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Arzobispo

Los jóvenes en el corazón de la Iglesia

Mons. José Rafael Quirós Quirós, arzobispo metropolitano de San José

La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) a celebrarse en Portugal, del 1 al 6 de agosto de este año es, además de un encuentro de jóvenes de todo el mundo con el Papa, un especial momento de evangelización del mundo juvenil y, con ello, una invitación a las nuevas generaciones a construir un mundo más justo y solidario.

A pocas semanas de realizarse esta fiesta de fe, considero oportuno, desde ya, presentar algunas reflexiones en torno a estas ovejas del rebaño de Cristo que, aun teniendo todo un futuro por delante, muchas de ellas experimentan una sensación de desafecto y desesperanza ante la vida.

Como Iglesia, somos conscientes que los jóvenes necesitan encontrarse con Jesucristo, el único que puede darle el verdadero sentido a una existencia en la que "todo se reduce a un dejar pasar la vida buscando alguna gratificación: un poco de diversión, algunas migajas de atención y de afecto por parte de los demás...".

En efecto, Cristo ofrece una nueva vida, digna de ser vivida alegre y edificante, porque estará sostenida por Alguien que también los acompañará en el futuro, sin dejarlos nunca; ayudándolos a una existencia realmente fecunda.

Pero, al mismo tiempo, somos conscientes de que estos muchachos necesitan que todos los actores sociales, empezando por la familia, vuelvan su mirada hacia ellos, impulsando los auténticos derechos tales como la equidad social y la igualdad de oportunidades, para su desarrollo integral.

Destaco, entre muchos, tres de los principales problemas que enfrentan los jóvenes en Costa Rica que son, finalmente, realidades limitantes de su existencia:


1.      La violencia:

 

Ciertamente, aunque experimentamos una violencia generalizada, preocupa la violencia juvenil, entendida como el uso intencional de la fuerza o el poder por parte de jóvenes de 10 a 29 años, para amenazar o dañar a otros, física, emocional o sexualmente. Su prevención requiere un enfoque integral que aborde la desigualdad social y los bajos niveles de protección y de inclusión social.

La Organización Panamericana de la Salud viene advirtiendo que la exposición a la violencia puede ocasionar problemas de salud mental o llevar a los jóvenes a adoptar comportamientos de alto riesgo.

 

 

2.      Acceso a la educación:

 

Más allá del denominado "apagón de la educación" Costa Rica vive una verdadera crisis en este campo. Es notoria la desigualdad en este campo, en algunas zonas del país. La educación pública, a la que tienen acceso la mayoría de nuestros muchachos no cuenta con la calidad y los recursos de las escuelas y colegios privados.

La educación seguirá siendo el principal medio de movilidad social, opacado por la brecha educativa que nos agobia.

 

3.      Falta de oportunidades laborales:

En relación directa con el acceso a una educación de calidad, apoyo la tesis de que, si bien los empleadores tienen el compromiso de generar empleo para personas jóvenes, también el sector educativo debe incluir en su plan de estudios todo lo relacionado con los requerimientos actuales del mundo laboral.

Con dolor, el año pasado analizaba un estudio en el que se señala que el 88% de los jóvenes en el país no encuentra trabajo por falta de conocimientos y habilidades.

El desempleo juvenil trae consigo el aumento de la depresión, sentimientos de inseguridad y de fracaso, pérdida de autoestima y un deterioro general de las relaciones familiares y sociales. Además de la posibilidad de caer en la tentación del dinero fácil.

 

Invito a las comunidades parroquiales a hacer de estos tres aspectos motivo de reflexión con los muchachos, en la preparación para el Día Nacional de la Juventud y la JMJ pues, todos estamos llamados a caminar según los lineamientos de pastoral juvenil, acercándonos a la realidad que viven los jóvenes.