El Papa resaltó la importancia de la fraternidad en el deporte
·
La historia de muchos migrantes
David Mora, periodista
Este lunes 1 de julio, el Papa
Francisco recibió en el Vaticano a los directivos y futbolistas del Real Club
Celta, de Vigo, una ciudad de la costa al noroeste de España, a quienes les
resaltó la importancia de la historia poética y el desarrollo del espíritu de
sana aventura, como también del hospedaje fraterno.
Este encuentro se da en el
contexto de que el Real Club Celta se está celebrando el primer centenario de
su fundación. El Santo Padre emitió un discurso donde recordó que en el pasado
él dijo en varias ocasiones que el deporte es emotivo y es propicio para redescubrir
y fomentar los valores de la sociedad. También comentó que los colores de la
camiseta son los de la Virgen de la Inmaculada Concepción y los de la camiseta
argentina, "casi como si nuestra Madre se hubiese querido engarzar entre las
dos orillas de este gran océano que más que separarnos, nos ha unido para que
no la olvidemos".
El líder de la Iglesia Católica
manifestó que el presidente del club, Carlos Mouriño, le decía mediante una
carta que también vivió la experiencia de cruzar el Atlántico para formar una
familia, como tantas otras personas que probablemente contemplaron la bandera
blanquiceleste desde la capitanía del puerto de la Coruña, siendo esta "la
historia de tantos migrantes que llegaron a Argentina".
"Un pedacito de su corazón
quedó allí esperándolo. No fue el único que lo dejó, y de alguna manera
podríamos decir que el corazón de la humanidad está conformado por todos esos
pedazos que quedándose y yéndose nos recuerdan en lo más íntimo que estamos
todos unidos; que somos todos peregrinos en este tempestuoso
mar de la existencia". "Bueno, a veces no es tan tempestuoso",
puntualizó Francisco.
El obispo de Roma se mantuvo
hablando sobre los colores que representan al club deportivo, indicando que "si
el azul que da color a su escudo muestra su confianza en la protección de la
Virgen, la cruz de Santiago se alza como estandarte de victoria en la batalla
de la vida. También la cruz, al recordar su patria gallega, la vincula con
Europa y, en ella, a toda la cristiandad, que desde tiempo inmemorial, tanto
tiempo, peregrina tras las huellas del primer Apóstol que derramó su sangre por
Cristo".
Sobre el emblema que el equipo
defiende con orgullo, el Sucesor de San Pedro comentó que "a veces nos pasa que
trabajamos tanto, luchamos, queremos ser felices, ganar, demostrar lo que
valemos, pero absorbidos por defender nuestros colores, nos olvidamos de lo que
significan. Por eso, invitó a que siempre se recuerde la historia poética y
resaltó las raíces del grupo.
"Ellas son las que nos dan el
sentido, las vuestras nos hablan de una tierra que no se cierra al hermano que
llega como peregrino, y a unas gentes capaces de dejarlo todo para lanzarse a
afrontar las más altas empresas...Espíritu de sana aventura y espíritu de
hospedaje fraterno", comentó Bergoglio.
La fraternidad en el deporte,
más allá de la rivalidad, fue una parte fundamental en la intervención del
Santo Padre, cuando aseguro que "Si nuestro juego y nuestra vida, coherentes
entre sí, dan ese ejemplo, seremos capaces de trasmitir, no la pasión a unos
colores que excluyen, sino el amor a lo que representan". También elogió las
banderas blanquicelestes y el camino del Apóstol, "que nos hacen capaces de
atravesar océanos y unir continentes", esperando la corona de justicia que
el Señor va a otorgar a cuantos esperan en Él".
Poco antes de terminar su
discurso, el pontífice de origen argentino resaltó el calor amateur del
deporte, comentando que si se pierde este se transforma "en una coa comercial o
especialmente aséptica, sin pasión", por lo que los animó a conservar esa
mística.
Fuente: Vatican News.