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Adoración Eucarística
David Mora, periodista
Este viernes 25 de agosto, el
Papa Francisco recibió en el Aula Pablo VI a las Hermanas Discípulas de Jesús Eucarístico,
quienes se peregrinando con motivo del centenario de creación de la orden. El
Santo Padre las definió como siervas pobres de un pueblo pobre, solidarias al
compartir sus penurias y proféticas al promover la redención humana y
religiosa.
En sus palabras, Francisco habló
a los participantes sobre la historia de la congregación, fundada el 4 de
octubre de 1923 por el obispo de Tricarico, Raffaello Delle Nocche, "un obispo
enamorado y del pueblo" y las jóvenes Linda Machina y Silvia Di Somma,
recordando que el prelado no logró encontrar ninguna congregación religiosa
dispuesta a trabajar en las necesidades de su diócesis, "pero no se desanimó" y
acogiendo la invitación del Papa Pío XI, "fundó el mismo un nuevo instituto que
pudiera ayudarle en su servicio a los pobres".
El Papa definió a la Iglesia
Católica del siglo XX, época en la que fue fundada esta congregación, como "una
Iglesia de piedras vivas y sufrientes, probada por siglos de miseria", marcada "por
las cicatrices de la Primera Guerra Mundial y por la pandemia la "española"".
En ese contexto, con una devoción eucarística en el centro de sus vidas, nació
la Congregación de las Hermanas Discípulas de Jesús Eucarístico, a quienes en
el Sacrosanctum Concilium se les define como "Sacramento de amor, signo de
unidad, vínculo de caridad", y agrega el Sucesor de San Pedro que su labor es "adorar,
servir y reparar, es decir, llenar de ternura las heridas y los vacíos producidos
por el pecado en el hombre y en la sociedad, comenzando por arrodillarse ante
Jesús en la Hostia Consagrada, y permanecer allí largo tiempo".
Ante este accionar, el líder
de la Iglesia Católica asegura que para el pensamiento del mundo esto parecía
absurdo, pues "¿Qué sentido podía tener decir a las hermanas que se pusieran de
rodillas para adorar y reparar? Sin embargo, como siempre, ¡el camino de la fe
y dl ofrecimiento de sí mismo funcionó!".
"En efecto, la oración de
aquellas valientes mujeres generó una fuerza contagiosa, que pronto las llevó a
emprender y promover obras de rescate material, cultural y espiritual muy
superiores a todas las expectativas. Despertaron la fe y el compromiso de las
comunidades parroquiales y de las familias, fundaron escuelas de diversos tipos
y niveles, reavivaron la devoción y el sentido de la propia dignidad en tantas
personas, hombres y mujeres, jóvenes, adultos y ancianos, demasiado a menudo y
durante demasiado tiempo oprimidos por condiciones de vida inhumanas y por el
desprecio y la indiferencia de mundo circundante, que no veía más que descartes
de la sociedad", comentó el obispo de Roma en su discurso.
Por otro lado, el sumo pontífice
habló sobre desatar una guerra distinta; la del amor, precisamente a las
personas descartas, aseguró que esta guerra se declara en contra de la pobreza
y la injusticia. También dio testimonio de que las religiosas de Jesús
Eucarístico "son testigos, pero también comunicadoras" de todo esto con su presencia
en todo el mundo con Centros Eucarísticos, las escuelas, las misiones y todos
los servicios que llevan a cabo.
"Partiendo de estar ante Jesús
Eucaristía, Pan partido y Maestro que lava lo pies a los discípulos aprendan
también ustedes a mirar a sus hermanos y hermanas a través de la lupa de la Hostia
consagrada. La Eucaristía, "punto focal, cegador e iluminador" de toda visión cristiana
del hombre y del mundo, las impulsa a preocuparse, como hicieron Monseñor Delle
Nocche y las jóvenes Linda y Silvia, especialmente por los miembros más pobres,
despreciados y marginados del Cuerpo de Cristo, a cuidar de ellos. Cuiden de éstos,
los más pobres, más despreciados, los más marginados miembros del Cuerpo de
Cristo. Y a ustedes las anima a promover caminos de inclusión y de rescate de
la dignidad de las personas en las obras que se les confían", manifestó
Francisco.
Al finalizar el encuentro, el
pontífice argentino les recordó a las religiosas la invitación de Monseñor
Raffaelo, quien les pidió a las primeras monjas que fueran "cálices y patenas" en los que la humilde ofrenda de los pobres pudiera ser recibida y presentada a
Dios, les animó a continuar arrodilladas ante el Sagrario y con los brazos siempre
abiertos hacia los demás.
Fuente: Vatican News.