Mons. José Rafael Quirós Quirós
La
fiesta de la Asunción de la Virgen María, tan arraigada en nuestro pueblo,
constituye para todos los creyentes una ocasión propicia para meditar sobre el sentido
verdadero y sobre el valor de la existencia humana: "En ella vemos la meta del
camino. Ella es la primera creatura que, con todo su ser, en cuerpo y alma,
atraviesa victoriosa la meta del Cielo. Ella nos muestra que el Cielo está al
alcance de la mano (...) Nuestra Madre, nos lleva de la mano, nos acompaña a la
gloria, nos invita a alegrarnos pensando en el paraíso".
La
expresión más sublime de maternidad la encontramos en Santa María Madre de
Dios, ella es el ejemplo a seguir para todas las madres. De hecho, en nuestro
país, se hizo coincidir esta fecha litúrgica con la celebración del Día de
la Madre para honrar y reconocer, en y desde María, el papel vital que las
madres juegan en la vida de las personas y en la sociedad en general. Esta es
una valiosa oportunidad para expresar nuestra gratitud y amor hacia ellas.
Como
nuestra Señora, con entrega y dedicación, la mayoría de las madres dedican gran
parte de sus vidas al cuidado, a la protección y al amor incondicional hacia
sus hijos; realizan heroicamente muchos sacrificios y renuncias para criarlos y
brindarles las mejores oportunidades en la vida. Sin que esto lo interpreten
como esclavitud, sino como expresión generosa de su bondad y amor.
La madre es, por lo general, el pilar central
de la familia, y su presencia y amor contribuyen a mantener la unidad y armonía
en el hogar. Celebrarlas a ellas es una forma de celebrar la vida misma, y un
momento para reflexionar sobre la importancia de la maternidad en la existencia
humana.
Pero
la madre, "aun siendo muy exaltada desde el punto de vista simbólico - tantas
poesías, tantas cosas bellas que se dicen poéticamente de la madre - es poco
escuchada y poco ayudada en la vida cotidiana, poco considerada en su rol
central en la sociedad.
Pero
honrar a la madre debería entrañar el compromiso de reconocer su importancia
también a través de acciones concretas en torno a este tema común y fomentar el
respeto y la valoración de las madres en todas sus formas. Es fundamental
reconocer las desventajas que enfrentan muchas madres y trabajar para crear
entornos más justos que fortalezcan su misión vital en la sociedad".
En
el campo de los derechos humanos, deben erradicarse prácticas y políticas
discriminatorias, promover licencias de maternidad y paternidad equitativas,
acceso a servicios médicos y de cuidado infantil accesibles.
Como sabemos, las madres enfrentan desafíos
para equilibrar su vida laboral y familiar y la brecha salarial es más
pronunciada para las mujeres con hijos, además, muchas veces no reciben el
apoyo necesario de la familia, de la comunidad o incluso de políticas públicas,
lo que obstaculiza su capacidad para criar a sus hijos. ¿Cómo no estar de lado
de aquellas que con su ejemplo nos enseñan a vencer a nuestro propio egoísmo,
nuestra comodidad, haciendo del servicio una dulce experiencia de generosidad,
de entrega total para buscar lograr el bien de los demás?
Como
nos recuerda el Papa Francisco, "Una sociedad sin madres sería una sociedad
deshumana, porque las madres siempre saben testimoniar incluso en los peores
momentos, la ternura, la dedicación, la fuerza moral".
Es necesario colocar la maternidad en el lugar especialísimo que le
corresponde, así se acabará con la baja natalidad como amenaza.
Mi
cercano y especialísimo saludo a todas nuestras queridas madres. Ustedes, con
su actitud reafirman ante algunos que son incapaces de ver la grandeza y
belleza de la maternidad, que la misma no es un problema, sino un don de Dios, es
el más maravilloso regalo que una mujer puede tener, porque supone participar
del poder creador del mismo Dios-Amor".