Sínodo de la Sinodalidad concluyó este domingo con una Santa Eucaristía
·
Amar y servir
David Mora, periodista
Con una Santa Eucaristía en la
Basílica de San Pedro, este domingo 29 de octubre el Papa Francisco, junto a
los obispos, cardenales, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos presentes
concluyó el Sínodo de la Sinodalidad, indicando, en sintonía con la liturgia del
Domingo XXX del Tiempo de Ordinario, que "amar a Dios con toda la vida y amar
al prójimo como a nosotros mismos" es la mayor reforma de la Iglesia.
El Santo Padre reflexionó en
su homilía sobre la existencia de dos verbos y movimientos del corazón: adorar
y servir. Con respecto a la adoración, dijo que esta es esencial en la vida
eclesiástica, pues es "reconocer en la fe que sólo Dios es el Señor y que de la
ternura de su amor dependen nuestras vidas, el camino de la Iglesia y los
destinos de la historia".
Sobre esto, Francisco habló
sobre la libertad en medio de la lucha contra la idolatría mundana que da la
adoración a Dios, pues es común que estos ídolos esclavizantes procedan de una
vanagloria personal. Entre estas luchas se mencionó el ansia de éxito, la
autoafirmación, la avidez del dinero, el carrerismo, idolatrías disfrazadas de
espiritualidad como habilidades pastorales e ideas religiosas; por ello cree
que es primordial mantenerse vigilantes.
Otro tipo de idolatría que el
obispo de Roma denunció es la tentación de pensar que se puede controlar a
Dios, sobre todo en medio de decepciones donde se escuchan frases tipo "me
esperaba esto, me imaginaba que Dios se comportaría así, pero me he equivocado". "De esta manera volvemos a recorrer el sendero de la idolatría, pretendiendo
que el Señor actúe según la imagen que nos hemos hecho de él. Es un riesgo que
podemos correr siempre: pensar que podemos controlar a Dios, encerrando su amor
en nuestros esquemas; en cambio, su obrar es siempre impredecible, y por eso
requiere asombro y adoración", indicó.
Para hablar del segundo verbo;
servir, el líder de la Iglesia Católica indicó que la misión de la Iglesia es "adorar
a Dios y amar a los hermanos con su mismo amor", por lo que solicitó a los
participantes de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos ser
una Iglesia adoradora y de servicio, "que lava los pies a la humanidad herida,
que acompaña el camino de los frágiles, los débiles y los descartados, que sale
con ternura al encuentro de los más pobres".
Francisco dirigió finalmente
su pensamiento a las víctimas de la guerra, los migrantes, a quienes viven en
condiciones de pobreza, y a quienes no pueden defenderse de ninguna manera.
"Cuántas veces, detrás de
hermosas palabras y persuasivas promesas, se fomentan formas de explotación o
no se hace nada para impedirlas. Es un pecado grave explotar a los más débiles,
un pecado grave que corroe la fraternidad y devasta la sociedad. Nosotros,
discípulos de Jesús, queremos llevar al mundo otro fermento, el del Evangelio.
Dios en el centro y junto a Él prefiere los pobres y los débiles", explicó el
Romano Pontífice.
Con esto, también enfatizó que
la Iglesia tiene un llamado a ser "servidora de todos", sin exigir a quien
sirve un expediente de "buena conducta", pues quiere una Iglesia con las
puertas abiertas.
Fuente: Vatican News.