Queridos hermanos y hermanas.
Especialmente en este mes de octubre, mes de las misiones, tomamos conciencia
de que somos misión, estamos en el mundo con una misión que, en definitiva, es
nuestra razón de ser, la que nos ofrece un sentido a todo nuestro actuar. Tomamos
conciencia también de la dimensión misionera de nuestra fe. Vivir la fe es
comunicarla, junto con todos los que creen, y experimentar, con alegría que, en esta
tarea, a comunicación se afianza y fortalece nuestra fe y hacemos el mejor servicio
a nuestra sociedad que necesita un motivo para creer y para esperar.
Nos inspira el mensaje del Papa Francisco: Corazones fervientes, pies en camino
(cf. Lc 24,13-35), tomado del episodio de los discípulos de Emaús que nos presenta,
con estas imágenes, la trasformación de los discípulos en el encuentro con Cristo
Resucitado. Hoy, como entonces, el Señor resucitado es cercano, camina con
nosotros, especialmente cuando nos sentimos perdidos, desanimados,
amedrentados ante el misterio de la iniquidad que nos rodea y nos quiere sofocar.
Hoy más que nunca la humanidad, herida por tantas injusticias, divisiones y guerras,
necesita la Buena Noticia de la paz y de la salvación en Cristo. Los que hemos
reconocido a Cristo resucitado, llevamos su fuego en el corazón y su luz en la
mirada, podemos testimoniar la vida que no muere más, incluso en las situaciones
más difíciles y en los momentos más oscuros.
Nos abruma sobre todo la violencia en crecimiento que origina tantas guerras y
destrucción, la violencia que siega tantas vidas aquí en nuestro país también, la
violencia que genera más violencia y se convierte en una gran espiral que amenaza
con más desolación y muerte. Se arraiga en el corazón humano que se deja llevar
por la pasión de acaparar para sí, de dominar a los demás para sus fines, de
imponer sus puntos de vista para hacer una sociedad a su medida. Se afianza con
el resentimiento que se revuelve con el agresor y continúa el circulo de la violencia.
¿Cómo frenar todo eso?
Solo el amor vence ese círculo de la violencia. El amor misericordioso y compasivo
que se conmueve por los otros, el amor que busca ante todo la reconciliación y el
perdón para frenar el odio, el amor que educa para cooperar y ser solidarios
venciendo la competencia. El amor, en definitiva, que es restaurador, busca frenar
la destrucción y la muerte con el acercamiento y el diálogo entre las partes para
mirarse como personas, comprender la dinámica de la violencia que les destruye y
decidirse a superarla con la compasión, la reconciliación activa que busca sanarse
cada uno, sanarse mutuamente. para convertirse en agentes y mensajeros de paz
y reconciliación.
Ante las guerras de Ucrania, Israel y Palestina, ante cualquier guerra, ante las
muertes violentas en nuestro país "nos manifestamos pidiendo detener la espiral
de la violencia, propiciar un acercamiento de los involucrados para dialogar y
encontrar caminos alternativos desde la reconciliación, buscar garantes que ayuden
a llevar adelante los acuerdos restauradores de la paz". En todo, cuidar a las
víctimas de la violencia, ayudar a sanar a los agresores, comprometerse en la
reconstrucción de todo lo dañado, buscar garantizar la seguridad a la que tenemos
derecho. Todos somos artífices en esa búsqueda de la paz, desde la convivencia
familiar y tejiendo un pacífico ambiente social.
Nos unimos a la convocatoria del Papa Francisco de una Jornada de ayuno y
oración, de penitencia, por la paz, el próximo viernes 27 de octubre, abierto a las
demás confesiones cristianas e interreligiosas, a toda la gente de buena voluntad.
A las 6 pm de Roma podemos unirnos a una hora de oración para implorar la paz
en el mundo.
Pongámonos de nuevo en camino también nosotros, iluminados por el encuentro
con el Resucitado y animados por su Espíritu. Salgamos con los corazones
ardientes, los ojos abiertos, los pies en camino, para ser mensajeros de
reconciliación y de paz en medio de un mundo herido, expresando el cuidado
restaurado e invitando a todos a caminar juntos por el camino de la paz y de la
salvación que Dios, en Cristo, ha dado a la humanidad.