva la llama del amor en nuestro corazón, la llama que nos
llevó a responder a su llamado en primer lugar. Que este amor sea la fuerza que
nos impulse a servir con humildad, compasión y generosidad. Sigamos amando a
Dios y a su pueblo con un corazón lleno de gratitud y devoción.
Que
Dios, que nos ha llamado por su amor, continúe bendiciendo nuestro ministerio y
dándonos la gracia de ser sus fieles servidores.
Oh,
Jesús Pastor Eterno de tu Iglesia
Dadnos
muchos sacerdotes santos.