Mons. José Rafael Quirós Quirós, arzobispo metropolitano de San José
La
Iglesia Universal celebra, de manera especial, la fiesta de la Virgen del
Rosario en octubre, y aprovecha esta ocasión para resaltar la importancia de
esta devoción que nos ayuda a meditar en los misterios de Cristo y a asimilar
el Evangelio en nuestra vida diaria.
En
un mundo contemporáneo tan necesitado de espiritualidad, se vuelve aún más
urgente que nuestras comunidades cristianas se conviertan en "auténticas
escuelas de oración". En efecto, las parroquias deben ser "escuelas
de oración" para ayudar a sus miembros a cultivar una vida de oración más
profunda, fortalecer su relación con Dios y fomentar una comunidad espiritual
unida. La oración desempeña un papel crucial en la vida espiritual de toda persona,
por lo que desde las parroquias se ha de apoyar y guiar a los fieles en este componente
fundamental de la fe.
En
este contexto, el Rosario, arraigado en la tradición cristiana, es una oración
meditativa y una herramienta efectiva para cultivar la paz y fortalecer a las
comunidades y a las familias en tiempos de crisis. Numerosos santos, como el
Padre Pío, encontraron en el Rosario un verdadero camino hacia la santidad.
La
Virgen María, modelo de contemplación, dedicó su vida a mirar el rostro de su
Hijo e interiorizó todos los momentos de su vida. Ella continúa inspirando a
los creyentes, a través del Rosario, a contemplar el Misterio de Cristo, y en
él, meditar sobre el papel especialísimo que desempeña nuestra Madre del cielo.
En el Rosario los creyentes invocan su intercesión y, considerándola un modelo
de fe, buscan seguir su ejemplo de entrega y obediencia a Dios.
La oración del rosario y la meditación en los
misterios permite a los creyentes abrir sus corazones a la gracia de
Jesucristo. Así lo constató San Juan Pablo II quien nos enseñó la importancia
de comprender, configurarse, rogar y anunciar a Cristo a través de la devoción
al Rosario y la figura de María:
1. Comprender
a Cristo desde María: María es la maestra
experta en ayudarnos a comprender a Cristo. El Rosario es como una
"escuela" de María para aprender a conocer a Jesús y penetrar en su
misterio. María nos invita a acercarnos a Cristo con humildad y fe, como lo
hizo en la Anunciación.
2. Configurarse
a Cristo con María: La espiritualidad
cristiana implica la búsqueda constante de configurarse con Cristo. El Rosario,
al meditar los Misterios de la vida de Cristo en compañía de María, nos ayuda a
adoptar los sentimientos de Cristo y a acercarnos a Él de manera amistosa.
Además, María desempeña un papel esencial en este proceso, modelándonos y
educándonos para que Cristo crezca en nosotros.
3. Rogar
a Cristo con María: La oración es
fundamental en la vida cristiana, y el Rosario combina meditación y súplica.
María intercede por nosotros ante Dios, confiando en su materna intercesión. La
oración del Rosario se apoya en la eficacia de la intercesión de María, la
llena de gracia.
4. Anunciar
a Cristo con María: El Rosario no solo es
una oración personal, sino también una oportunidad para anunciar y profundizar
en la fe cristiana. A través de la contemplación de los misterios, se presenta
continuamente el Misterio de Cristo en diversos aspectos de la experiencia
cristiana. El Rosario también tiene un valor catequético y puede ser una
herramienta importante en la evangelización.
Con
lo expresado se evidencia, que el Rosario no es una devoción del pasado, sino
que sigue alimentando la espiritualidad de muchos, pues, el Misterio de Cristo
nunca deja de estar vigente, y su acción transformadora se constata en la vida
de muchos santos. Cuántas comunidades al no tener la oportunidad de la
celebración frecuente de la Eucaristía, se apoyan en el rezo personal, familiar
y comunitario del Santo Rosario.
En este mes de octubre, quiero invitar a todos los fieles a valorar y rezar el Santo Rosario con la certeza de que esta práctica puede ayudarnos a fortalecer la fe y encontrar consuelo en momentos de duda o dificultad, a crecer espiritualmente y a confiar nuestras vidas en las manos de Dios. Imploremos a María, ella que albergó en su seno a quien es Fuente de toda vida, para que se detenga la ola de violencia en nuestro país.