Mensaje de la Comisión Nacional de Pastoral Familiar en ocasión del Día de la Madre
María no lo dudó, sin pensarlo le dijo SÍ al Ángel Gabriel. Lo que María acepta en su SÍ es más que un reto para la Joven de Nazareth. En su intimidad, y a una corta edad, toma una decisión que implicaría grandes riesgos como convertirse en la madre de Dios; quedar embarazada sin haber conocido varón y estando ya desposada con José; cómo tomaría José, con quién ya se había comprometido, el hecho de que su futura esposa estaba embarazada sin haber tenido contacto íntimo con ella; el haber sido repudiada públicamente y por ello ser sometida a la ley de Moisés; estas entre muchas otras. Pero María, llena de Fe y confianza en Dios, le respondió al Ángel: "Hágase en mi según tu Palabra". Este el gran SÍ a la Vida.
María manifiesta el genuino temple de toda mujer que sabe, sin condición alguna, acogerse al auxilio del Señor en todo momento especialmente cuando se trata del maravilloso ministerio sagrado del ser madre. El Sí de María se conjuga con el SÍ de toda mujer a la vida porque no pone obstáculos para recibir en su vientre a la criatura que ha sido engendrada como fruto de un pensamiento de Dios.
Costa Rica está bendecida por madres heroínas que han aceptado grandes riesgos para sacar adelante a sus hijos: madres adolescentes y solteras; madres de hijos enfermos desde el vientre o en algún momento de su vida; madres de hijos flagelados por la adicción y conductas morales dolorosas; madres de hijos e hijas homosexuales que no dejan de amar y saben poner estas situaciones en las manos del Señor; madres que luchan por ser respetadas como mujeres en un contexto mayormente machista; madres jefas de hogar que sin el auxilio de un varón han ido sacando adelante a sus hijos; madres que sufren por la pérdida temprana de un hijo. En fin, mujeres valientes que cambian día a día el mundo enseñándonos que el egoísmo y la cultura del descarte, se puede vencer sólo con amor. Por eso dice el Papa Francisco que: "Una sociedad sin madres sería una sociedad inhumana porque las madres saben testimoniar siempre, incluso en los peores momentos, la ternura, la dedicación, la fuerza moral".
Benditas sean queridas madres, aquí en la tierra y allá en el Cielo. Siempre oraremos para aquí en la Tierra tengan del Señor todo consuelo, especialmente en medio de las dificultades de la vida; y para que allá en el Cielo alcancen la corona merecida por su SÍ a la vida, dicho con valentía y convertido en puros actos de amor para sus hijos.