Cecor hizo memoria de los santos apóstoles Pedro y Pablo este miércoles
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Monseñor Castro fue el encargado de pronunciar
la homilía
David Mora, periodista
Este miércoles 28 de junio a
las 11 de la mañana, cerca de las I Vísperas de la Solemnidad de San Pedro y San
Pablo, que se celebra cada 29 de junio, los obispos de la Conferencia Episcopal
de Costa Rica (Cecor) celebraron una Santa Eucaristía en la Catedral
Metropolitana Santuario Nacional San José para orar por las intenciones y la
salud del Papa Francisco.
En esta jornada se celebra a
quien fue el primer pontífice de la Iglesia Católica, por lo que esta se dedica
a orar por su actual sucesor; por ello la Santa Misa fue presidida por el
nuncio apostólico en Costa Rica, Monseñor Bruno Musaró, quien es un representante
diplomático del Papa en el país, por ser el líder de la Iglesia Católica el
jefe de Estado del Vaticano. En cada país que tiene relaciones diplomáticas con
la Santa Sede existe la figura del nuncio apostólico, que es ocupada por un obispo.
Animados con el canto "Tu eres
Pedro", alrededor de 50 sacerdotes, entre concelebrantes venidos de todas las
diócesis del país y los miembros del Venerable Cabildo Metropolitano, tres
diáconos transitorios, obispos eméritos y quienes actualmente tienen una sede;
ingresaron en una procesión solemne para dar inicio a la celebración
eucarística, donde al iniciar, el presidente de la Cecor y obispo de la
Diócesis de Ciudad Quesada, Monseñor José Manuel Garita, saludó a los fieles y
explicó el sentido de esta jornada.
"Todos los años, iluminados
por la Palabra de Dios y por la fe de la Iglesia, nuestra Madre, celebramos, en
el contexto de la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, el Día del
Papa. La conciencia de la Iglesia de Jerusalén, ya en el siglo I, sobre la
vocación y misión del apóstol Pedro, se prolonga esta mañana en esta
celebración eucarística en la que como Pueblo de Dios nos reunimos entorno a la
doble mesa de la Palabra y la Eucaristía, para orar por el ministerio petrino
del actual Sucesor de San Pedro, el Papa Francisco, obispo de Roma, principio y
fundamento visible de la unidad y comunión entre todas las Iglesias", fue parte
de lo expresado por el prelado.
La homilía estuvo a cargo del
obispo de la Diócesis de San Isidro de El General, Monseñor Juan Miguel Castro,
quien resaltó cómo Cristo dejó a San Pedro encargado de la predicación del
Reino como su representante, sabiendo que ya estaba cerca la hora de su Pasión,
Muerte y Resurrección. También se refirió al celo apostólico de San Pablo al no
dejar de predicar el Evangelio, a pesar de sufrir muchas persecuciones.
Monseñor Castro mencionó experiencias
de persecución que ha sufrido la Iglesia Católica, dio como ejemplos el
martirio de San Oscar Romero, el atentado contra San Juan Pablo II y la
situación que se vive en Nicaragua. "En cada uno de estos acontecimientos
vivieron una experiencia de fe: la cruz y la espada. La cruz, anunciada a Pedro
por el Señor, y cumplida cuando en tiempos de Nerón fue crucificado de cabeza;
signo de la consecuencia del seguimiento de Jesucristo, pues el creyente que
anuncie siempre la buena noticia tendrá su cruz, y la mayoría de los Papas la
tuvieron, no sólo de manera física, sino también espiritual, signo de una cruz
espiritual como cuando se anuncia la buena nueva en tiempos de persecución , de
guerra, de violencia, de maltrato de las personas por su condición étnica,
social política, religiosa, entre otras, pues muchos no aceptan la propuesta
del Reino de Dios como un estilo de vida para una sana convivencia y respeto a
la dignidad humana", indicó el líder de la Iglesia generaleña.
Casi finalizando su intervención,
Monseñor Juan Miguel recordó que la autoridad se ejerce sirviendo, no dando órdenes;
pues el ministerio petrino y el sacerdotal es vivir obedeciendo la voluntad de
Dios y no buscando servirse de las demás personas, "pues en diversas ocasiones,
la autoridad se utiliza para mandar, promover el poder desenfrenado, e incluso
la violencia contra las personas y sus derechos fundamentales", por lo que
pidió a los ministros sagrados y a los fieles que obedezcan a Dios antes que a
los hombres.
Terminada la predicación, la Santa
Misa continuó como de costumbre con la Profesión de Fe, la Oración de los
Fieles y la Liturgia Eucarística.